QUEDARSE DELANTE de la REALIDAD DEL SER de GURDJIEFF por JEANNE SALZMAN




QUEDARSE DELANTE



~ 45. «CONOCERME»

Dos tipos de movimiento comparten mi presencia: un movimiento hacia la fuente y un movimiento hacia la vida. Quiero ver y no olvidar mi pertenencia a esos dos niveles. Solo puedo tener conciencia de mí mismo en el momento en que me coloco entre esos dos niveles. Tomo conciencia con mi sentimiento de una realidad superior a mí. Sin ella no soy nada, no tengo fuerza para resistir a lo que me arrastra hacia la identificación, Me abro a esa realidad, la percibo conscientemente, recibo su acción y me alimento de ella. Pero eso me pide una actitud que no puedo mantener. Regreso siempre al sentimiento de mi yo ordinario, que no comprende que él debe servir. Ese yo está ciego, se cree libre y regresa siempre a su esclavitud.

Cuando empiezo a ver mi situación, puedo comprender la ilusión del yo ordinario, que toda mi fuerza de vida alimenta, y puedo sentir la necesidad de encontrar una nueva actitud hacia mí mismo. El esfuerzo inicial es liberar mi atención de la identificación. Para que pueda haber conciencia, mi atención debe ser completamente movilizada. Y para eso, necesita orientarse en dos direcciones a la vez a fin de que se cree un núcleo central, un centro de gravedad de mí atención, El poder de la energía dividida es mí poder de atención.

No comprendemos suficientemente el valor de estos breves instantes cuando uno se coloca entre dos fuerzas. Ahora sé que para recordarme de mi mismo debo pasar por una prueba, la prueba de la duda. A cada paso la encuentro. Dudo de mí, de otra parte, de mí. Dudo de poder encontrar una ayuda, de posibilidades más altas que las que conozco. Es allí donde necesito hacer un esfuerzo desesperado para ser verdadero. Pero la fuerza de la mentira esta allí, hasta en los mejores momentos. Debo luchar con la duda, luchar hasta quebrarme en esa lucha. Debo ser vencido. Cuando llegue finalmente a abdicar, la ayuda estará allí, pidiéndome ser verdadero para que la relación se mantenga. No es necesario llegar siempre a estados de exaltación. El hecho de mantenerse por encima del nivel del sueño -un poco por encima, pero de una manera algo más estable- es en sí misma una experiencia extraordinaria. Algo se despierta en uno porque es constantemente sacudido por la experiencia. Necesitamos saber lo que somos: un esclavo inconsciente o un sirviente consciente.

Nuestra atención no tiene centro de gravedad. No esta imantada por una fuerza que actúe sobre ella. Nuestra atención va donde es llamada. Veo quizás que no estoy disponible porque mi atención no lo está. Soy incapaz de estar a la vez contenido en mí mismo y libre hacia el exterior. ¿Qué falta? Esta realidad interior es la fuente de mí vida y al mismo tiempo necesito absolutamente manifestarme hacia afuera. Si reconozco que esta vida interior es como un imán, veré el exterior como una atracción que se opone, otro imán, Comprenderé entonces lo que es la atención, una energía que me relaciona a la vez con la fuente y con el mundo exterior, y me permite recibir un conocimiento, es decir, conocer.

La palabra «conocimiento» esta tan gastada que ya no quiere decir nada. Pero cuando decimos «quiero conocerme a mí mismo», no estamos hablando de adquirir un saber conceptual, algo que sepamos de una vez por todas y que recordemos después pasivamente. Estamos hablando de una acción muy activa e intensa. Además del primer choque del despertar, ese regresar a mí mismo, lucho por quedarme delante de mí propia división. La necesidad de una Presencia que perdure produce un segundo choque, el despertar de un nuevo sentimiento, de una voluntad. Para conocerme a mí mismo y no perderme, quiero que esa Presencia se mantenga.

El resultado del esfuerzo esta siempre determinado de antemano. Tiene que ocurrir. Es una consecuencia conforme a las leyes. Si lo que ocurre no es siempre lo que esperábamos, quiere decir que el esfuerzo no fue lo que hubiera podido ser. Con un esfuerzo justo, el resultado vendrá siempre en su momento.

~ 46. SOLO EL CONTACTO, SOLO LA RELACIÓN

Hay algo demasiado pasivo en la manera en que trato de estar presente a mí mismo. Me olvido de que el sentido de mí esfuerzo es tomar conciencia de una relación entre las fuerzas y de encontrar mi lugar en esa relación. Después de un momento, no experimento sino la forma en que el esfuerzo se intenta y me tenso para conservar esa forma. Ya no veo la necesidad de conocer la relación de las fuerzas que se reparten mi Presencia. Me olvido de que mi papel es ver y no abandonar esa visión, Pasivamente me aferro a una forma en la cual ya no pasa nada.

En un estado de concentración intensa, existe siempre una energía y habrá siempre otra energía desconcentrada cuyo poder esta disminuido y que fluye hacia fuera. Mi razón de ser esta en la conciencia que yo tenga de esas fuerzas. No para impedir que sean lo que son, sino para conocer la relación entre ellas. Mi atención necesita de una gran pureza para no ser arrastrada por los movimientos que se tensan hacia fuera. Esa relación de fuerzas, esa evaluación constante de fuerzas, es el sentido mismo de mi esfuerzo de conciencia. Pero lo olvido por creer que es suficiente imponer un relajamiento a mi cuerpo. Y en esa actitud, donde se toma en cuenta una sola fuerza, me duermo pasivamente. La forma tomada por el esfuerzo se vuelve la meta, como si relajarse fuera estar presente. Necesito darme cuenta de esto y ser advertido de ese peligro siempre presente. EI sentido de mi búsqueda está en tela de juicio en cada momento. La pregunta siempre está ahí: «¿Quién soy yo?», pero ¿Quién soy yo en medio de las fuerzas que se reparten mi presencia?

Ver es una atención activa, una atención que no es producida por el choque de la impresión recibida, sino que se da cuenta de que no entra en contacto con lo que percibe y por consiguiente «no ve». Para que ese contacto se produzca, la atención debe ser activada. Necesitamos estar delante de su pasividad y ver su insuficiencia, su nulidad, y quedarnos frente a esto. Esto determina una activación.

Todo se repite siempre. Necesitamos quedarnos delante de la repetición para ir hacia lo nuevo, lo desconocido. Intelectualmente no podemos. Siempre esperamos un resultado y así nuestro pensamiento nunca está libre. Queremos alegrarnos por un cambio, pero no queremos conocerlo realmente. Para sobrepasar ese punto, necesitamos abrirnos a la conciencia, la conciencia pura mas allá de los centros, que no juzga, que ve. ¿Es mejor querer cambiar lo que es y estar tratando la experiencia que termina muy rápido, o quedarse delante, sin irse, aprendiendo a conocer eso que soy? Aprendo a ver y ver otra vez, a estar delante de la falta de voluntad, la falta de deseo de permanecer delante de lo que es. Quedarse delante de lo que no conozco es algo muy grande; y soy un desconocido para mí mismo. Empiezo a comprender que solo el contacto, solo la relación trae un cambio, una conciencia.

En mi estado de conciencia habitual, los centros superiores no pueden actuar sobre mí; la dispersión, la discordancia en la cual me encuentro, se lo impide. Hay allí una ley contra la cual no puedo hacer nada. ¿Me es posible ver esto? ¿Ver ese estado de dispersión y comprenderlo? Porque mientras no lo haya visto, nada podrá cambiar para mí. No habrá ningún impulso nuevo, ningún cambio de dirección o de calidad en el movimiento de mi energía. La transición hacia una calidad mejor, hacia un centro superior, se hace por una apertura, es decir, una atención que se libera de lo que la sometía y la volvía pasiva hace un momento. Es en el momento en que soy incapaz de comprender, de escuchar, de recibir, cuando yo me paro. Y en ese paro, la atención que estaba cautiva, comprometida, de repente se libera. Una vez libre, es capaz de quedarse delante de un objeto tomando conciencia de sí misma. Esa apertura a otro nivel en mí mismo es una puesta en duda de lo que soy.

~ 47. LA LUCHA POR SER

Cuando estamos tomados por nuestro automatismo, actuamos con un solo centro y nuestra energía se gasta sin que nos demos cuenta. Siempre está tomada por una asociación, por la más mínima emoción o movimiento. Debemos ver nuestra mecanicidad y, para verla, tenemos que oponernos a ella. Nos resistimos a identificarnos para conocer la fuerza con la cual nos identificamos. Cuando resistimos se produce una calidad de energía diferente. Ahora tenemos su sabor y también el sabor del estado mecánico. Sabemos que no hay un centro de gravedad permanente en nosotros. Pero ¿Qué quiere decir resistir?

Si no estoy presente, ¿Dónde estoy? Necesito conocer mi sumisión absoluta a las sugestiones, mi esclavitud consentida. Me gusta obedecerles, acepto ser cobarde. No puedo comprender lo que significaría querer liberarme de su dominio. Nunca he pensado que el sentido de una existencia independiente está en la lucha. Necesito conocer mi esclavitud. Necesito aprender a ver. Aprender a guardar una parte de mi atención para permanecer presente a mí mismo en la vida. Trato, conscientemente, de acercarme a esa realidad y de estar presente luchando para no ceder tan rápido.

Mi deseo de luchar no es lo suficientemente grande. Si tengo el deseo de hacerlo, entonces vigilo. Cuando me preparo para esto, me recojo justo lo suficiente para luchar. Pero me olvido de mi deseo y prefiero retirarme del todo. Si pudiera comprender que mí única posibilidad de estar realmente presente está en la lucha, no buscaría estar fuera de ella. Mi movimiento de desidentificación estaría ligado con mi lucha; seria parte de mi posibilidad de luchar. Esfuerzo consciente no quiere decir quedarse en un mismo sitio sin cambiar, sino continuar el esfuerzo. Soñamos siempre con encontrar un lugar donde permanecer para siempre. Sin embargo, esa permanencia no puede encontrarse sino en el movimiento. No buscamos algo estático, sino un poder de atención que en sí mismo es capaz de moverse y de seguir todo ese movimiento. Debe practicarse cualesquiera que sean las circunstancias.

Debemos recordar que la lucha no es en contra de algo, si no por algo, particularmente en relación con lo que llamamos deseo. Hay ilusión cuando deseamos el placer, la comodidad, la satisfacción. Eso viene de las imágenes que crean el placer o el dolor registrado en la memoria. La fragmentación viene del deseo de satisfacerse. Pero lo que es malo no es dar satisfacción aun deseo. Lo que es malo es que estoy ausente y por eso nunca satisfago un deseo. Por ejemplo, quiero fumar o comer. Habitualmente, o cedo inmediatamente a la idea y por consiguiente no tengo ningún contacto con ese deseo en mí, o la rechazo y creo un conflicto, y el deseo no es ni visto ni comprendido, porque lo rechazo. El deseo es la vida misma, algo extraordinariamente bello. Pero cuando cedemos al deseo hay frustración. En el goce mismo el dolor existe y en la represión el dolor esta todavía allí. Igual sucede con todo lo que se levanta en mí. Entonces, sin rechazarlo, pero también sin perderme en él, la lucha es vivir con él hasta que el mecanismo del pensamiento no tenga ya acción sobre mí y la atención este libre.

En esa lucha todo depende de la atención, Un solo instante de falta de atención y todo está perdido. Debo encontrar en mí mismo algo real. Siempre está allí. Necesito depositar mi confianza en eso. Sin eso no habrá apoyo cuando deba manifestarme; forzosamente estaré tomado, perdido. Es por eso que debo regresar a esa realidad que reconozco en mí mismo, a la cual pertenezco. Se que solo llegaré a ser si puedo recordar lo que es real para mí en ese momento y no olvidarme de eso cuando vaya hacia la vida. Debo tener esa necesidad, el sentimiento de esta necesidad. Es mi querer ser. Lo necesito porque sin él no soy nada, estoy totalmente perdido.

Al mismo tiempo, debo prepararme para encontrar dificultades. La búsqueda del «Yo» es una empresa para toda la vida. Doy un paso, caigo; doy dos pasos, caigo. Pero cayendo logro conocer los obstáculos y cuando empiezo de nuevo estoy más prevenido. Conozco un primer obstáculo, después un segundo. Quisiéramos subir sin caer, pero no vemos el peligro. Sería terrible si llegáramos hasta el penúltimo escalón y de allí cayéramos hasta abajo y luego no nos quedara tiempo para volver a subir. Debemos aceptar la discontinuidad. En la evolución, cada paso o cada nota de la escala musical contiene los obstáculos de la nota precedente.

~ 48. REPRESENTAR UN PAPEL

Hay una ley que no podemos evitar. Uno tiene que guardar las tres cuartas partes de su poder dentro de sí y no dejar salir sino una cuarta parte para sostener el movimiento hacia el exterior. Para ser es necesario «representar un papel».

¿Veo yo la necesidad de tener la voluntad para conciliar la aspiración hacia lo alto y la atracción que me hace perderme en mis funciones? Quiero unir esas dos fuerzas para estar completamente consciente de mí y permanecer completamente consciente de mí. Quiero estar activamente presente a mi situación, Si no permanezco presente, me deslizare, pasivo, ciego, dentro de una u otra fuerza. Veo mi limitación, veo que mis centros no están relacionados. Mi atención debe quedarse delante de ese hecho y no irse hasta que aparezca el sentimiento de mí. Al buscar quedarme allí lo más posible, aparece el sentimiento en el seno mismo de la lucha por perdurar. La visión de mi insuficiencia trae algo nuevo. Solo yo puedo resolver la pregunta … sí lo quiero. Pero para quererlo tengo que quedarme delante. La atención activa necesaria para permanecer produce una fuerza que actúa sobre la pasividad y, ante la falta de relación, se produce un cambio. Cuando veo que la energía siempre es llamada hacia afuera, siento la necesidad de buscar un estado diferente. Esto me pide una tranquilidad absoluta en la cual estoy extraordinariamente vivo. En ese estado siento la desconexión de los centros y siento la necesidad de que se armonicen. Vivo ese hecho y veo que las energías de la cabeza y del cuerpo no están en relación. Si me quedo ante ellas, llegan a tener la misma intensidad. Pero veo que no es suficiente. Un sentimiento nuevo debe aparecer, el sentimiento de ser. Es una energía nueva, una fuerza consciente que necesita estar allí o, de lo contrario, seré tomado de nuevo por mi automatismo.

Podemos estar en relación con su realidad superior cuando nos retiramos en nosotros mismos a un estado tranquilo. Pero todo se va cuando nos manifestamos en la vida. Nuestro yo ordinario, nuestro ego, retoma el mando. Ni siquiera vemos el cambio. La clave para quedarse allí es servir, que nuestra persona sirva a nuestro ideal. Eso es lo que Gurdjieff quería decir cuando hablaba de «representar un papel», lo que fue siempre muy mal comprendido. Interiormente reconocer su propia nulidad y no identificarse con nada, y exteriormente representar un papel. Lo uno ayuda a lo otro. Si no representamos un papel exteriormente, no podemos tener la posibilidad de no identificamos. Sin ser fuerte en el exterior, es imposible ser fuerte en el interior. Sin ser fuerte en lo interior es imposible ser fuerte en lo exterior. La tarea consiste en obtener una libertad interior al hacer no lo que a uno le gusta, sino lo que le gusta al otro. Si a él le gusta que uno se siente a su derecha, uno se sienta a su derecha. Si en otro momento prefiere lo contrario, uno lo hace. Uno se acostumbra a cumplir obligaciones. Es uno de los aspectos del futuro del hombre libre. Representar un papel es someterse a las fuerzas que uno quiere servir y al mismo tiempo ejercer una voluntad sobre sus funciones.

Estén presentes en todo lo que hacen. Habitualmente vivimos en nuestras funciones, inconscientemente, o bien nos retiramos en la «conciencia», sin relación con nuestras funciones. Pero si nuestra intención es clara podemos también funcionar conscientemente. Por ejemplo, estoy retirado en mí mismo y le doy a usted este objeto. No soy «yo» quien se lo da. Pero si estoy presente a mí mismo y quiero darle el objeto, entonces se lo que estoy haciendo. Estoy aquí, usted esta aquí. Le doy el objeto. Lo sé, estoy presente.

Queremos ser verdaderos, no perder del todo nuestro deseo de algo superior y a la vez ser capaces de responder a nuestra vida. Es mi vida la que tendré que vivir. Ser verdadero seria preguntarme hasta qué punto podre estar delante de está situación. Puedo siempre más de lo que pienso, más de lo que hago. Puedo ser más activo. Puedo recomenzar una y otra vez.


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