UN SENTIMIENTO NUEVO de LA REALIDAD DEL SER por JEANNE SALZMAN




UN SENTIMIENTO NUEVO



~ 33. TENGO UNA CONFIANZA CIEGA EN MIS EMOCIONES

Al afrontar la vida, es la fuerza del yo ordinario la que me empuja. Su posibilidad de existir depende del mundo que lo rodea. Tiene un miedo profundo de no ser nada y tiene miedo de que le falte la seguridad, de que le falte el poder y el poseer. Es susceptible, siempre ávido de reconocimiento; se descorazona fácilmente, esta en rebelión contra los otros y lleno de lastima de sí mismo. Hay un miedo que forma parte de mi presencia casi constantemente. No es un miedo especifico, si no un miedo generalizado, el miedo de una inseguridad, de no ser capaz o algo por el estilo. Y la avidez siempre esta allí. Quiero obtener, quiero cambiar, quiero llegar a ser algo.

La negatividad es mi estado emocional habitual. Las cosas me afectan siempre en relación con mi amor propio, con lo que me gusta o no me gusta, con lo que quiero o no quiero. Hay un encierro perpetuo en el cual me endurezco, estoy preso en un ego que grita «yo». El todo, el ser, está olvidado. Al mismo tiempo hay una necesidad de dar, de amar. Pero no puedo amar fuera de la conciencia. El amor es una cualidad de la conciencia.

Si quiero conocer lo que «es», debo darme cuenta de que ni la palabra ni la emoción que la acompaña son una percepción de la realidad. La palabra no es el hecho, la emoción no es el hecho. Los dos son la reacción de mi condicionamiento a todo lo que me impresiona. Pero tengo una confianza ciega en mis emociones. Nunca las pongo en duda. Creo que son la expresión de una visión pura, y no veo que sean la expresión de un condicionamiento implacable. Y por eso no veo la absoluta necesidad de observar esas emociones, es decir, de mantenerme delante de ellas sin reaccionar, sin piedad frente a mi deseo de reaccionar--con la necesidad de conocer manteniéndose como lo más fuerte- sin excusarlas, sin rechazarlas, viviendo con ellas, con un pensamiento agudo y preciso sin descanso, un pensamiento que no flaquea ni se desvía. De esa manera podré llegar quizás a estar libre de su influencia, a ver su sentido y su proyección y a ser capaz, en ese momento, de entrar en la inteligencia del silencio, que es la única donde puede darse la comprensión.

Para entrar en esa búsqueda, observare una emoción que por lo general ocupa la mayor parte de mi atención: por ejemplo, la envidia o esa rabia mía contra los demás que siempre evito mirar. Pero si quiero ver esas emociones, no debo evitarlas. Debo vivir con ellas, momento tras momento. Estoy totalmente atento, atento con todas las diferentes partes de mi Presencia a los movimientos de mis emociones. La energía es pura. No tiene ningún propósito de ambición subjetiva. Siente la necesidad de permanecer pura para ver. Es una energía de arriba más poderosa y más inteligente que el nivel de las emociones que me agitan. Solo a través de ese trabajo mediré la fuerza de mi apego.

Necesito experimentar lo que retiene mi pensamiento y mis emociones en cierto nivel, los contactos repetidos con cierto orden de ideas a los cuales el pensamiento se somete. Necesito ver la hipnosis de ese contacto. Para aspirar a otros contactos, a otras impresiones, trato de soltarme de ese contacto dejando que todos mis aparatos de percepción se vuelvan más sensibles a la atracción de una energía que pertenece a un nivel mas enrarecido. Los contactos más frecuentes con esa energía nos traen nuevas posibilidades.

~ 34. EL SENTIMIENTO PERMITE UNA RELACIÓN

Todas las posibilidades están en mí y sin embargo puedo pasar toda mi vida sin que nada cambie. En mi existe la energía más alta, de la cual nacen todas las demás. Es una parte de mí. El asunto no es hacerla aparecer, sino dejarla pasar. Mientras más me esfuerzo, más estrecho se vuelve el pasaje y nada puede ya pasar por él. Debo aprender a someterme voluntariamente a la influencia de esa energía más alta. Siempre hay en nosotros una fuerza activa y otra pasiva. Pero las dos fuerzas solas no son suficientes. No se relacionan. Tiene que aparecer una tercera fuerza, una fuerza conciliadora, un cierto sentimiento que transforma todo porque permite una relación.

Si uno pudiera ver la acción de esa ley de fuerzas, comprendería mejor porque es tan difícil estar presente y quedarse alli. Estoy presente al mismo tiempo a dos partes de mí mismo, sintiendo la necesidad de una fuerza de conciliación entre las dos. Un sentimiento nuevo debe aparecer, el sentimiento de «mí» vuelto hacia una realidad de la que participo y, al mismo tiempo, atraído por el mundo en el que vivo. El llamado de esos dos mundos me obliga a estar presente para comprender que no puede existir uno sin el otro y que uno debería ser espiritualizado por el otro. Una relación consciente debe aparecer.

La relación es un contacto, un contacto directo sobre el mismo nivel, con la misma intensidad. Tengo diferentes tipos de contacto: unas veces siento, otras veces tengo la sensación, otras veces veo. No hay conciencia sino cuando la intensidad es la misma en los tres centros. Sin embargo, la relación no puede venir del pensamiento viejo que se identifica con las imágenes y no tiene el poder de vislumbrar lo desconocido. No puede aparecer una nueva dimensión cuando el viejo pensamiento esta activo. Cuando uno descubre la limitación, la incapacidad de ese viejo pensamiento, ese descubrimiento es la inteligencia misma. En el momento del descubrimiento hay un movimiento totalmente diferente, que es una liberación, Y solo cuando funciona esa inteligencia la nueva dimensión puede operar a través de ella.

Puedo descubrir que hay una energía en mí que no está libre, que mi pensamiento moldea el estado en el que me encuentro. En cuanto veo como estoy sugestionado por el menor de mis pensamientos, mi interés se despierta. Pero debo ir mucho mas allá, debo ir a la raíz, verlos levantarse. Sin dar nada por sentado, con precaución, observo silenciosamente las causas y los movimientos de mis pensamientos y su influencia sobre todo el resto. Esto exige una gran paciencia. Es un esfuerzo difícil que me lleva a soltarme de todo. En esa actitud, que proviene de un deseo profundo de conocer, de conocer la verdad, sea cual sea y no la que yo espero, descubro algo nuevo. En la calidad de atención que esta allí para mantenerme delante de lo que es, hay una luz, hay una inteligencia; vacilo en decir un «sentimiento» porque pensamos saber lo que es el sentimiento. Es una cualidad enteramente nueva que tiene la capacidad de conocer. Cuando aparece, mi mente (viéndose a sí misma) abandona su autoridad y mi cuerpo, deslastrado de su influencia, se relaja. La energía liberada encuentra su propio movimiento y mi cuerpo se somete para entrar en una relación justa hacia ella. Ese sentimiento hacia lo que yo soy acerca lo que es visto a lo que mira. Ya no hay un observador y un objeto. Soy lo que mira y lo que es visto. Cuando me abro enteramente a mi Presencia, cuando «Yo Soy», entro en un mundo diferente donde ni el tiempo ni el espacio existen. Soy uno, un todo. Los pensamientos cesan, la razón desaparece. Siento el «Yo». El sentimiento es el instrumento esencial del conocimiento.

~ 35. EXPERIMENTO «Yo SOY»

No sé si ustedes y en que el problema que tenemos es el del sentimiento. Empezamos a ver la pobreza de cualquier emoción, sentimos la necesidad de un sentimiento más puro, más penetrante. Pero no llegamos en nosotros a la profundidad donde puede tener lugar una transformación, No abandono mis ídolos. Se despierta en mi un anhelo de ser más completamente yo mismo, de abrirme a una parte muy alta de mí mismo donde habita una fuerza emocional que conoce. Necesito escucharla. Para esto necesito alcanzar una profundidad de silencio donde mi sentimiento ya no esté atado a mi egoísmo habitual. Solo en ese silencio esa fuerza es verdad.

Quiero estar presente, mantenerme presente. Pero me siento impotente. Siento que no puedo querer, no puedo ser. No tengo un deseo fuerte, un querer fuerte. Necesito ayuda, necesito una fuerza de otra calidad. La ayuda me viene bajo la forma de un sentimiento más activo, dotado de más convicción; un sentimiento que viene del centro emocional superior. Conozco en ese momento una nueva posibilidad en mi Presencia que me sitúa diferentemente en relación con lo que me rodea y me da el sentido de mi Presencia.

Pero no conozco esa ayuda y solo recibo esa fuerza cuando experimento la necesidad imperiosa de ella. Ese llamado viene de la visión, cuando siento mi impotencia tal como soy. Entonces hay algo justo, algo verdadero en la conciencia que tengo de mi situación, y puedo desear la ayuda de esa fuerza, otra posibilidad de ser, y querer someterme a esa ley. Le doy un lugar en mí, atento a conformar la actitud de todas mis partes para recibirla. Mientras le dé el primer lugar, puedo recibir su ayuda. Pero ese sentimiento de impotencia es demasiado esquivo. De nuevo creo que puedo, tal como soy, y regreso a la imaginación de mi yo, a mi ceguera.

¿Cómo comprender la experiencia del sentimiento? Sabemos lo que es sentir algo, el contacto interior. Experimentar, sentir profundamente, pide otra calidad. El sentimiento no tiene nada que ver con «amar» o «no amar» y sin embargo se trata de la emoción. Experimento la tristeza y la felicidad. El sentimiento siempre se eleva; prende y se apaga. Y experimento, siento profundamente, «Yo soy». El sentimiento puro no tiene objeto. Solo puedo comprenderlo si soy capaz de ver sin una idea, de estar en contacto con «lo que es».

Empiezo a ver que el mundo en el que vivo es un mundo de ficción. No es un mundo real. La visión que tengo de mí mismo no es la de mi propia realidad. Me veo a través de mi mente ordinaria, perdido en la imaginación que tengo de mí mismo. Solo por breves instantes toco algo real de mí mismo: tengo el sentimiento de que yo soy. El sentimiento que tengo de mí mismo me hace conocer mi realidad. En ese momento, y solamente en ese momento, sé que yo soy. Estoy en la fuente. Tengo ahora una medida de mi realidad que es la realidad en si misma más que mi estado habitual con mi percepción ordinaria. Esa realidad siempre esta allí. Necesita volverse el centro de atracción de mi sentimiento.

Gurdjieff dio el ejercicio «Yo soy» para trabajar sobre el sentimiento. En un estado de recogimiento experimento el sentimiento «yo». Lo dirijo a mi brazo derecho: «yo»; después tengo la sensación en mi pierna derecha: «soy». Después, tengo un sentimiento, pierna derecha; sensación, pierna izquierda; sentimiento, pierna izquierda; sensación, brazo izquierdo; sentimiento, brazo izquierdo; sensación, brazo derecho. Y cuando he hecho esto tres veces, cada vez con el sentimiento «yo» y la sensación «soy», siento todo el cuerpo: «yo», y siento todo el cuerpo: «soy». Experimento «yo» siempre como sentimiento; «soy», como sensación. El sentimiento es una calidad más intensa de sensación. Este ejercicio puede también ser practicado en canon empezando por la pierna derecha, pierna izquierda y así sucesivamente. De la misma manera, «yo soy» puede ser remplazado por «Señor..., ten piedad».

~ 36. EL SENTIMIENTO DE SER

Cuando siento la energía que anima mi cuerpo, mi pensamiento se relaciona con ella; se establece entonces una especie de equilibrio, pero eso no es suficiente. Mientras mi sentimiento no se abra, no estará realmente vivo.

Empiezo a tener el deseo de ser y de sentirme como un todo, pero estoy todo el tiempo confrontado con la fuerza de mi automatismo. Por una parte, está el movimiento de unidad que me abre a una nueva percepción y por la otra el movimiento inexorable de fragmentación. Esa confrontación llama en mí una fuerza insospechada, una atención que de otra manera nunca tendría la necesidad de aparecer.

Esa atención conduce al momento de conciencia, es el fuego que opera la fusión de fuerzas, la transformación, El esfuerzo para tomar conciencia de esos dos movimientos exige a la vez una actividad mayor a mi atención. Ese esfuerzo la despierta, despierta una fuerza adormecida. Mi atención es completamente movilizada, concentrada al mismo tiempo en los centros superiores y en los inferiores, en el funcionamiento de toda mi Presencia. Esto depende del sentimiento de ser, un nuevo sentimiento que aparece. Así, el recuerdo es ante todo el recuerdo de esa otra posibilidad, la búsqueda de una fuerza más activa en mí mismo. Quiero conocer, quiero ser.

Necesito comprender lo que es necesario para un cambio de ser, que no puedo llegar a nada sin la ayuda de los centros superiores. En el estado habitual solo tenemos acceso a la mente ordinaria, que no tiene la energía necesaria. Comprenderíamos más si pudiéramos tener un mayor sentimiento hacia nuestro estado, hacia el hecho de que no oímos el llamado de los centros superiores, no lo escuchamos. Para que mi ser cambie, tengo que comprender mi estado con el sentimiento.

Pienso que comprendo mi estado, pero mi sentimiento no está concernido. Ese pensamiento es pasivo. No hay la visión que podría penetrar y permitir una percepción del hecho real. No hay una energía capaz de entrar en contacto con el hecho. Entonces, o busco pasar más allá de los movimientos de mi pensamiento y de mi emoción, o me topo con lo que me aprisiona sin poder salir de allí. No he entendido del todo mi propia realidad y el hecho no tiene ninguna acción sobre mí. Estoy aquí: pienso, siento, experimento. o bien mi atención se retira bruscamente y siento una impresión de calma, soy tranquilizado, consolado. Pero algo en mi se volvió pasivo y el movimiento que va a seguir no va a nacer de un conocimiento, sino del deseo de retener lo que experimento y afirmo o niego. No veo la necesidad de una energía que no sea contaminada ni por mis pensamientos ni por mis emociones, una energía capaz de penetrar la acción de lo que se le opone. La única fuerza que podría cambiar algo aparece cuando la necesidad se vuelve consciente. Estoy insatisfecho, y no tengo nada en mí que sepa. No es una inquietud, es un hecho. Soy tocado por ese hecho y aparece el sentido de una urgencia. Me siento concernido. Me comprometo en ese acto de ver; entonces emerge una energía que pertenece al acto cuando es puro. Es la aparición del «YO».

Ser consciente de sí mismo quiere decir ser consciente de la impresión que es recibida. En el momento de conciencia, lo que ve y lo que es visto se funden en una entidad, un sentimiento puro. Nace una energía no contaminada y me es absolutamente necesario seguir. Sin esto nunca sabré lo que es verdad, nunca entrare en un mundo que es enteramente nuevo.



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Continúa: EL TRABAJO PARA ESTAR PRESENTE 







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