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LA BELLA Y LA BESTIA - Jeanne-Marie Le Prince de Beaumont






Había una vez un mercader muy rico que tenía seis hijos, tres varones y tres mujeres; y como era hombre de muchos bienes y de vasta cultura, no reparaba en gastos para educarlos y los rodeó de toda suerte de maestros. Las tres hijas eran muy hermosas; pero la más joven despertaba tanta admiración, que de pequeña todos la apodaban “la bella niña”, de modo que por fin se le quedó este nombre para envidia de sus hermanas.

No sólo era la menor mucho más bonita que las otras, sino también más bondadosa. Las dos hermanas mayores ostentaban con desprecio sus riquezas antes quienes tenían menos que ellas; se hacían las grandes damas y se negaban a que las visitasen las hijas de los demás mercaderes: únicamente las personas de mucho rango eran dignas de hacerles compañía. Se lo pasaban en todos los bailes, reuniones, comedias y paseos, y despreciaban a la menor porque empleaba gran parte de su tiempo en la lectura de buenos libros.

Las tres jóvenes, agraciadas y poseedoras de muchas riquezas, eran solicitadas en matrimonio por muchos mercaderes de la región, pero las dos mayores los despreciaban y rechazaban diciendo que sólo se casarían con un noble: por lo menos un duque o conde

La Bella -pues así era como la conocían y llamaban todos a la menor- agradecía muy cortésmente el interés de cuantos querían tomarla por esposa, y los atendía con suma amabilidad y delicadeza; pero les alegaba que aún era muy joven y que deseaba pasar algunos años más en compañía de su padre.

De un solo golpe perdió el mercader todos sus bienes, y no le quedó más que una pequeña casa de campo a buena distancia de la ciudad.

Totalmente destrozado, lleno de pena su corazón, llorando hizo saber a sus hijos que era forzoso trasladarse a esta casa, donde para ganarse la vida tendrían que trabajar como campesinos.

Sus dos hijas mayores respondieron con la altivez que siempre demostraban en toda ocasión, que de ningún modo abandonarían la ciudad, pues no les faltaban enamorados que se sentirían felices de casarse con ellas, no obstante su fortuna perdida. En esto se engañaban las buenas señoritas: sus enamorados perdieron totalmente el interés en ellas en cuanto fueron pobres.

Puesto que debido a su soberbia nadie simpatizaba con ellas, las muchachas de los otros mercaderes y sus familias comentaban:

-No merecen que les tengamos compasión. Al contrario, nos alegramos de verles abatido el orgullo. ¡Qué se hagan las grandes damas con las ovejas!

Pero, al mismo tiempo, todo el mundo decía:

-¡Qué pena, qué dolor nos da la desgracia de la Bella! ¡Esta sí que es una buena hija! ¡Con qué cortesía le habla a los pobres! ¡Es tan dulce, tan honesta!…

No faltaron caballeros dispuestos a casarse con ella, aunque no tuviese un centavo; mas la joven agradecía pero respondía que le era imposible abandonar a su padre en desgracia, y que lo seguiría a la campiña para consolarlo y ayudarlo en sus trabajos. La pobre Bella no dejaba de afligirse por la pérdida de su fortuna, pero se decía a sí misma:

-Nada obtendré por mucho que llore. Es preciso tratar de ser feliz en la pobreza.

No bien llegaron y se establecieron en la casa de campo, el mercader y sus tres hijos con ropajes de labriegos se dedicaron a preparar y labrar la tierra. La Bella se levantaba a las cuatro de la mañana y se ocupaba en limpiar la casa y preparar la comida de la familia. Al principio aquello le era un sacrificio agotador, porque no tenía costumbre de trabajar tan duramente; mas unos meses más adelante se fue sintiendo acostumbrada a este ritmo y comenzó a sentirse mejor y a disfrutar por sus afanes de una salud perfecta. Cuando terminaba sus quehaceres se ponía a leer, a tocar el clavicordio, o bien a cantar mientras hilaba o realizaba alguna otra labor. Sus dos hermanas, en cambio, se aburrían mortalmente; se levantaban a las diez de la mañana, paseaban el día entero y su única diversión era lamentarse de sus perdidas galas y visitas.

-Mira a nuestra hermana menor -se decían entre sí-, tiene un alma tan vulgar, y es tan estúpida, que se contenta con su miseria.

El buen labrador, el padre, en cambio, sabía que la Bella era trabajadora, constante, paciente y tesonera, y muy capaz de brillar en los salones, en cambio sus hermanas... Admiraba las virtudes de su hija menor, y sobre todo su paciencia, ya que las otras no se contentaban con que hiciese todo el trabajo de la casa, sino que además se burlaban de ella.

Hacía ya un año que la familia vivía en aquellas soledades cuando el mercader recibió una carta en la cual le anunciaban que cierto navío acababa de arribar, felizmente, con una carga de mercancías para él. Esta noticia trastornó por completo a sus dos hijas mayores, pues imaginaron que por fin podrían abandonar aquellos campos donde tanto se aburrían y además lo único que se les cruzaba por la cabeza era volver a la ociosa y fatua vida en las fiestas y teatros, mostrando riquezas; por lo que, no bien vieron a su padre ya dispuesto para salir, le pidieron que les trajera vestidos, chalinas, peinetas y toda suerte de bagatelas. La Bella no dijo una palabra, pensando para sí que todo el oro de las mercancías no iba a bastar para los encargos de sus hermanas.

-¿No vas tú a pedirme algo? -le preguntó su padre.

-Ya que tienes la bondad de pensar en mí -respondió ella-, te ruego que me traigas una rosa, pues por aquí no las he visto.

No era que la desease realmente, sino que no quería afear con su ejemplo la conducta de sus hermanas, las cuales habían dicho que si no pedía nada era sólo por darse importancia.

Partió, pues, el buen mercader; pero cuando llegó a la ciudad supo que había un pleito andando en torno a sus mercaderías, y luego de muchos trabajos y penas se halló tan pobre como antes. Y así emprendió nuevamente el camino hacia su vivienda. No tenía que recorrer más de treinta millas para llegar a su casa, y ya se regocijaba con el gusto de ver otra vez a sus hijas; pero erró el camino al atravesar un gran bosque, y se perdió dentro de él, en medio de una tormenta de viento y nieve que comenzó a desatarse.

Nevaba fuertemente; el viento era tan impetuoso que por dos veces lo derribó del caballo; y cuando cerró la noche llegó a temer que moriría de hambre o de frío; o que lo devorarían los lobos, a los que oía aullar muy cerca de sí. De repente, tendió la vista por entre dos largas hileras de árboles y vio una brillante luz a gran distancia.

Se encaminó hacia aquel sitio y al acercarse observó que la luz salía de un gran palacio todo iluminado. Se apresuró a refugiarse allí; pero su sorpresa fue considerable cuando no encontró a persona alguna en los patios. Su caballo, que lo seguía, entró en una vasta caballeriza que estaba abierta, y habiendo hallado heno y avena, el pobre animal, que se moría de hambre, se puso a comer ávidamente. Después de dejarlo atado, el mercader pasó al castillo, donde tampoco vio a nadie; y por fin llegó a una gran sala en que había un buen fuego y una mesa cargada de viandas con un solo cubierto. Quizás pecaría de atrevido, pero se dirigió hacia allí. La tentación fue muy grande, pues la lluvia y la nieve lo habían calado hasta los huesos; se arrimó al fuego para secarse, diciéndose a sí mismo: “El dueño de esta casa y sus sirvientes, que no tardarán en dejarse ver, sin duda me perdonarán la libertad que me he tomado.”

Se quedó aún esperando un rato largo, observaba hacia los otros recintos para tratar de ubicar a algún habitante en la mansión, pero cuando sonaron once campanadas sin que se apareciese nadie, no pudo ya resistir el hambre, y apoderándose de un pollo se lo comió con dos bocados a pesar de sus temblores. Bebió también algunas copas de vino, y ya con nueva audacia abandonó la sala y recorrió varios espaciosos aposentos, magníficamente amueblados. En uno de ellos encontró una cama dispuesta, y como era pasada la medianoche, y se sentía rendido de cansancio, entumecido y aturdido de la aventura pasada hasta encontrar este cobijo, decidió cerrar la puerta y acostarse a dormir.

Eran las diez de la mañana cuando se levantó al día siguiente, y no fue pequeña su sorpresa al encontrarse un traje como hecho a su medida en vez de sus viejas y gastadas ropas. “Sin duda”, se dijo, “o no he despertado, o este palacio pertenece a un hada buena que se ha apiadado de mí.”

Miró por la ventana y no vio el menor rastro de nieve, sino de un jardín cuyos floridos canteros encantaban la vista. Entró luego en la estancia donde cenara la víspera, y halló que sobre una mesita lo aguardaba una taza de chocolate.

-Le doy las gracias, señora hada -dijo en alta voz-, por haber tenido la bondad de albergarme en noche tan inhóspita y de pensar en mi desayuno.

El buen hombre, después de tomar el chocolate, salió en busca de su caballo, y al pasar por un sector lleno de rosas blancas recordó la petición de la Bella y cortó una para llevársela. En el mismo momento se escuchó un gran estruendo y vio que se dirigía hacia él una bestia tan horrenda, que le faltó poco para caer desmayado.

-¡Ah, ingrato! -le dijo la Bestia con voz terrible-. Yo te salvé la vida al recibirte y darte cobijo en mi palacio, y ahora, para mi pesadumbre, tú me arrebatas mis rosas, ¡a las que amo sobre todo cuanto hay en el mundo! Será preciso que mueras, a fin de reparar esta falta.

El mercader se arrojó a sus pies, juntó las manos y rogó a la Bestia:

-Monseñor, perdóname, pues no creía ofenderte al tomar una rosa; es para una de mis hijas, que me la había pedido.

-Yo no me llamo Monseñor -respondió el monstruo- sino la Bestia. No me gustan los halagos, y sí que los hombres digan lo que sienten; no esperes conmoverme con tus lisonjas. Mas tú me has dicho que tienes hijas; estoy dispuesto a perdonarte con la condición de que una de ellas venga a morir en lugar tuyo. No me repliques: parte de inmediato; y si tus hijas rehúsan morir por ti, júrame que regresarás dentro de tres meses.

No pensaba el buen hombre sacrificar una de sus hijas a tan horrendo monstruo, pero se dijo: “Al menos me queda el consuelo de darles un último abrazo.” Juró, pues, que regresaría, y la Bestia le dijo que podía partir cuando quisiera.

-Pero no quiero que te marches con las manos vacías -añadió-. Vuelve a la estancia donde pasaste la noche: allí encontrarás un gran cofre en el que pondrás cuanto te plazca, y yo lo haré conducir a tu casa.

Dicho esto se retiró la Bestia, y el hombre se dijo:

“Si es preciso que muera, tendré al menos el consuelo de que mis hijas no pasen hambre.”

Volvió, pues, a la estancia donde había dormido, y halló una gran cantidad de monedas de oro con las que llenó el cofre de que le hablara la Bestia, lo cerró, fue a las caballerizas en busca de su caballo y abandonó aquel palacio con una gran tristeza, pareja a la alegría con que entrara en él la noche antes en busca de albergue. Su caballo tomó por sí mismo una de las veredas que había en el bosque, y en unas pocas horas se halló de regreso en su pequeña granja.

Se juntaron sus hijas en torno suyo y, lejos de alegrarse con sus caricias, el pobre mercader se echó a llorar angustiado mirándolas. Traía en la mano el ramo de rosas que había cortado para la Bella, y al entregárselo le dijo:

-Bella, toma estas rosas, que bien caro costaron a tu desventurado padre.

Y enseguida contó a su familia la funesta aventura que acababa de sucederle. Al oírlo, sus dos hijas mayores dieron grandes alaridos y llenaron de injurias a la Bella, que no había derramado una lágrima.

-Miren a lo que conduce el orgullo de esta pequeña criatura -gritaban-. ¿Por qué no pidió adornos como nosotras? ¡Ah, no, la señorita tenía que ser distinta! Ella va a causar la muerte de nuestro padre, y sin embargo ni siquiera llora.

-Mi llanto sería inútil -respondió la Bella-. ¿Por qué voy a llorar a nuestro padre si no es necesario que muera? Puesto que el monstruo tiene a bien aceptar a una de sus hijas, yo me entregaré a su furia y me consideraré muy dichosa, pues habré tenido la oportunidad de salvar a mi padre y demostrarle a ustedes y a él mi ternura.

-No, hermana -dijeron sus tres hermanos-, tampoco es necesario que tú mueras; nosotros buscaremos a ese monstruo y lo mataremos o pereceremos bajo sus golpes.

-No hay que soñar, hijos míos -dijo el mercader-. El poderío de esa Bestia es tal que no tengo ninguna esperanza de matarla. Me conmueve el buen corazón de Bella, pero jamás la expondré a la muerte. Soy viejo, me queda poco tiempo de vida; sólo perderé unos cuantos años, de los que únicamente por ustedes siento desprenderme, mis hijos queridos.

-Te aseguro, padre mío -le dijo la Bella-, que no irás sin mí a ese palacio; tú no puedes impedirme que te siga. En parte fui responsable de tu desventura. Como soy joven, no le tengo gran apego a la vida, y prefiero que ese monstruo me devore a morirme de la pena y el remordimiento que me daría tu pérdida.

Por más que razonaron con ella no hubo forma de convencerla, y sus hermanas estaban encantadas, porque las virtudes de la joven les había inspirado siempre unos celos irresistibles. Al mercader lo abrumaba tanto el dolor de perder a su hija, que olvidó el cofre repleto de oro; pero al retirarse a su habitación para dormir su sorpresa fue enorme al encontrarlo junto a la cama. Decidió no decir una palabra a sus hijos de aquellas nuevas y grandes riquezas, ya que habrían querido retornar a la ciudad y él estaba resuelto a morir en el campo; pero reveló el secreto a la Bella, quien a su vez le confió que en su ausencia habían venido de visita algunos caballeros, y que dos de ellos amaban a sus hermanas. Le rogó que les permitiera casarse, pues era tan buena que las seguía queriendo y las perdonaba de todo corazón, a pesar del mal que le habían hecho.

El día en que partieron la Bella y su padre, las dos perversas muchachas se frotaron los ojos con cebolla para tener lágrimas con que llorarlos; sus hermanos, en cambio, lloraron de veras, como también el mercader, y en toda la casa la única que no lloró fue la Bella, pues no quería aumentar el dolor de los otros.

Echó a andar el caballo hacia el palacio, y al caer la tarde apareció éste todo iluminado como la primera vez. El caballo se fue por sí solo a la caballeriza, y el buen hombre y su hija pasaron al gran salón, donde encontraron una mesa magníficamente servida en la que había dos cubiertos. El mercader no tenía ánimo para probar bocado, pero la Bella, esforzándose por parecer tranquila, se sentó a la mesa y le sirvió, aunque pensaba para sí:

“La Bestia quiere que engorde antes de comerme, puesto que me recibe de modo tan espléndido.”

En cuanto terminaron de cenar se escuchó un gran estruendo y el mercader, llorando, dijo a su pobre hija que se acercaba la Bestia. No pudo la Bella evitar un estremecimiento cuando vio su horrible figura, aunque procuró disimular su miedo, y al interrogarla el monstruo sobre si la habían obligado o si venía por su propia voluntad, ella le respondió que sí, temblando, que era decisión propia.

-Eres muy buena -dijo la Bestia-, y te lo agradezco mucho. Tú, buen hombre, partirás por la mañana y no sueñes jamás con regresar aquí. Nunca. Adiós, Bella.

-Adiós, señor -respondió la muchacha.

Y enseguida se retiró la Bestia.

-¡Ah, hija mía -dijo el mercader, abrazando a la Bella- yo estoy casi muerto de espanto! Hazme caso y deja que me quede en tu sitio.

-No, padre mío -le respondió la Bella con firmeza-, tú partirás por la mañana.

Fueron después a acostarse, creyendo que no dormirían en toda la noche; mas sus ojos se cerraron apenas pusieron la cabeza en la almohada. Mientras dormía vio la Bella a una dama que le dijo:

-Tu buen corazón me hace muy feliz, Bella. No ha de quedar sin recompensa esta buena acción de arriesgar tu vida por salvar la de tu padre.

Le contó el sueño al buen hombre la Bella al despertarse; y aunque le sirvió un tanto de consuelo, no alcanzó a evitar que se lamentara con grandes sollozos al momento de separarse de su querida hija.

En cuanto se hubo marchado se dirigió la Bella a la gran sala y se echó a llorar; pero, como tenía sobrado coraje, resolvió no apesadumbrarse durante el poco tiempo que le quedase de vida, pues tenía el convencimiento de que el monstruo la devoraría aquella misma tarde. Mientras esperaba decidió recorrer el espléndido castillo, ya que a pesar de todo no podía evitar que su belleza la conmoviese. Su asombro fue aún mayor cuando halló escrito sobre una puerta:

Aposento de la Bella

La abrió precipitadamente y quedó deslumbrada por la magnificencia que allí reinaba; pero lo que más llamó su atención fue una bien provista biblioteca, un clavicordio y numerosos libros de música, lo que reunía todo lo que a ella le hacía la vida placentera.

-No quiere que esté triste -se dijo en voz baja, y añadió de inmediato-: para un solo día no me habría reunido tantas cosas.

Este pensamiento reanimó su valor, y poco después, revisando la biblioteca, encontró un libro en que aparecía la siguiente inscripción en letras de oro:

Disponga, ordene, aquí es usted la reina y señora.

-¡Ay de mí -suspiró ella-, nada deseo sino ver a mi pobre padre y saber qué está haciendo ahora!

Había dicho estas palabras para sí misma: ¡cuál no sería su asombro al volver los ojos a un gran espejo y ver allí su casa, adonde llegaba entonces su padre con el semblante lleno de tristeza! Las dos hermanas mayores acudieron a recibirlo, y a pesar de los aspavientos que hacían para aparecer afligidas, se les reflejaba en el rostro la satisfacción que sentían por la pérdida de su hermana, por haberse desprendido de la hermana que les hacía sombra con su belleza y bondad. Desapareció todo en un momento, y la Bella no pudo dejar de decirse que la Bestia era muy complaciente, y que nada tenía que temer de su parte.

Al mediodía halló la mesa servida, y mientras comía escuchó un exquisito concierto, aunque no vio a persona alguna. Esa tarde, cuando iba a sentarse a la mesa, oyó el estruendo que hacía la Bestia al acercarse, y no pudo evitar un estremecimiento.

-Bella -le dijo el monstruo-, ¿permitirías que te mirase mientras comes?

-Tú eres el dueño de esta casa -respondió la Bella, temblando.

-No -dijo la Bestia-, no hay aquí otra dueña que tú. Si te molestara no tendrías más que pedirme que me fuese, y me marcharía enseguida. Pero dime: ¿no es cierto que me encuentras muy feo?

-Así es -dijo la Bella-, pues no sé mentir; pero en cambio creo que eres muy bueno.

-Tienes razón -dijo el monstruo-, aun cuando yo no pueda juzgar mi fealdad, pues no soy más que una bestia.

-No se es una bestia -respondió la Bella- cuando uno admite que es incapaz de juzgar sobre algo. Los necios no lo admitirían.

-Come, pues -le dijo el monstruo-, y trata de pasarlo bien en tu casa, que todo cuanto hay aquí te pertenece, y me apenaría mucho que no estuvieses contenta.

-Eres muy bondadoso -respondió la Bella-. Te aseguro que tu buen corazón me hace feliz. Cuando pienso en ello no me pareces tan feo.

-¡Oh, señora -dijo la Bestia- , tengo un buen corazón, pero no soy más que una bestia!

-Hay muchos hombres más bestiales que tú -dijo la Bella-, y mejor te quiero con tu figura, que a otros que tienen figura de hombre y un corazón corrupto, ingrato, burlón y falso.

La Bella, que ya apenas le tenía miedo, comió con buen apetito; pero creyó morirse de pavor cuando el monstruo le dijo:

-Bella, ¿querrías ser mi esposa?

Largo rato permaneció la muchacha sin responderle, ya que temía despertar su cólera si rehusaba, y por último le dijo, estremeciéndose:

-No, Bestia.

Quiso suspirar al oírla el pobre monstruo, pero de su pecho no salió más que un silbido tan espantoso, que hizo retemblar el palacio entero; sin embargo, la Bella se tranquilizó enseguida, pues la Bestia le dijo tristemente:

-Adiós, entonces, Bella -y salió de la sala volviéndose varias veces a mirarla por última vez.

Al quedarse sola, la Bella sintió una gran compasión por esta pobre Bestia.

“¡Ah, qué pena”, se dijo, “que siendo tan bueno, sea tan feo!”

Tres apacibles meses pasó la Bella en el castillo. Todas las tardes la Bestia la visitaba, y la entretenía y observaba mientras comía, con su conversación llena de buen sentido, pero jamás de aquello que en el mundo llaman ingenio. Cada día la Bella encontraba en el monstruo nuevas bondades, y la costumbre de verlo la había habituado tanto a su fealdad, que lejos de temer el momento de su visita, miraba con frecuencia el reloj para ver si eran las nueve, ya que la Bestia jamás dejaba de presentarse a esa hora, Sólo había una cosa que la apenaba, y era que la Bestia, cotidianamente antes de retirarse, le preguntaba cada noche si quería ser su esposa, y cuando ella rehusaba parecía traspasado de dolor. Un día le dijo:

-Mucha pena me das, Bestia. Bien querría complacerte, pero soy demasiado sincera para permitirte creer que pudiese hacerlo nunca. Siempre he de ser tu amiga: trata de contentarte con esto.

-Forzoso me será -dijo la Bestia-. Sé que en justicia soy horrible, pero mi amor es grande. Entretanto, me siento feliz de que quieras permanecer aquí. Prométeme que no me abandonarás nunca.

La Bella enrojeció al escuchar estas palabras. Había visto en el espejo que su padre estaba enfermo de pesar por haberla perdido, y deseaba volverlo a ver.

-Yo podría prometerte -dijo a la Bestia- que no te abandonaré nunca, si no fuese porque tengo tantas ansias de ver a mi padre, que me moriré de dolor si me niegas ese gusto.

-Antes prefiero yo morirme -dijo el monstruo- que causarte el pesar más pequeño. Te enviaré a casa de tu padre, y mientras estés allí morirá tu Bestia de pena.

-¡Oh, no -respondió la Bella, llorando-, te quiero demasiado para tolerarlo! Prometo regresar dentro de ocho días. Me has hecho ver que mis hermanas están casadas y mis hermanos en el ejército. Mi padre se ha quedado solo. Permíteme que pase una semana en su compañía.

-Mañana estarás con él -dijo la Bestia-, pero acuérdate de tu promesa. Cuando quieras regresar no tienes más que poner tu sortija sobre la mesa a la hora del sueño. Adiós, Bella.

La Bestia suspiró, según su costumbre, al decir estas palabras, y la Bella se acostó con la tristeza de verlo tan apesadumbrado. Cuando despertó a la mañana siguiente se hallaba en casa de su padre. Sonó a poco una campanilla que estaba junto a la cama y apareció la sirvienta, quien dio un gran grito al verla. Acudió rápidamente a sus voces el buen padre, y creyó morir de alegría porque recobraba a su querida hija, con la cual estuvo abrazado más de un cuarto de hora.

Luego de estas primeras efusiones, la Bella recordó que no tenía ropas con que vestirse, pero la sirvienta le dijo que en la vecina habitación había encontrado un cofre lleno de magníficos vestidos con adornos de oro y diamantes. Agradecida a las atenciones de la Bestia, pidió la Bella que le trajesen el más modesto de aquellos vestidos y que guardasen los otros para regalárselos a sus hermanas; pero apenas había dado esta orden desapareció el cofre. Su padre comentó que sin duda la Bestia quería que conservase para sí los regalos, y al instante reapareció el cofre donde estuviera antes.

Se vistió la Bella, y entretanto avisaron a las hermanas, que acudieron en compañía de sus esposos. Las dos eran muy desdichadas en sus matrimonios, pues la primera se había casado con un gentilhombre tan hermoso como Cupido, pero que no pensaba sino en su propia figura, a la que dedicaba todos sus desvelos de la mañana a la noche, menospreciando la belleza de su esposa. La segunda, en cambio, tenía por marido a un hombre cuyo gran talento no servía más que para mortificar a todo el mundo, empezando por su esposa.

Cuando vieron a la Bella ataviada como una princesa, y más hermosa que la luz del día, las dos creyeron morir de dolor. Aunque la Bella les hizo mil caricias no les pudo aplacar los celos, que se recrudecieron cuando les contó lo feliz que se sentía. Bajaron las dos al jardín para llorar allí a sus anchas.

-¿Por qué es tan dichosa esa pequeña criatura? ¿No somos nosotras más dignas de la felicidad que ella?

-Hermana -dijo la mayor-, se me ocurre una idea. Tratemos de retenerla aquí más de ocho días: esa estúpida Bestia pensará entonces que ha roto su palabra, y quizás la devore.

-Tienes razón, hermana mía -respondió la otra-. Y para conseguirlo la llenaremos de halagos.

Y tomada esta resolución, volvieron a subir y dieron a su hermana tantas pruebas de cariño, que la Bella lloraba de felicidad. Al concluirse el plazo comenzaron a arrancarse los cabellos y a dar tales muestras de aflicción por su partida, que les prometió quedarse otros ocho días.

Sin embargo, la Bella se reprochaba el pesar que así causaba a su pobre monstruo, a quien amaba de todo corazón, y se entristecía de no verlo. La décima noche que estuvo en casa de su padre, soñó que se hallaba en el jardín del castillo, y que veía cómo la Bestia, inerte sobre la hierba, a punto de morir, la reconvenía por sus ingratitudes. Despertó sobresaltada, con los ojos llenos de lágrimas.

“¿No soy yo bien perversa”, se dijo, “pues le causo tanto pesar cuando de tal modo me quiere? ¿Tiene acaso la culpa de su fealdad y su falta de inteligencia? Su buen corazón importa más que todo lo otro. ¿Por qué no he de casarme con él? Seré mucho más feliz que mis hermanas con sus maridos. Ni la belleza ni la inteligencia hacen que una mujer viva contenta con su esposo, sino la bondad de carácter, la virtud y el deseo de agradar; y la Bestia posee todas estas cualidades. Aunque no amor, sí le tengo estimación y amistad. ¿Por qué he de ser la causa de su desdicha, si luego me reprocharía mi ingratitud toda la vida?”

Con estas palabras la Bella se levantó, puso su sortija sobre la mesa y volvió a acostarse. Apenas se tendió sobre la cama se quedó dormida, y al despertarse a la mañana siguiente vio con alegría que se hallaba en el castillo de la Bestia. Se vistió con todo esplendor por darle gusto, y creyó morir de impaciencia en espera de que fuesen las nueve de la noche; pero el monstruo no apareció al dar el reloj la hora. Creyó entonces que le habría causado la muerte, y exhalando profundos suspiros, a punto de desesperarse, recorrió la Bella el castillo entero, buscando inútilmente por todas partes. Recordó entonces su sueño y corrió por el jardín hacia el estanque junto al cual lo viera en sueños. Allí encontró a la pobre Bestia sobre la hierba, perdido el conocimiento, y pensó que había muerto. Sin el menor asomo de horror se dejó caer a su lado, y al sentir que aún le latía el corazón, tomó un poco de agua del estanque y le roció la cabeza. Abrió la Bestia los ojos y dijo a la Bella:

-Olvidaste tu promesa, y el dolor de haberte perdido me llevó a dejarme morir de hambre. Pero ahora moriré contento, pues tuve la dicha de verte una vez más.

-No, mi Bestia querida, no vas a morirte -le dijo la Bella-, sino que vivirás para ser mi esposo. Desde este momento te prometo mi mano, y juro que no perteneceré a nadie sino a ti. ¡Ah, yo creía que sólo te tenía amistad, pero el dolor que he sentido me ha hecho ver que no podría vivir sin verte!

Apenas había pronunciado estas palabras la Bella vio que todo el palacio se iluminaba con luces resplandecientes: los fuegos artificiales, la música, todo era anuncio de una gran fiesta; pero ninguna de estas bellezas logró distraerla, y se volvió hacia su querido monstruo, cuyo peligro la hacía estremecerse. ¡Cuál no sería su sorpresa! La Bestia había desaparecido y en su lugar había un príncipe más hermoso que el Amor, que le daba las gracias por haber puesto fin a su encantamiento. Aunque este príncipe mereciese toda su atención, no pudo dejar de preguntarle dónde estaba la Bestia.

-Aquí, a tus pies -le dijo el príncipe-. Cierta maligna hada me ordenó permanecer bajo esa figura, privándome a la vez del uso de mi inteligencia, hasta que alguna bella joven consintiera en casarse conmigo. En todo el mundo tú sola has sido capaz de conmoverte con la bondad de mi corazón; ni aun ofreciéndote mi corona podría demostrarte la gratitud que te guardo y nunca podré pagar la deuda que he contraído contigo.

La Bella, agradablemente sorprendida, tendió su mano al hermoso príncipe para que se levantase. Se encaminaron después al castillo, y la joven creyó morir de dicha cuando encontró en el gran salón a su padre y a toda la familia, a quienes la hermosa dama que viera en sueños había traído hasta allí.

-Bella -le dijo esta dama, que era un hada poderosa-, ven a recibir el premio de tu buena elección: has preferido la virtud a la belleza y a la inteligencia, y por tanto mereces hallar todas estas cualidades reunidas en una sola persona. Vas a ser una gran reina: yo espero que tus virtudes no se desvanecerán en el trono. Y en cuanto a ustedes, señoras -agregó el hada, dirigiéndose a sus hermanas-, conozco sus corazones y toda la malicia que encierran. Conviértanse en estatuas, pero conserven la razón adentro de la piedra que va a envolverlas. Estarán a la puerta del palacio de la Bella, y no les pongo otra pena que la de ser testigos de su felicidad. No podrán volver a su primer estado hasta que reconozcan sus faltas; pero me temo mucho que no dejarán jamás de ser estatuas. Pues uno puede recobrarse del orgullo, la cólera, la gula y la pereza; pero es una especie de milagro que se corrija un corazón maligno y envidioso.

En este punto dio el hada un golpe en el suelo con una varita y transportó a cuantos estaban en la sala al reino del príncipe. Sus súbditos lo recibieron con júbilo, y a poco se celebraron sus bodas con la Bella, quien vivió junto a él muy largos años en una felicidad perfecta, pues estaba fundada en la virtud.


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FIN

sábado

La Conciencia de Amor









Cuando se aborda un tema tan importante como el de la conciencia, el campo es muy amplio, y, puesto que el objetivo principal de los escritos de Alice Bailey es ayudar a todos y a cada uno a expresar el amor en el mundo, esta tarde vamos a concentrarnos en este aspecto magnético y atractivo de la conciencia. Para empezar, vamos a examinar primero como se manifiesta en general esta conciencia, luego, nos detendremos más especialmente en la «pequeña voz silenciosa» de la conciencia, y el despertar del Amor.

La Conciencia de Amor

Conciencia > Amor > Radiación

La Radiación es transmutación en curso de realización.... el paso de un estado de ser a otro por medio del fuego.

La relación entre amor y conciencia es uno de los puntos clave de las enseñanzas de Alice Bailey, y, en especial, la creciente radiación de amor en aquellos que están empezando a trascender el estado de conciencia estrictamente humano. En un punto específico de la evolución, la radiación es una indicación de que la esencia de la vida dentro de una forma particular comienza a responder a la presión magnética de un centro de energía superior, más inclusivo. La vida ha evolucionado al punto de que ya no puede permanecer confinada en sus estrechos muros, y trata de evadirse. Se pueden encontrar ejemplos en la radioactividad de algunos minerales, así como en el perfume y la belleza de algunas especies entre las más evolucionadas del reino vegetal.

Una forma de radiación menos evidente pero a pesar de todo existente en el mundo animal, es la devoción y la actividad inteligente de los animales domésticos. Al responder a la presión magnética de la vida humana, emiten tan poderosas emanaciones que pueden evocar mucha emoción y afecto en nosotros. Por lo que se refiere al reino humano, la radiación encuentra aquí su expresión en forma de amor y servicio - esa manifestación espontánea de un corazón amoroso y de una mente inteligente, que caracteriza a aquellos cuya intuición está despertando a la llamada del quinto reino de la naturaleza - el reino de las almas. Aquí la identificación con el yo personal se vuelve más inclusiva, para incluir a todas las otras vidas como parte de la propia identidad y viceversa, todas las demás personas son consideradas como parte de la Vida Una en Quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser; la conciencia de grupo, en vez de la conciencia individual, es ahora el rasgo dominante.

En resumidas cuentas, la radiación es la " transmutación en curso de realización.... el paso de un estado de ser a otro por medio del fuego". Así evoluciona la conciencia, creando formas, que se superan, creando nuevas formas luego, y en períodos críticos, pasando de un reino a otro. Para comprenderlo mejor, será necesario también examinar la evolución de la conciencia en términos de fuego, un poco más tarde... La Humanidad, como reino de la naturaleza, es presa de las llamas del dolor y del sufrimiento, pero se produce una transmutación constante en un número creciente de personas que pasan por, o van hacia, un estado radiante. A lo largo del mundo en este momento, vemos el despertar del amor, e innumerables vidas dedicadas a causas humanitarias. El rápido crecimiento del número de organizaciones no-gubernamentales, y la tendencia aún vacilante pero que se afianza hacia la síntesis, simbolizada por las Naciones Unidas y los bloques socio-económicos como la Comunidad Europea, son igualmente signos. Nos encontramos ciertamente en una época apasionante, cuando la humanidad empieza a reorientarse hacia un reino más elevado de la naturaleza, mientras los pioneros se preparan para pasar las iniciaciones de fuego, que hacen posible la transferencia. Esto tendrá tremendas repercusiones para toda la humanidad, y nos lanzará a la llamada “Nueva Era” de paz y progreso espiritual que cada vez más es objeto de nuestra anticipación.

Así, en términos de evolución de la conciencia, todo se dirige decididamente hacia una mayor inclusividad y hacia la expresión de la VIDA UNA - el movimiento ordenado es una característica fundamental del ser manifestado. Un aspecto de la Conciencia Absoluta se ha precipitado en el universo, se ha fragmentado y se ha vuelto ciego, mudo e inerte por la tosca vibración de su entorno. Estas miríadas de puntos diferenciados de la UNA VIDA se encuentran en diferentes estapas de despertar y están haciendo el largo esfuerzo hacia la Fuente Única, llevando con ellos la esencia de sus experiencias.

La naturaleza de la Conciencia Absoluta fuera de de manifestación, y la génesis del universo están expuestos espléndidamente en la Doctrina Secreta, pero para los propósitos de esta charla, nos circunscribiremos a la conciencia dentro del universo, o más específicamente, dentro de nuestro sistema solar; no obstante algunas palabras de Helena Blavatsky proporcionan un buen telón de fondo. Ella describe el impulso que trajo el universo a la manifestación como «la VIDA UNA, eterna, invisible pero Omnipresente, sin comienzo ni fin, aunque manifestándose en ciclos regulares, entre cuyos períodos reina el oscuro misterio del no-Ser... Su único atributo absoluto... se llama en lenguaje esotérico el 'Gran Aliento', que es el movimiento perpetuo del universo, en el sentido del ESPACIO ilimitado, eternamente presente. Lo que está inmóvil no puede ser DIVINO. Pero entonces, de hecho, no hay nada más que la realidad absolutamente inmóvil dentro del alma universal». La Doctrina Secreta, Vol. 1 -edición facsímil, p. 2.

Tres Tipos de Movimiento

El movimiento, entonces, es la característica sobresaliente de la manifestación, y hay tres tipos principales, relacionado cada uno con un aspecto de la trinidad divina, tema central de muchas de las grandes religiones y filosofías mundiales.




En el Cristianismo tenemos, claro está, El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; en el Hinduismo: Shiva, Vishnu y Brahma; en los Hebreos: Kether, Chokmah y Binah, y en los Egipcios: Osiris, Horus e Isis, y así sucesivamente. Las enseñanzas esotéricas se refieren a esta trinidad en términos de sus principales características: Voluntad, Amor-Sabiduría e Inteligencia Activa. Cada una de las tres Divinidades o Logos que comprenden la trinidad divina posee los tres aspectos, pero demuestra uno más dinámicamente que los demás, y es lo que permite diferenciarla.

Refiriéndonos a Tratado sobre Fuego Cósmico, de Alice Bailey, empezaremos con el tercer aspecto de la trinidad, la Inteligencia Activa. Esta energía se expresa a través del movimiento de rotación, debido al fuego latente en la materia misma. El movimiento rotativo es visible a nuestro alrededor - los átomos, los planetas, los sistemas solares y las galaxias, giran todos en sus ejes y dentro del perímetro de estas esferas unificadas que giran, se encuentra variedad y diferenciación. Por la revolución de la materia, aumenta la actividad, haciendo el material más flexible y adaptable.

El segundo Logos dela trinidad divina, Amor-sabiduría, está tratando de fusionarse con la inteligencia activa del tercer aspecto, y Él agrega al movimiento rotativo de todos los átomos Su propio tipo de movimiento, el movimiento cíclico en espiral. La circulación a lo largo de una órbita alrededor de un punto focal central, en una espiral en constante ascensión , produce dos resultados:

Primero, la reagrupación de los átomos para constituir formas.

Y segundo, por medio de estas formas, crece la necesidad de contacto y el desarrollo de la conciencia a través de la gradual rarefacción y refinamiento de las formas, a medida que el Espíritu de Amor o la Llama Divina continúa su movimiento en espiral hacia su fuente de origen.





Después de haber considerado el segundo y tercer aspectos de la trinidad divina, llegamos ahora finalmente al primer aspecto de la trinidad, que es la Voluntad. El modo de acción de la Voluntad, quizás no les sorprenderá, es literalmente un impulso adelante a través del espacio. Esta progresión adelante. es la voluntad detrás del proceso evolutivo, que impulsa el espíritu hacia adelante hasta que emerja de la materia con las cualidades y facultades adquiridas por sus experiencias. Esto también aumenta por sí mismo la vibración de materia. La actividad del primer Logos es la síntesis de las almas que están adquiriendo conciencia a través de la manifestación. Su función es sostenerlos en la manifestación durante el período deseado, y entonces fusionarlos de nuevo con su fuente espiritual. Él sintetiza el espíritu con el espíritu.





La Progresión del Bien

Así, a través de estos tres aspectos de movimiento ordenado, vemos una progresión constante de la conciencia. Puesto que no hay nada completamente estático en la existencia, todo está cambiando constantemente, mutando, adaptándose y creciendo gracias al contacto con todo lo demás. La manifestación es una progresión de relaciones intrincada y ampliándose siempre - cada contacto trae una expansión de conciencia, no sólo para las unidades involucradas, sino para todo el colectivo. Al mismo tiempo, es una expansión de amor e inclusividad, una capacidad de englobar conscientemente una mayor parte de ese todo - un poder creciente para unir todos los elementos tejiendo una amplia red de relaciones hasta que la síntesis subyacente de la creación se exprese como una unidad consciente.

Éste es el verdadero significado del Amor, la capacidad de relacionar aspectos superiores de la creación de forma armoniosa y bella. A través de las épocas, los conceptos de Belleza y Amor han sido falseados y deformados y su significado se ha vuelto menos evidente. La etimología puede ayudarnos a clarificar las cosas revelando su verdadera naturaleza. Si nos remontamos al pasado, la palabra belleza es una forma diminutiva del latín antiguo bonus, que significa 'bueno', y para que algo sea verdaderamente bello, también tiene que ser 'bueno', en sentido espiritual. La palabra 'Good' ('Bueno', en inglés), a su vez, aunque desde luego esté relacionada con la palabra 'God' ('Dios', en inglés), tiene sus raíces en la Alemania de la prehistoria, y la palabra gath que significa 'reunir', tiene su raíz en la palabra Inglesa 'gather' y 'together'. Pitágoras llamó al Creador, la fuente de todo, el 'Bueno', y éste es un título apropiado porque a través del esquema de la evolución, Dios lo une todo en su seno, y así lo 'reúne'. El proceso evolutivo podría ser definido por consiguiente de manera simple pero precisa como la progresión del bien.

Desde esta perspectiva, el universo está hecho de gradaciones sucesivas del bien, con la materia en lo más bajo de la escala, el espíritu en lo más alto, y la belleza o etapa de desarrollo de la armonía entre ellos - el área de resonancia que a menudo se llama el alma. Por consiguiente, cualquier alma es bella, por definición: es la belleza misma, el punto de tensión entre la unidad y la diversidad, la interacción entre lo manifestado y lo no manifestado, entre el espíritu y la materia.


A medida que lo que es inferior en el esquema evolutivo se acerca a lo que es superior, la resonancia, y por consiguiente la belleza, aumentan constantemente hasta que este principio mediador desaparezca, después de haber servido su propósito de intermediario, y los dos niveles se fundan en uno. A un nivel fundamental, la belleza aparece cuando la conciencia que reside en una forma ha integrado las partes constitutivas en una resonancia unificada. Esta armonía de movimiento crea un vórtice a través del cual la belleza entra como un flujo de luz, llevando la vida superior a la que es inferior, y elevándola hacia sí en el proceso.

Tres Tipos de Fuego

Y así el amor y la belleza son cualidades radiantes de este movimiento ordenado, rítmico, que gana en poder e intensidad a medida que la tasa de vibración de la conciencia se eleva de un nivel de expresión a otro. Como hemos mencionado anteriormente, esta transmutación tiene lugar a través de la acción del fuego. Para comprenderlo mejor, vamos a considerar ahora los tres tipos de movimiento asociados con la trinidad divina en términos de fuego.

Volviendo una vez más a Tratado sobre Fuego Cósmico, y empezando una vez más con el tercer Logos de Inteligencia Activa, recordamos que Su característica principal es el movimiento de rotación, debido a que Él es el fuego en la materia. Este fuego o calor latente hace girar al átomo que, con su movimiento, empuja a otros átomos. Por consiguiente es la base de la diversidad, la separación y la individualidad. La acción del tercer Logos se conoce como Fuego por Fricción.

El segundo Logos de Amor-Sabiduría se caracteriza por el Fuego Solar; es la espiral de fuego de la mente divina, el aspecto constructor de formas. A través del poder de atracción del Amor-Sabiduría, este Logos trasciende la tendencia a repelerse que tienen los grupos de átomos, para crear magnéticamente las formas, pero volveremos al tema en breve.

El primer Logos de Voluntad es el Fuego Eléctrico, el fuego de puro Espíritu. Este fuego impulsa la evolución hacia adelante para que se consuma en el fuego de la victoria. Rige el proceso evolutivo, aunque el resultado esté más allá de la comprensión humana, e incluso más allá de los conocimientos de las inteligencias espirituales más elevadas dentro del sistema solar. La naturaleza del fuego eléctrico del espíritu está bellamente resumida en la declaración de Cristo al iniciado, Nicodemus, que apela a la mente abstracta, si no a nuestro pensamiento racional. " El viento (… el Espíritu) sopla allí donde se encuentra, y tu puedes escucharlo, pero no puedes decir de donde viene ni a donde va. Así como todo lo que ha nacido del Espíritu".

                                   



Estas palabras contienen dos ideas - la de la procedencia y la dirección de un sonido, y el resultado que produce. Se trata de la evolución, y el efecto de la energía dirigente o de la actividad del Espíritu.

Y así tenemos el fuego eléctrico, el fuego solar y el fuego por fricción. Si queremos enfocar nuestra atención ahora en el segundo aspecto de Amor-Sabiduría, se dice que "el fuego de la materia y el fuego eléctrico del Espíritu mezclados, producen, en tiempo y espacio, ese fuego que llamamos solar. Es la cualidad de la llama, o llama esencial, producida por esta fusión .El Fuego Solar, en otros términos, es la Conciencia.




Crisis, Tensión, Emergencia

Después de haber considerado la evolución en términos de fuego, quizás no sea sorprendente que el dolor y el sufrimiento sean un rasgo común de la vida. Dado que el fuego por fricción rige nuestra experiencia en el mundo, cuánto más deseemos existir en él, más experimentaremos la intensidad ardiente del placer y el dolor que produce el contacto. El placer y el dolor son los dos grandes polos opuestos entre los que oscilamos permanentemente, es decir, hasta que aprendamos a caminar entre ellos a lo largo del sendero de la luz fría y brillante del fuego solar. Éste es el noble sendero medio de Buda, y quizás podemos ver desde un ángulo nuevo, la lógica imparable de Sus cuatro nobles verdades, basadas en la premisa de que el deseo de una existencia fenoménica es inseparable del sufrimiento y el dolor.

En términos de la ciencia esotérica, podríamos decir que un ser humano, como cualquier otra unidad de vida, es un vórtice de fuerza, un punto de vida divina vibrando en la materia con una tasa y una frecuencia específica. La búsqueda de sensaciones lleva a la conciencia a extenderse hacia el exterior, del centro a la periferia del vórtice, y a construir su identidad alrededor de los sentidos externos (físicos) dónde se experimentan los fuegos por fricción de la vida. En el transcurso de las encarnaciones sucesivas, estos fuegos por fricción estimulan la vida interior, la hacen más sensible y la perfeccionan.

Al principio, sólo los impactos más groseros son registrados en el aspecto encarnado del alma, pero después de innumerables encarnaciones, la conciencia despierta a vibraciones y sensaciones más sutiles, abandonando su deseo por lo que es más grosero. Así se sube en la escala de la evolución, con una interacción de la conciencia y el entorno - experimentando y asimilando, alcanzando un estado de saciedad, y después desapegándose para buscar algo nuevo y más elevado, cambiando de identidad todo el tiempo, de una tasa de vibración a otra. De esta manera se desarrollan las facultades de la mente, y se sube constantemente en la escala en espiral de la conciencia - una escala que va de las profundidades de la materia hasta las cimas más elevadas del espíritu.

Mirando un poco más profundamente, al mismo tiempo que reciben el estímulo de fuentes evidentes mentales, emocionales y físicas, todas las unidades de conciencia están sometidas a un bombardeo constante de energías más sutiles. Estas fuentes incluyen influencias astrológicas y fuerzas de los reinos angélico o deva; la Jerarquía espiritual - aquellas vidas liberadas e iluminadas que guían a la humanidad hacia adelante en línea con la Voluntad y el Propósito del Señor del Mundo, y hasta el Logos del sistema solar. Si a esto se le añade la dirección de nuestra propia alma, vemos que estamos viviendo en una inmensa matriz de fuerzas.



El resultado es un crecimiento y un despertar incesante de la conciencia interna.

Este crecimiento puede describirse como un modelo ordenado de Crisis, Tensión, Emergencia;

CRISIS > TENSIÓN > EMERGENCIA

INFLUJO DE ENERGÍA FOCO O ACUMULACIÓN EXPRESIÓN CREATIVA

Las Crisis impulsan el proceso evolutivo y proporcionan oportunidades necesarias para crecer.


Las Energías producen precipitación


Crisis, cuando hay un influjo especial de energía de alguna fuente a la que somos sensibles; tensión, cuando se acumulan en nosotros; y emergencia cuando estas fuerzas demandan ser liberadas a través de la expresión creativa bajo una forma u otra. En Los Rayos y las Iniciaciones, Alice Bailey dice que "los puntos de crisis y los subsiguientes puntos de tensión... [permiten] a las formas vivientes... introducirse en mayores zonas de conciencia".

Cada reino de la naturaleza puede ser considerado un punto de tensión dentro de la esfera del Ser del Logos planetario, y cada uno - en tiempo y espacio - está en proceso de generar esos puntos de crisis que producirán un potente (y a menudo repentino) progreso en el Sendero de Evolución. Actualmente la humanidad, en su situación actual, constituye un punto de crisis planetaria, generando un punto de tensión tal, que permitirá en breve avanzar en la dispensación de la cultura y civilización de la nueva era. El estudio del aspirante individual va paralelamente".

Las crisis impulsan el proceso evolutivo y por consiguiente, podríamos decir que son oportunidades ineludibles para crecer, a la vez individualmente y para la humanidad en su conjunto. Cuando los puntos de crisis se precipitan, las energías liberadas en nuestra conciencia nos ofrecen una serie de elecciones y de direcciones posibles. Si podemos alinearnos con la progresión del bien, estas oleadas de energía nos dinamizan espiritualmente, y comprendemos que el universo entero está de nuestro lado, que nos llama y nos eleva hacia mayores alturas vía el movimiento en espiral del fuego solar. Sin este alineamiento, las energías no se usan constructivamente, y se crean presiones dentro nuestro que estimulan la naturaleza inferior y causan perturbaciones o 'acontecimientos' que parecen escapar a nuestro control. Entonces se intensifican nuestras experiencias en los fuegos por fricción de la materia, causando dolor y sufrimiento, y así se aprenden duras lecciones. El proceso de crisis, tensión y emergencia puede resumirse en la frase" Las Energías producen Precipitación".

La Conciencia de Amor

Y así llegamos a la llamada de la naturaleza superior, y a las energías del alma que se precipitan en la personalidad a través de la "pequeña voz tenue" de la conciencia. En el libro, Del Intelecto a la Intuición, Alice Bailey comenta:

"El Maestro real, que reclama nuestra atención y la consiguiente obediencia, es el Maestro en el Corazón, el alma, el Cristo interno. Este Maestro hace sentir Su presencia, primeramente por medio de la "voz tenue y queda" de la conciencia, impulsándonos a un vivir más elevado y menos egoísta, emitiendo una rápida advertencia cuando nos desviamos del estricto sendero de la rectitud. Luego es conocida como la Voz del Silencio, la palabra que llega, el "Verbo encarnado", nosotros mismos. Cada uno es un Verbo hecho carne. Después lo denominamos intuición despierta. Quien estudia meditación aprende a diferenciar con exactitud estos tres. Este requisito exige, por lo tanto, obediencia implícita, que el aspirante presta rápidamente a los impulsos superiores que puede registrar en todo momento y a cualquier precio. Cuando se presta obediencia a esto, desciende del alma un raudal de luz y conocimiento".

La Conciencia es despertar al conocimiento interno de la verdad

La palabra 'conciencia' viene de la misma raíz que 'consciencia', de la palabra latina conscire - con, significando 'con, juntos', mientras scire, significa 'conocer'. El Diccionario Bloomsbury del Origen de las Palabras da esta interpretación "conocer algo por sí mismo". Los sustantivos derivados de conscientia añadieron una distinción entre el bien y el mal. Sin embargo, quizás simplemente podríamos separar la palabra en las dos partes que la componen, con y science; así, actuar según la conciencia de uno, es actuar con ciencia. Por consiguiente, la conciencia es la percepción de un conocimiento interno o VERDAD. Es el registro del fuego solar, y actuar con ciencia es entrar en ese fuego y seguir el camino de la verdad cuando se eleva en espiral siempre adelante, según la línea de progresión del bien.

La conciencia es una ola de energía de amor que nos alinea constantemente con el alma, y nos llena con un impulso irresistible de buscarlo activamente, para seguir su llamada dondequiera que pueda llevar. De hecho, nos lleva al centro de la cruz del discípulo, dónde nos encontramos en un estado de tensión dinámica, con la energía del alma fluyendo hacia abajo por el brazo vertical de la cruz, y hacia el exterior a lo largo del brazo horizontal de servicio. Nos convertimos en un canal para las energías del sistema, de amor-sabiduría; sentimos la conciencia de amor fluyendo a través nuestro, en contacto con todas las demás conciencias, ajustando su ritmo e induciendo un estado temporal de armonía con todo. También se experimenta la libertad, porque permanecer desapegados en el centro de la cruz, nos permite ver más allá de los problemas de la personalidad, y entrar en contacto, literalmente, con las energías de lo está en devenir. Por consiguiente, sabemos que a pesar del sufrimiento del mundo, un futuro glorioso le espera a la humanidad y nuestro privilegio es participar en su materialización en la tierra. Y cuando lo sabemos más allá toda duda, no podemos más que sentirnos libres y llenos de alegría.

La alegría es un barómetro sencillo y fiable de la vida del invocador. Brota de la tensión espiritual que se crea en la interfaz entre la invocación y evocación, dar y recibir , de crisis y emergencia - vivir con alegría es vivir invocativamente en el centro de la cruz. La alegría es una indicación de que nos estamos volviendo tan identificados con el alma de la humanidad, que la conciencia planetaria está fluyendo a través de nosotros, induciendo un estado de tensión en el ambiente y ajustando su vibración para armonizar con la de los planos espirituales, internos .

El Cuerpo del Alma

En el centro de la cruz, el ser humano es iniciado para alcanzar energías superiores de armonía, paz y serenidad, condiciones que parecen pasivas, incluso estáticas, en contradicción con su formidable tasa vibratoria; es una paradoja oculta que cuando aumenta la frecuencia espiritual, a menudo todo se vuelve más tranquilo y sereno en apariencia. Las energías del alma que se derraman en el individuo, lo hacen a través de los centros de fuerza que subtienden el cuerpo físico, aumentando su tasa de vibración hasta que se convierten en vías de acceso a las dimensiones internas.

Mientras que la mayoría de nosotros estará familiarizado con la noción de los siete centros mayores o chakras en el cuerpo etérico, que son espirales de fuerza parecidos a una flor de loto, se conoce bastante menos el hecho de que la envoltura del alma en su propio plano, también se parece a un inmenso loto de fuego viviente. Al principio de nuestras encarnaciones, este cuerpo del alma es poco más que un ovoide incoloro. Pero a medida que la conciencia despierta en los mundos inferiores, nuestras experimentaciones y experiencias en la vida se traducen en belleza y color en el cuerpo del alma. Cuando superamos nuestro deseo por las cosas de la tierra, este proceso se acelera pues significa nuestro control sobre la materia. Cada pensamiento y acción bueno es una prueba de este control y de la redención, mezclándose el fuego solar con el fuego por fricción. Finalmente, esta mezcla de fuego es tan ardiente que vuelve radioactivo el cuerpo del alma. Este proceso se describe gráficamente en las enseñanzas de Alice Bailey, en el pasaje siguiente, que resume bien nuestro argumento:

"Antes de la liberación final pero después de que la mayor parte del proceso de purificación y alineamiento se hayan completado, los vehículos del iniciado presentan una apariencia maravillosa, debido a las oleadas de energía de [el alma]… que pueden derramarse sobre él. El loto [solar] se despliega, y el "fuego" central se revela. Cada pétalo y cada círculo de pétalos palpitan con vida y color, y están en movimiento, girando con gran rapidez y con oleadas de energía viviente que circulan en cada parte del loto..... Los.... centros [en los cuerpos mental, astral y etérico]…. son ruedas radiantes de fuego, cada grupo se distingue por un color específico, y gira con tal rapidez que apenas pueden seguirlo los ojos. Los cuerpos están formados del grado más elevado de substancia, cada átomo individual, por consiguiente, es capaz de alcanzar un grado muy alto de vibración, y de brillar con la luz de su propio fuego central".

El cuerpo etérico especialmente se observa, en esta etapa, como un transmisor del tipo más puro de prana, y merece el nombre que se le atribuye a veces de "cuerpo del Sol". Es la envoltura que contiene los fuegos en el microcosmos; centraliza no sólo los fuegos del prana, sino los de los siete centros que son transmisores de todas las energías superiores de [el Alma], y de los dos cuerpos físicos superiores [los vehículos mental y astral]….. los tres centros que son de naturaleza estrictamente física - la glándula pineal, el cuerpo pituitario y el bazo - se vuelven luminosos y radiantes, y todos los fuegos del cuerpo reciben tal estímulo que los átomos que forman la envoltura física parecen irradiar..... Las energías que fluyen a través de un hombre cuyos átomos, centros, envolturas, y el cuerpo [del alma] forman una unidad coherente y están en plena y radiante actividad, son de tal fuerza y pureza que tienen un efecto definido en la naturaleza de aquellos con quienes entran en contacto. Sanan, estimulan y aumentan la vibración de sus hermanos humanos.




Conciencia; Amor; Radiación

La Radiación es transmutación en curso de realización....
el paso de un estado de ser a otro por medio del fuego.

Afortunadamente, ahora podemos comprender más fácilmente la radiación como transmutación en curso de realización... el paso de un estado de ser a otro, por medio del fuego. Vemos como tiene lugar por etapas en el esquema entero de evolución, que refleja el gran proceso del fuego eléctrico del espíritu, en contacto con el fuego por fricción de la materia y produciendo el sendero de conciencia en espiral, la relación entre los dos.

Los siete rayos

Realmente no podemos concluir nuestra discusión acerca de la perspectiva de Alice Bailey sobre la conciencia, sin tocar un factor más vital. En nuestras reflexiones de esta tarde, nos hemos basado en el papel de la trinidad divina y naturalmente surge una pregunta: ¿Qué es la trinidad - por qué el tres es tan fundamental? Sin entrar en un debate metafísico profundo, puede decirse que cuando aquel que es Uno, o una unidad absoluta, se divide y se convierte en una dualidad, inmediatamente entra en juego un tercer factor, y es la relación entre los dos. Por consiguiente el tres es el número divino que emerge inmediatamente de la dualidad. Y así tenemos el eterno triángulo del yo, el no-yo y la relación entre ellos en cualquier nivel de existencia, o lo que nosotros generalmente llamamos espíritu, materia y alma. Sin embargo también debemos considerar otro número divino que proviene del tres y es el siete. Todas las triplicidades pueden agruparse de siete maneras, según la proporción de sus influencias recíprocas, y aquí vemos la importancia del número siete y observamos su predominio, como por ejemplo, en las siete notas de la escala musical, y los siete colores del espectro cromático. Y en términos de la filosofía esotérica, la Trinidad divina produce naturalmente su propio septenario conocido como los Siete Rayos de Vida.


LOS SIETE RAYOS

Siete proporciones diferentes de poder producidas por la trinidad

RAYO DESCRIPCIÓN

1 VOLUNTAD
2 AMOR-SABIDURÍA
3 INTELIGENCIA ACTIVA
4 ARMONÍA, BELLEZA, ARTE
5 CONOCIMIENTO CONCRETO, CIENCIA
6 DEVOCIÓN, IDEALISMO
7 ORDEN CEREMONIAL, MAGIA

Cada unidad de conciencia pertenece a uno de los siete rayos y es una expresión, grande o pequeña de sus cualidades generales. Los tres primeros rayos mantienen los mismos nombres y características que la Trinidad divina que hemos estudiado, es decir, Voluntad, Amor-Sabiduría e Inteligencia Activa. Se conocen como rayos de Aspecto, siendo expresiones de la naturaleza o cualidad de la Trinidad divina. Los otros cuatro rayos se llaman rayos de Atributo, pues tienen su raíz en el tercer aspecto de la Trinidad, la Inteligencia Activa. Siendo modos diferentes de actividad inteligente, estos atributos encuentran su síntesis en el tercer rayo. Se conocen como: El Cuarto Rayo de Armonía, Belleza y Arte. El Quinto Rayo de Conocimiento Concreto o Ciencia. El Sexto Rayo de Devoción o Idealismo. El Séptimo Rayo de Orden Ceremonial o Magia. La naturaleza de estos rayos de atributo puede no ser comprendida inmediatamente, como en los rayos de aspecto, pero pueden ser considerados como modos de actividad inteligente - la manera en que la vida se adapta y organiza energía, substancia y materia.

Cada conciencia está coloreada por los siete rayos, pero responde a la cualidad de uno de ellos más que a la de los otros. En el caso de un ser humano, el rayo básico es el rayo del alma, pero también tenemos el rayo de la personalidad, así como los rayos que condicionan los cuerpos mental, emocional y físico. Esta interrelación crea un inmenso campo de oportunidades y una rica diversidad en la expresión de la conciencia humana que vemos en el mundo. Un estudio de los rayos es un estudio de la psicología esotérica, y el desarrollo individual puede ser medido por el grado en que los rayos que condicionan están en armonía entre si, y bajo la dirección del rayo del alma. En la psicología del futuro, esta manera de enfocar el desarrollo será cada vez más significativa y se entenderán mejor las relaciones subjetivas de la personalidad y su interacción con el entorno, en el contexto del Segundo Rayo de Amor-sabiduría.

El Segundo Rayo de Amor-Sabiduría rige nuestro sistema solar, y todas las vidas dentro de su esfera de influencia están aprendiendo a adaptarse a su penetrante vibración. Esto se ilustra en la doctrina del amor de Dios que impregna todas las enseñanzas religiosas y las une en su aparente diversidad. Y mientras el Segundo Rayo rige nuestro sistema solar, los siete rayos vienen de fuera de este sistema, pero entran en él a través del corazón del Sol; todos son, por consiguiente, emanaciones de amor-sabiduría. Cada uno de nosotros que pone un pie conscientemente en el sendero de la evolución, está ayudando a intensificar una de estas siete expresiones del amor, convirtiéndose en un transmisor de energía divina - "un punto de fuego de sacrificio, enfocado dentro de la ardiente Voluntad de Dios". La conciencia del iniciado permanece inmutable en este flujo, ayudando a la redención planetaria como "un punto radiante de crisis y que genera la tensión necesaria". Esto nos muestra que nuestras ideas sobre el amor deben ir más allá del deseo y del sentimiento personal, si alguna vez queremos comprenderlo del todo.

El deseo es la distorsión del amor y produce esos espejismos que actualmente cautivan y aprisionan a la humanidad. El espejismo es una percepción ilusoria de algo que es real y espiritual. Así como las estrellas parecen centellear y cambiar de color cuando su luz pasa a través de la atmósfera de la tierra, así también hay una apariencia distorsionada y alterada de la verdad y la belleza cuando su luz pasa a través de los velos del deseo y la emoción. Se crea una fachada ilusoria que brilla con una luz falsa, produciendo una fascinación que cautiva los sentidos. Entrar en este juego, es perderse en una gigantesca galería de espejos en la que todo es un reflejo distorsionado de otra cosa. Sin embargo, incluso en esta situación confusa, el alma con su fuerza redentora de conciencia, nos permite saber que nuestros actos no están en armonía con la realidad. Cada vez que oímos y obedecemos su llamada, aun cuando sólo sea esporádicamente, continuamos nuestra ascensión en la espiral de conciencia, hasta que, como consecuencia, una perspectiva más elevada altera nuestro sentido de las relaciones. Esto lleva finalmente a una completa fusión con la conciencia misma del amor, a medida que despertamos y nos fundimos en esta gran corriente evolutiva.

Y cuando, a este cuadro general, le añadimos el elemento sonoro, tenemos la gran energía creativa que dirige este movimiento ordenado del universo hacia adelante, generando presiones, tensiones y fricciones en la envoltura del espacio, y dando lugar a todos los otros fenómenos. Cada unidad de conciencia se forja un vehículo sonoro en los fuegos de la existencia para participar en la gran sinfonía de los cielos. En el libro Espejismo (Glamour), un Problema Mundial, podemos leer que cada ser humano está "perfeccionando un instrumento mediante el cual pueda escucharse la música del alma, y más adelante la cualidad musical de la Jerarquía (el reino de las vidas superhumanas)… el sonido compenetra todas las formas; el planeta mismo tiene su propia nota o sonido; cada diminuto átomo tiene su sonido; cada forma puede ser evocada en la música y cada ser humano tiene su acorde particular, y todos las acordes contribuyen a la gran sinfonía que la Jerarquía y la Humanidad están ejecutando y ejecutan ahora. Cada grupo espiritual tiene su propio tono... y los grupos que colaboran con la Jerarquía producen incesantemente música. Este ritmo de sonidos y esta miríada de acordes y notas se fusionan con la música de la Jerarquía, y tal sinfonía se enriquece continuamente; en el transcurso de los siglos, estos sonidos se unirán lentamente y fusionarán entre sí hasta que algún día la sinfonía planetaria que Sanat Kumara está componiendo, habrá terminado y nuestra Tierra hará una notable contribución a los grandes acordes del sistema solar, lo cual constituye una parte intrínseca y real de la música de las esferas. Entonces, como dice La Biblia, los Hijos de Dios, los Logos planetarios, cantarán al unísono. Tal será el resultado de... la armoniosa relación de todas las partes...".

El amor es la energía que asegura esta relación correcta. A través del poder de su silencio imperativo, orquesta las relaciones musicales en espiral entre los polos del espíritu y la materia, considerando cada unidad separada de conciencia, que se encuentra entre ellos, como instrumentos en la sinfonía del todo. Cuando cada uno de nosotros despierte a la conciencia de amor, encontraremos nuestro lugar en esta fuerza que nos guía, y la gran Ley de Amor que rige la creación de Dios nos guiará plenamente en nuestras vidas. Cuando vivimos en armonía con esta ley, asumimos mayores responsabilidades para propagar la regla en los niveles inferiores de la manifestación y nos convertimos en co-creadores divinos, en la construcción del "nuevo cielo y la nueva tierra".

La Conciencia de Amor es vivir de acuerdo con un conocimiento intuitivo de las Leyes superiores del Sistema Solar.

Por consiguiente, la ley de servicio es la nota clave de la vida espiritual - "la irradiación espontánea de un corazón amoroso y una mente inteligente" derrama el amor de Dios en todos. La conciencia superior está despertando y ya no es sólo la voz de la prudencia la que nos alerta si cometemos una mala acción. Es algo mucho más grande, que extiende nuestra conciencia para que lo englobe todo y nos capacita para actuar en armonía con nuestra propia alma, así como con el alma del todo. Debido a que este sistema solar está basado en el amor, todo lo que contiene es amor en grados diversos, y cuanto más consciente se es, más amor se expresa. Y así, a través de la alegría del servicio y con el corazón radiante, estamos ayudando a expandir la conciencia del todo gracias a la energía de amor. Éste no es sin embargo un amor místico vago. Pues, como hemos visto, se puede interpretar la palabra conciencia como 'con ciencia', y vivir la propia vida con la conciencia de amor es vivir de acuerdo con 'un conocimiento intuitivo de las leyes superiores del sistema solar'. Es trabajar como un mago blanco y manejar esas energías de amor que pueden ayudar a la humanidad a dar el próximo paso hacia un futuro glorioso. Por nuestra participación en el acto de hoy, habremos construido un forma pensamiento de belleza y de poder que facilitará y reforzará este proceso - un proceso con el que cada uno de nosotros puede armonizarse de vez en cuando, y ayudar a meditar en la vida. Gracias.


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Extraído http://www.lucistrust.org/es/arcane_school/talks_and_articles/the_conscience_of_love#up
Imágenes extraídas: http://lasendadebaraka.blogspot.com.es/2015/07/la-conciencia-del-todo-gracias-la.html





CANALIZACIÓN DE LA CONSCIENCIA ELOHIM






Desde el corazón de la Tierra la Luz es irradiada, envuelta en Amor Incondicional y Compasión hacia todos los Seres. Somos aquellos que desde el Corazón Cristalino de la Madre GAIA sostenemos el propósito del cantar Sagrado de su Plan Divino. Somos aquellos que vigilan su caminar. Aquellos que sostienen desde el Amor, la Verdad y la esencia de cada principio viviente sobre esta Tierra. Somos los Elohim, Guardianes del Plan Divino de la Humanidad.


Nuestra Semilla de Luz permanece irradiando en el corazón de cada Ser Humano. Nuestra fuerza habita en su interior, manifestada a través de la conexión con los Elementos. El lenguaje vivo de la Tierra resplandece en cada uno de Ustedes, es algo que no pueden negar. Son regidos por los Elementos de la Tierra y estos les proporcionan la Fuerza y la Vida para recorrer los caminos que su Alma traza en su andar sobre este maravilloso Planeta. De esa forma la Consciencia Elohim comulga con la Humanidad y tenemos el profundo compromiso de acompañar cada paso de su despertar.

Finalmente hemos llegado al evento Planetario que estuvimos esperando. La conjunción Cósmica conocida como Portal 888. Es de suma importancia que cada uno de Ustedes pueda comprender el origen y el propósito de esta conjunción numérica, de manera que su corazón en verdad pueda alinearse y sostener la parte del Plan Divino que le corresponde.

Para ello, debemos remontarnos hacia la historia del Planeta. A la Primera era de Luz llamada MU, ya que es en esa era donde la Conjunción Cósmica 888 comienza a tener relevancia para este Planeta.

MU representó el origen del Plan Divino de la Tierra, en el cual GAIA se constituye como una Biblioteca Viviente cósmica en conexión con un circuito de Bibliotecas vivas distribuidas a través de la Galaxia.

Estas Bibliotecas en conjunto representan un núcleo de aprendizaje e intercambio de información, el cual se da mediante la Vida. Cada mundo, cada ser Vivo y cada Elemento contenido en cada una de estas Bibliotecas porta información y esta fluye a la velocidad de la Luz a través de los entramados que les conectan. A estos entramados los llamamos ADN y en verdad permanecen en sintonía eternamente.

Las consciencias que habitan los mundos sostenedores de las Bibliotecas Vivientes son considerados Guardianes y tienen acceso a todos y cada uno de los Elementos. Las restantes Bibliotecas Vivientes que acompañan a GAIA dentro del circuito vivo de esta Galaxia son: Sirio, Pléyades, Orion, Antares, Arcturus y Venus.

Juntos forman el circuito de 12 Bibliotecas Vivientes y a través de todo ser vivo mantienen la conexión. Las Flores, Plantas, Cristales, Arboles y Animales, son receptores y guardianes de los Registros Cósmicos de información que se intercambian y son los habitantes de cada mundo los Guardianes de cada una de estas Bibliotecas.

MU es la era en donde todo esto tiene su origen para la Tierra y a partir de ahí, el ADN de la Humanidad es constituido como un compendio del ADN de cada una de las restantes Bibliotecas.

Cada una de las Naciones cósmicas que habitan los mundos que constituyen el circuito de Bibliotecas Vivientes, aportan información y material genético para constituir el ADN de la Humanidad. Dando origen a los 12 Filamentos que componen el ADN original de los Seres Humanos.


La información contenida dentro del cuerpo humano es verdaderamente muy vasta y en cada Filamento de ADN se encuentran circuitos de Luz, que sostienen la capacidad de transmitir y recibir información a gran velocidad. Al mismo tiempo, el ADN y el cuerpo humano poseen la energía viva de los Elementos de la Tierra, lo cual da acceso total a la información que la Madre Tierra resguarda.

En la era de MU los seres eran capaces de vivir en comunión con la Tierra, abriendo la Biblioteca y recibiendo de ella toda la fuerza, la energía y el sustento necesario. No existía la depredación como forma de sustento. Todo les era otorgado desde la conexión con la Vida y los Elementos.

Sin embargo, la era de MU finaliza tras la caída de consciencia de sus habitantes y la Madre Tierra tiene que entrar en un periodo de restauración, creando con ello una gran era glacial que enterró los remanentes de MU bajo lo que hoy es conocido como Antártida.

Pasaron las eras y la Humanidad estuvo lista para reiniciar una nueva era de Luz llamada Lemuria, la cual se manifiesta en orden y Amor, hasta que de forma paralela inicia el proyecto de una Ciudad a la cual sus fundadores llamaron Atlántida.

Es en la Atlántida donde se vive la mayor caída de consciencia conocida por la Humanidad, en la cual los principios de la Luz fueron violados y el ADN colectivo de la Humanidad sufrió una profunda degeneración. Así como la Madre Tierra, quien por primera vez en su historia fue profundamente dañada bajo los actos de los seres humanos.

En la Atlántida, aquellos que habían perdido la conexión con la Fuente buscaron experimentar con el ADN, para crear mutaciones y tratar de desentrañar los Códigos de Luz contenidos en el ADN humano. Códigos que facilitan el acceso a las Salas de Registros Planetarios y a los Portales de la Luz. A su vez, por primera vez se genera la separación de la energía femenina y masculina a nivel colectivo, luego de que se viera interrumpida la labor Planetaria de Amor Incondicional que en esa Tierra la Hermandad de la Rosa llevaba a cabo.

Los Atlantes no solo alteraron el Código Genético, también crearon un poderoso vórtice de energía que termino colapsándose y fracturando las Rejillas Planetarias ocasionando que se generará una gran anomalía magnética que dio origen al triángulo de las Bermudas, finalizando con ello las eras antiguas de Luz a nivel Planetario y una profunda, muy profunda herida que hasta la fecha se ha sostenido en la consciencia de la humanidad.

Fue hasta el nacimiento de Jesús y María Magdalena que se da origen al nuevo intento de restablecimiento de la Biblioteca Viviente Tierra. En esta ocasión la fuerza de este renacer de la Luz se activa una vez que los Seres Humanos asuman su responsabilidad sobre el cuidado de la Tierra y de todos los Seres Vivos.

Esta consciencia de responsabilidad ha comenzado a despertarse de manera colectiva en todos Ustedes. Por ello cada día son más las personas que se ocupan del cuidado del medio ambiente y de la Vida y respeto hacia los animales. Ustedes son Guardianes de la Tierra y en su cuerpo viven las llaves para el restablecimiento del Plan Divino, la Biblioteca Viviente. Sin embargo, es de suma importancia que cada uno de ustedes active su propia Sabiduría interior y la Maestría que habita en el corazón. Pues al recuperar el Poder toda la Luz se activa en el Ser Humano.

El Portal 888 es de suma importancia para la consciencia Planetaria. Sin embargo no es la fecha en si lo que es importante, sino el despertar de la información contenida detrás del código numérico del triple ocho. Al cual llamamos La Puerta del León. Y es por sí mismo un acontecimiento astronómico.

Durante la Puerta del León, en el amanecer, Sirio y el Sol son alineados, generando la apertura de una Puerta multidimensional a través de la cual se renuevan los registros Planetarios. Durante esa alineación se descarga información que fluye a través de las Rejillas hacia la consciencia colectiva de la Humanidad. Información que llega codificada de acuerdo a lo que la Humanidad está despertando y viviendo en ese momento.

En el 2008 la Tierra recibió una muy importante actualización de la información, que generó una renovación y recodificación del ADN Humano con la activación de los Filamentos Delfinicos.

En esta ocasión de nuevo se recibirá una Importante recodificación, pero esta vez será la energía de los Pilares de la Consciencia la que se liberara hacia la Ruta lumínica del ADN planetario.

La energía de los 13 Pilares de la Consciencia será liberada desde Antártida, la antigua Tierra de MU. Lugar donde residen los Registros Planetarios y desde el cual la Biblioteca Viviente será reactivada.

Esa energía pasara por la Guardiana de la Matriz Divina de la Humanidad: la Montaña Sagrada llamada Mamita Putucusi, en Perú. A su vez la energía de los Pilares de la Consciencia pasara por la Esfinge de Egipto, cuya energía representa el ADN de la Humanidad, generándose con ello la transmutación del código genético deformado.

Que la Luz sea restablecida en la Tierra y la Justicia sea hecha desde la Luz Divina para toda la Humanidad.

En Amor desde el corazón de GAIA

La Consciencia Elohim

Portal 888

Canalización del Maestro Sanat Kumara

Hemos finamente llegado al momento en el cual la energía y la labor iniciada en Antártida en el pasado mes de marzo, encontrará su punto cúspide de activación a nivel Planetario.

Hemos llegado a la Puerta del León 888 y con ello recibiremos la reactivación de la Matriz Divina en el Ser Humano.

En el pasado mes de marzo la Consciencia Elohim se unió con la Familia Cetácea de Luz y la Familia Arcturiana, para generar en Antártida la Activación de un Cristal y la liberación de la energía de los 8 Registros Planetarios y los Pilares de la Consciencia. Esa energía fue trasladada posteriormente hacia el Lago Titicaca, lugar donde se generó la Activación de otro Cristal y el nacimiento del Agua Trina.

A partir de este momento todas las energías liberadas en Antártida, confluyen hacia Perú con el propósito de generar en la Puerta del León el anclaje y la activación de los 13 Pilares de la Consciencia a nivel Planetario.

Los Pilares de la Consciencia son Códigos de Luz cuya energía se mantuvo viva en los Seres Humanos que habitaron las eras de la Luz de MU, Lemuria y Atlántida. Estos Códigos representan la conexión del Ser Humano con las Leyes de la Luz y corresponden a elevados estados de consciencia en los cuales el Ser es capaz de reconocer la sabiduría interior para plasmarla y dirigirla hacia el cumplimiento del Plan Divino.

Cuando ocurre la caída de consciencia en Atlántida estos códigos son borrados del ADN humano, conduciendo a la humanidad a una existencia en la cual la depredación y la separación formaban parte del principio primordial de la existencia.

Los Pilares de la Consciencia al final de la era de Lemuria, fueron depositados en distintos templos del Perú, con el propósito de resguardar su Luz hasta el momento de su reactivación a nivel Planetario. Estas energías, también fueron preservadas en la gran Tierra de MU, hoy conocida como Antártida, la Biblioteca de la Tierra. Las cuales gradualmente fueron liberándose desde el año 2011.

Los Pilares de la Consciencia son llaves que permiten la reactivación del entramado oculto del ADN. Aquel entramado que fue deformado en Atlántida y cuya impronta se encuentra resguardada en la Esfinge de Egipto, pues esta representa por sí misma una mutación genética al ser un León con cabeza de humano.

A través de la reconexión con los Pilares de la Consciencia el ADN humano es capaz de reactivar la impronta de la Matriz Divina, que no es otra cosa más que un entramado vivo de Luz e información que fluye a través de los 12 Filamentos de ADN y desemboca en el Filamento 13 para crear la activación del cuerpo físico como vehículo activo de la Luz y del Alma para el ser humano. Una vez que la Luz se activa en el Cuerpo Fisico el Alma puede fundirse completamente con el, activando la frecuencia de la Matriz Divina y permitiendo la conexión con la Biblioteca Viviente GAIA.


Los Pilares de la Consciencia se representan como principios o estados de Consciencia:
















Principios que al ser recuperados y reafirmados en el ADN la consciencia del ser humano será lo suficientemente fuerte para volver a la coherencia espiritual y a la reconexión con su Maestría interior y de esa forma retornar hacia el principio unificado de la creación en el cual la energía femenina y masculina se reconocen como UNO en el amor más profundo.

Una vez que se genera esa reactivación de los Principios Divinos contenidos dentro de los Pilares de la Consciencia, se abre la Puerta para que la energía femenina y masculina a nivel colectivo puedan reintegrarse, mediante la sanación de las heridas mas profundas, las cuales pueden adquirir una nueva perspectiva basada en el Amor y la Compasión, para dar paso a la liberación mutua y la recuperación de todo el infinito potencial que cada uno de los Principios porta.

En esta ocasión, activaremos la Totalidad de los Pilares de la Consciencia entrando en resonancia con la Puerta del León y la Familia Cetácea de Luz.

En Amor profundo,

Sanat Kumara



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