COMO UN SEGUNDO CUERPO






COMO UN SEGUNDO CUERPO



~ 110. ESTA PRESENCIA INMATERIAL EN MÍ

¿Qué es lo que en nosotros corresponde a lo que es la vida orgánica para la Tierra? Los órganos de percepción especial, las partes superiores de los centros, reciben una impresión directa de una energía más fina. Es una percepción que va más allá de la función mecánica, a través una función más consciente. Esto requiere la formación de una red que mantiene en sus mallas una sustancia que sería la sustancia del segundo cuerpo. Para recibir las influencias y transmitirlas, tengo que sentir mi Presencia como un segundo cuerpo. Necesito acumular los elementos activos que comienzan a vivir su propia vida, a crear otra naturaleza dentro del cuerpo físico, un mundo dentro del otro, con sus propias experiencias.

Yo estoy aquí. No me veo realmente. Y siento la necesidad de verme. Mi cuerpo necesita abrirse a una fuerza a la que está cerrado, una fuerza que viene de arriba, de un poco más arriba de mí cabeza. Mi pensamiento no me permite abrirme a ella, mi cuerpo tampoco. Veo que mi cuerpo necesita de un estado consciente, de un estado de unidad absoluta. Él toma una posición muy recta y soy consciente de él con la misma fuerza en todas sus partes. Ya no es el cuerpo lo que importa; es la fuerza que lo llena. Ella tiene una intensidad mayor que el si ella deja actuar. Ella viene de más arriba de mí cabeza y lo atraviesa si no hay ninguna tensión. Pasa a lo largo de toda la espalda, entre las dos piernas, sube por el vientre, el pecho y la cabeza. Es una fuerza que tiene su movimiento propio y que necesita vivir en mí.

Siento entonces que se opera un movimiento de relación. No soy yo quien lo hace, pero siento la necesidad de dejar libre el lugar para que él pueda operar. Él se refuerza, se vuelve más rápido, y siento una transformación en mí. Es, en verdad, la presencia en mí de una energía que tiene su vida propia. Mi cuerpo se tranquiliza para dejar pasar la energía del cerebro y unirse a él, Esa unión crea una fuerza nueva, una energía más intensa, más inteligente. Esto forma como un cuerpo interior que se deshace tan pronto la relación se deshace. Nuestro trabajo consiste en producir esa relación y en estar despiertos a lo que pueda sostenerla. Para reconocer la verdad de esta Presencia inmaterial que está en mí, necesito estar disponible para ella de una manera completa, total.

Comienzo a sentir bien esta Presencia casi como otro cuerpo en mí cuerpo, que tiene sus propias funciones. No trato de imaginármelo, pero no rechazo esa impresión cuando viene a mí. Siento que ese cuerpo toma forma como contenido por el primero y, sin embargo, tal vez voy a sentir que se produce una dilatación, una expansión, y me parece entonces que es el quien contiene al primer cuerpo. Ese otro cuerpo tiene un pensamiento propio; no un pensamiento asociativo, sino una visión. La visión esta allí como una propiedad del cuerpo. Todas las palabras, las imágenes, las ideas, están cerca y aparecen, pero como contenidas en la visión. Las palabras no son de su naturaleza. La visión no se deja llevar por las palabras y ellas tampoco se dejan llevar por la visión. No hay tensión. Ese otro cuerpo tiene un sentimiento; no emociones, sino un poder de relación, un poder de amar. Las emociones están cerca, están listas para aparecer, pero están contenidas en ese sentimiento. Las emociones no son de su naturaleza. La visión no se deja llevar por las emociones y ellas tampoco se dejan llevar por la visión. Puedo sentir la Presencia de esta manera mientras el eje de mis fuerzas no sea destruido, mientras el centro de gravedad sea mantenido. La sensación justa me da la clave. Es una sensación que obedece a esa Presencia cuya ley quisiera sentir. Una sensación que tiene una calidad tan fina que es como el nacimiento del ser. Ese segundo cuerpo es «yo» en relación con el primero.

~ 111. UNA MASA DE ENERGÍA

Quiero tomar conciencia de mi existencia. Si mi atención es tal como habitualmente es, dispersa, me siento como una forma, una materia, una persona. Cuando mi atención se vuelve más fina y mis percepciones más agudas, me siento como una masa de energía en movimiento, un cuerpo de energía. Me atraviesan corrientes hechas de partículas en movimiento; su movimiento no se detiene jamás. Ya no me siento como una materia que tiene una cierta forma, sino como una energía animada por un movimiento vibratorio que no se detiene jamás.

Siento esta energía como imantada, atraída por una fuerza hacia unas metas que no conozco. Busco observar mejor esta atracción que va en direcciones diferentes. Siento que no hay una corriente que sea mí pensamiento, ni una corriente que sea mí sentimiento o mi sensación o mi movimiento. No existe el pensamiento de cada persona, el sentimiento de cada persona. Hay una corriente de fuerza sostenida en una cierta esfera por eso que la atrae y que la hace gravitar allí. Hay que ir más allá.

De acuerdo con las esferas en las cuales el pensamiento es mantenido, el será más puro o menos puro. Y lo mismo es para el sentimiento. Necesito poner aprueba lo que retiene mi pensamiento y mi sentimiento en una cierta esfera, poner a prueba los contactos repetidos con un cierto orden de ideas a los cuales se somete el pensamiento. Necesito ver la hipnosis de ese contacto. Siento mí Presencia invadida por vibraciones desordenadas. Siento mis centros vibrando al menor choque. No están relacionados con nada que les comunique conscientemente una vibración; son presa de todos los choques grandes o pequeños que vienen a sacudirlos. Si no estoy relacionado con una energía superior, no puedo evitar ser tomado.

Para saber lo que «Yo Soy», mi ser, todo entero, necesita tranquilizarse en un acto de atención total. Cuando ya no haya ninguna ola, ni una sola pequeña onda en la superficie, entonces podré ver si hay algo de real en el fondo. Podre ver si hay una Presencia como un segundo cuerpo que conoceré por su densidad propia, por su movimiento propio, que sentiré claramente como algo distinto. No puedo actuar sobre él; es él, el que puede actuar sobre mí. Esa Presencia es como independiente de mi cuerpo, pero hoy día ella pareciera estar vinculada con él, Nada en mi la ha reconocido. Mi cuerpo, mi pensamiento, mi sentimiento no saben que una relación no solo es posible, sino también indispensable. La búsqueda de ese equilibrio es la búsqueda de una relación entre mi yo y mi ser esencial. Para mantenerla, hace falta un centro de gravedad, una esfera de fuerza que no deja penetrar aquello que pueda hacerle daño. Esa fuerza procura la calma, la paciencia. También otorga un poder sobre la fuerza sexual y le permite, al abrir en ella una puerta interior, realizar un acto creador nuevo.

Comienzo a ver la necesidad de dejar que esa Presencia viviente en mí, ese cuerpo que siento con otra densidad, tenga una acción sobre mí. Necesito una relación íntima. Para que una energía fina pueda penetrar y ser absorbida tiene que aparecer una especie de espacio en el cual las reacciones ya no surjan, una zona de silencio que permita a la Presencia, a ese cuerpo, expandirse con una vibración sutil. Necesito de una circulación libre de la energía que no se detenga en ninguna parte. No intervengo. La energía se distribuye ella misma según un orden que me sobrepasa. Esta libre circulación se hace a través de la respiración, pero no es cualquier respiración. Es muy liviana y muy poco amplia para comenzar …, como si esa Presencia estuviera respirando.

~ 112. UN EJERCICIO PARA ABRIRSE

Hay un ejercicio que Gurdjieff consideraba muy importante para abrirse a un estado diferente de ser, de nuestro ser. No se puede realizar sin prepararse para ello. No estoy preparado hasta que sienta verdaderamente la necesidad.

Me gusta mi cuerpo y haría todo lo necesario para salvarlo, para que este confortable, para alimentarlo, para adelantarme a sus deseos. No me doy cuenta todavía hasta qué punto estoy apegado a él, También me gusta mí pensamiento, mi mente, y haría muchas cosas para resguardar su continuidad. No veo hasta qué punto esto es importante y forma parte de la idea que tengo de mí. Sin embargo, solo puedo conocer mi naturaleza real a través del sentimiento, un sentimiento de participación, de comunicación, de comunión. No es nuestro cuerpo o nuestra mente, aunque cada uno desempeña allí su papel, sino nuestro sentimiento el que está en juego en la posibilidad inmediata de conocer lo que somos.

Mi trabajo me ha permitido reconocer y sentir una Presencia en mí. Tengo miedo de no saber cómo estar frente a ella. Siento que esto me plantea una pregunta, una pregunta que no asumo. No sé qué actitud adoptar. No puedo saberlo de antemano; es la pregunta misma la que puede mostrarme el camino.

Este ejercicio comienza con la conciencia de que estoy aquí. Se pronuncia mentalmente «Señor, ten piedad» con la sensación sucesiva de los cuatro miembros: el brazo derecho, la pierna derecha, la pierna izquierda, el brazo izquierdo. Se realiza tres veces y se descansa durante una o dos respiraciones. Entonces respiro conscientemente: con «Yo» se toman los elementos activos del aire y se los mezcla con el resultado obtenido en los cuatro miembros, y con «Soy» se exhala y se vierte esto hacia la región sexual. Repito este segundo paso tres veces. Se retoma entonces este resultado acumulado en la región sexual al inspirar con «Yo» y se lo vierte en la columna vertebral al exhalar con «Soy». Se recomienza de nuevo el llenado de los cuatro miembros, se mezcla de nuevo con los elementos activos del aire, se recarga la región sexual. Este resultado es ahora enviado hacia el plexo solar. La misma cosa para llenar la cabeza. Se siente ahora bien toda la Presencia «Yo Soy».

Después se nutre esa Presencia tomando los elementos activos del aire al inhalar desde los centros y enviándolos hacia las piernas y el abdomen; entonces sucesivamente el pecho, el brazo derecho, el brazo izquierdo y la cabeza. Ahora realizo un acto interior de compromiso: «Yo quiero ser. Yo quiero y puedo ser. Yo me comprometo a realizar todos los actos necesarios para que este estado dure un cierto tiempo y para que se cristalice en mi este resultado para ser. Yo lo haré todo para ser.»

~ 113. LA SUSTANCIA DEL «YO»

Una vez más reconozco está sustancia, está fuerza cristalizada en mi por todo lo que vivo de este trabajo. La siento; esta detrás de todos mis movimientos, como una Presencia sutil. Podría hacerme participar en la vida de otra manera, aportarme un vínculo diferente con los demás seres. Sin embargo, a pesar de que la siento en mí, real, tocándome, no tengo respeto por ella. No le doy nada de mí mismo. La deseo; pido su ayuda, pero no le doy lo que necesita para tener su propia vida en mí, su propia forma. Mi centro de gravedad no ha cambiado.

Si quiero encontrar en mí ese «querer ser», ese querer considerar esto como el sentido mismo de mi vida, necesito ver a que sirvo..., no pensar, no creer, no desear, sino verlo instante tras instante. Para eso, primero necesito establecer una relación entre mi cuerpo y esa sustancia, eso qué Gurdjieff llama la sustancia del «Yo». Ella esta dispersa por el cuerpo. Me ejercitó en recuperarla a través de la mente, para permitir que esa sustancia se disuelva por todo el organismo. Y que no se fije en ninguna parte. Al decir «Yo», es como si aspirara esa sustancia. Luego digo «mí mismo», repartiendo esa sustancia más sutil de manera equitativa por todo el organismo, para que un segundo cuerpo se pueda formar con los elementos más sutiles. Luego de haber practicado esto un cierto número de veces, experimento «Yo» en la parte alta de la cabeza, una mirada desde arriba, para asegurarme de que todo se distribuye de manera equitativa. Veo entonces mi cuerpo como una pequeña cosa entre otras, como una gota en un vaso de agua. Veo, sobre todo que el «Yo» es en verdad la inteligencia, el amo de «mí mismo», y que este está contento de estar bajo su mirada. Es la riqueza más grande: tener dos cuerpos.

Ahora, cuando he tomado conciencia de una sustancia fina en mí, en un movimiento de aspiración y de repartición, me doy cuenta de que puedo, por mi actitud, permitirle que se ordene, que se organice de acuerdo con los canales y los centros de gravedad que le son propios. Me vuelvo sensible a esa actitud y al ejercitarme en ella veo que efectivamente se crea una relación muy estrecha entre mi cuerpo y esa sustancia. Uno puede sentir esa sustancia «Yo» cristalizada en el cuerpo. Esa sustancia es de otro orden. En ese momento, no tiene fuerza propia, es impotente, no tiene material. Necesito tener una conciencia más duradera de esto. Mas tarde, ella controlara la manifestación.

El trabajo tiene etapas diferentes. Aquí, en este punto, la formación de ese nuevo cuerpo, el cuerpo astral, es la base de nuestro trabajo. Después de que se haya formado, habrá otro.

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Continúa: El sufrimiento voluntario






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