LA ATENCIÓN VOLUNTARIA






LA ATENCIÓN VOLUNTARIA



~ 103. EL SENTIMIENTO DE LO QUE FALTA

En nosotros hay una fuerza que desciende desde arriba y una fuerza que asciende desde abajo. Esas energías no están relacionadas; es algo que la naturaleza no ha establecido para los seres humanos, que sin embargo están aquí para representar un cierto papel cósmico. El hombre necesita relacionarse con una fuerza superior que está en él. Para ello, debe ver su incapacidad, su rechazo y, al mismo tiempo, tener el deseo de estar relacionado en la profundidad de su ser.

Cuando la energía de la atención está orientada hacia un movimiento diferente en cada centro, no se crea ninguna fuerza que pueda tener una voluntad propia. Necesito una atención diferente, una atención más pura, menos cargada de la materia de mis pensamientos y capaz de una acción sobre los centros. Esa clase de atención no aparece porque sea capturada o forzada. No puedo forzarla, como no puedo forzar el amor. Ella viene cuando yo siento su necesidad. Si veo que no comprendo, que pierdo el sentido de vida, que no tengo la energía suficiente, entonces mi atención es llamada a aparecer. Sin ella, jamás sería capaz de ser lo que soy. Cuando experimento su absoluta necesidad, la atención esta aquí. Para ello debo experimentar el sentimiento de lo que falta, de no comprender, de no saber; un sentimiento de insuficiencia.

Cuando el piso está cubierto de hielo, para no caer necesito poner atención. Veo que en ese momento ya no puedo soñar. La atención aparece, es llamada. En mí mismo es igual. Si no tengo interés por mí mismo, si creo que puedo tener una respuesta para todo, si pretendo ser capaz, la atención no aparecerá jamás. Necesito experimentar mi nulidad en el momento mismo, mi incapacidad de estar presente, mi falta de interés, de deseo. Ese es un momento importante, un intervalo en el que las vibraciones se debilitan y ya no tienen la fuerza suficiente para ir más allá. Es un intervalo. Veo mi esclavitud a las funciones. Entonces veo que una fuerza de otro nivel aparece, pero si ella no es empleada, mis funciones se apoderaran de ella y yo seré aún más esclavo que antes. Se necesita una sumisión voluntaria, una obediencia voluntaria. Quiero quedarme frente a esa insuficiencia. No la veo lo suficiente, no la siento lo suficiente, no la sufro lo suficiente. Sentir lo que falta convoca en mí una atención más activa, como si la puerta se abriera a una energía mucho más fina que pasa por la cabeza y baja en mí, si es que el sitio está libre. Todo mí trabajo consiste entonces en dejar el paso libre para que ella pueda circular. Todo depende de mí atención. Si se debilita, las funciones recuperan su poder y se llevan la energía.

Esto me pide una atención voluntaria cuya necesidad nunca he sentido. Veo que la voluntad es necesaria. Digo: «Yo quiero ser». Con «yo» me abro a esa fuerza que pasa a través de mí cabeza, de mí pensamiento; con «quiero», experimento un sentimiento muy fuerte que permite que la energía pase al cuerpo; con «ser» me siento como un todo y siento entonces que una Presencia se constituye en mí. Me doy cuenta cada vez más de que necesito un querer ser que venga de lo más profundo de mí mismo, una fuerza que me dé el sentido de existir. Ese querer me sitúa en el mundo que me corresponde y me despierta aun orden, a una relación imperiosa, que no se hará sin ese querer.

~ 104. OBEDIENCIA Y VOLUNTAD

Dos polos actúan sobre mi Presencia y me comunican una vibración completamente diferente. Por la sensación que tengo de ellos conozco su acción sobre mí. Soy sensible a la atracción de la tierra y le obedezco. Y soy sensible a la atracción que viene de las esferas más altas e igualmente le obedezco. Pero no lo sé, no me doy cuenta de ello, soy demasiado pasivo. Hay dos fuerzas, dos corrientes, sin relación entre sí. Para que las fuerzas más altas puedan ser absorbidas e influenciar la materia más espesa, más densa, se necesitaría una corriente de una intensidad intermedia, de otro voltaje, que pueda galvanizar el todo. Haría falta una corriente emocional más pura en la cual no entrara la materia de mis emociones subjetivas habituales. Esa corriente está aquí cuando despierto a la visión de esas dos fuerzas que actúan al mismo tiempo. Al despertar a esa visión, soy tomado por un querer que es la esencia misma del sentimiento de mí, en toda su pureza: un querer ser lo que soy, el despertar a mi naturaleza verdadera, el «Yo Soy».

Hoy, algo está abierto en una parte de mí mismo que me llama hacía un contacto, una relación que no viene por si sola. Siento que tengo la necesidad de obedecer a una energía superior, a una autoridad que reconozco como la única porque soy una partícula de ella. Para no perder mi relación con ella, necesito servirla. Hay dos clases de obediencia. Si intento obedecer inconscientemente en un estado pasivo, me pierdo y no puedo servir. Pero si puedo ser más activo, puedo obedecer voluntariamente al someterme. Es necesario un estado de pasividad consciente. Solo con una pasividad voluntaria y sostenida de las funciones la atención está activa. Debo silenciar todas mis actividades habituales, desprenderme de su dominio. Pensamiento, emoción, sensación, deben ser tranquilizados. Mi atención, vuelta voluntaria, puede ser dirigida hacia una toma de conocimiento de «lo que es», de lo que «soy», de cuan verdadero soy. La aparición de una fuerza voluntaria es lo único que puede liberarme del dominio de una fuerza involuntaria. Todas las partes de mi se relacionan en una atención total que no deja nada fuera de su mirada. En el acto de presencia de mí mismo, yo obedezco y me someto. Renuncio a mi propia voluntad respecto de las fuerzas superiores, pero mando sobre mis funciones con otra voluntad.

La sensación consciente es la primera señal de obediencia a algo más grande. Y solo puedo tener una sensación consciente si estoy voluntariamente pasivo. Cuando siento la insuficiencia, cuando siento lo que falta, veo la necesidad de cambiar y sufro cómo si tuviera hambre y no fuera alimentado. Mi pensamiento es llamado hacia una sensación muy profunda, una sensación que despierta siempre un sentimiento. Pero ese sentimiento es débil, yo no creo aun en él. Tengo miedo, y apenas ese sentimiento desaparece, el ego dispersa todo. Para volver a empezar necesito ver que esto me exige una cierta humildad, una sinceridad. Debo buscar de nuevo una sensación profunda. O bien obedezco a la corriente que me quita mi fuerza, o bien a la que me da una fuerza. Si la atención no es puesta conscientemente sobre algo, es tomada. Es una ley a la que no puedo escapar. No basta que dos energías estén vueltas una hacia la otra, sino que hace falta como un movimiento de acercamiento activo para provocar un nuevo movimiento interior que llame a un sentimiento.

Empiezo a ver que toda mi lucha, todas mis posibilidades o imposibilidades, son una cuestión de atención. Hay una fuerza en mí que para actuar sobre mí pide mí atención, y otra fuerza que la toma y la dispersa. Pero no hay nadie en medio para saber lo que quiero, nadie que se sienta responsable, La sensación de algo que falta es lo más importante. Solo yo puedo resolver la cuestión... si yo lo quiero.

~ 105 PARA DESARROLLAR LA FUERZA CONSCIENTE

La observación de sí es la función del amo. Por el momento, no tenemos más que una atención, dirigida ya sea sobre el cuerpo, ya sea sobre la cabeza o el sentimiento. Con la voluntad del hombre número 1,2 o 3, y con toda la concentración posible, sólo podemos controlar un centro. Sin embargo, podemos hacer un esfuerzo y la observación fortalece la atención y aprende a concentrarse mejor. Uno puede entonces recordarse de sí mismo y, si uno trabaja esto concienzudamente, puede ver lo que hace falta.

Hay dos clases de acción: la automática y la voluntaria. Querer es lo más importante y lo más poderoso en el mundo, porque permite tener una acción que no es automática, Podemos, por ejemplo, tomar algo que deseamos hacer, que no somos capaces de hacer, y volverlo nuestra meta, sin dejar que nada se interponga. Es nuestra meta única. Si uno «quiere», uno puede. Sin querer jamás se podrá. Con un querer consciente, todo puede ser obtenido.

Necesito desarrollar una atención voluntaria, es decir, una atención consciente, una fuerza más grande que mi automatismo. Necesito sentir su falta y tener una atención activamente puesta sobre mí, sobre mi estado, sobre la relación entre mí pensamiento y mi cuerpo. Siento que ese querer no es mi voluntad habitual, viene de un sentimiento nuevo, desconocido. Una fuerza consciente no puede ser automática, Sólo una atención voluntaria, ese movimiento consciente, que es la apertura a una fuerza superior, tiene el poder de superar el automatismo; ese movimiento consciente, por tanto, voluntario, tiene el poder de superar el automatismo. Pero para eso la atención debe estar siempre ocupada voluntariamente. Ella puede ser más o menos fuerte, puede disminuir, pero apenas cesa de ser voluntaria, es tomada. Yo vuelvo a ser fragmentado, y el automatismo recomienza. La apertura a una fuerza superior debe llegar a ser constante.

Aprendo a tener una sensación continua de mí... al caminar, al trabajar. Mi atención está completamente ocupada. Todo el tiempo siento y vuelvo a sentir mi Presencia y al mismo tiempo aparto las asociaciones; mi atención no les permite invadirme. Tengo la sensación y el sentimiento de mí Presencia, la atención está sobre la sensación. La cabeza vigila, la atención está ocupada totalmente en mí experiencia. No me represento nada con palabras o imágenes. La visión es lo más importante. Ella sostiene la relación y permite que se forme la energía. El cuerpo rechaza su manifestación automática porque siente la calidad de esa fuerza. Se somete a ella para recibir su acción y permitir que se intensifique. Hay una lucha: una fuerza debe tomar la autoridad y la otra debe aceptarlo. Todo lo que está disperso se concentra. La atmósfera se recoge por sí misma. Hay entonces una sensación definida y en cierto momento me siento animado por una energía nueva, un sentimiento de ser.



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Continúa: Un presencia que tiene vida propia- Una energía pura









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