EN LA ACTIVIDAD DE LA VIDA de la REALIDAD DEL SER de GURDJIEFF por JEANNE SALZMAN




EN LA ACTIVIDAD DE LA VIDA



~ 41. SOLO EN LA VIDA ORDINARIA

Debo estar presente a mi vida si quiero saber lo que soy. Cuando me acerco a las fuerzas superiores, siento que participo de ellas pero que ese no es mi sitio; quedarme allí no es mi papel. No puedo permanecer allí y, después de un cierto tiempo, solo lo imagino. Cuando regreso hacia la vida, es con mi yo ordinario que respondo. Caigo de nuevo en mi pensar ordinario y mis emociones ordinarias, y me olvido de esa otra posibilidad a la cual me acerque antes. Esta lejos, muy lejos de mi; hay una enorme distancia. Ya no creo en ella, ya no puedo manifestarme obedeciéndola. Obedezco a mi reacción subjetiva. Estoy perdido, identificado con mis emociones subjetivas. Creo ser algo por mí mismo, no necesitar de nada más. Estoy sordo al llamado de una fuerza superior.

Tal como soy, no puedo sino perderme en la vida. Esto es porque no creo que me pierdo, no veo que me gusta ser arrastrado, no sé lo que significa «ser arrastrado». No lo veo porque no me veo en mi manifestación, No conozco realmente ni mi «si» ni mi «no» y no tengo impresiones fuertes sobre las cuales apoyarme en mis momentos de trabajo, mi esfuerzo para estar presente. Mi primer acto consciente es conocer mi propia mecanicidad y comprenderla. Experimentarla quiere decir ver mi propia fuerza, obedecer ciegamente a un movimiento de atracción o de repulsión ya automatizado y darme cuenta de mi propia pasividad, de mi inercia respecto de ese movimiento. Mi automatismo es una cárcel. Mientras me crea libre no podré salir de ella. Solo si comprendo que estoy preso querré hacer los esfuerzos necesarios para liberarme. Se necesita la visión de que uno es una máquina, conocerme como máquina, estar allí mientras funciono como máquina. Mi meta es experimentar mi mecanicidad y no olvidarla nunca.

Lo que se pone aprueba en el momento de la manifestación es el sentimiento que tengo de mí mismo. Todas nuestras identificaciones están animadas por una fuerza esencial. Es esto lo que tenemos que afrontar. La forma que toman nuestras identificaciones no es lo importante, no es el corazón del problema. Hay que regresar a la fuente, ver que detrás de cada una de nuestras máscaras esta esa fuerza que actúa, que es de hecho nuestra fuerza la que debe estar allí, pero nos es robada por la afirmación de nuestra individualidad. Decimos «yo» durante todo el día. Cuando estamos solos, cuando hablamos con otras personas, decimos «yo, yo, yo». Creemos que somos una individualidad, y esa ilusión sostiene nuestra existencia. Hacemos constantemente un esfuerzo para ser otros, para ser lo que no somos, porque tenemos miedo de no ser nada.

Al mismo tiempo, somos los portadores de posibilidades superiores. En nuestros mejores momentos sentimos que cada uno de nosotros es una partícula de algo más grande. Llevamos en nosotros las semillas de ese algo más grande. Todo nuestro valor como hombres esta allí, Debemos tomar conciencia de ser los portadores de esas posibilidades para hacerlas participar en nuestra fuerza de vida, ponerlas en contacto con nuestra fuerza de vida. Es a través de esa conciencia que el Yo y el yo ordinario se conocerán, establecerán una relación. La vida ordinaria se opone al conocimiento de posibilidades más altas ocultas en mí. Se opone de una manera natural e implacable que viene de lo que soy hoy en día. En esa oposición de dos vidas, de dos niveles diferentes dirigidos por leyes diferentes, siento la necesidad de una vía, de una dirección, de condiciones interiores nuevas. Siento que debo aprender a verme tal como soy. Y veo que solo puedo estudiar donde está mí fuerza y donde está mí debilidad en las condiciones de mi vida ordinaria. Después, cuando sepa esto, sabré también si es necesario cambiar.

~ 42. LA FUENTE DE MANIFESTACION

Necesitamos conocer esa fuerza de vida siempre presente en nosotros y sentir su presencia como una fuente continua de manifestación. Pero no tenemos ningún contacto, ninguna relación con ella. No conocemos la fuerza de vida. No nos sentimos comprometidos. Para conocerla, tenemos que estar presentes a nuestra identificación, Debemos ir hacía la manifestación esforzamos por ver cuándo somos tomados por la fuerza de la vida, por seguir los cambios que se producen en nuestro estado. Tenemos que comprometemos voluntariamente; un compromiso que elegimos de manera consciente. Decido comprometerme.

Debemos aceptar que algo en nosotros está siempre en movimiento, siempre desea expresarse, manifestarse. Esto es verdad para el pensamiento, para las emociones y para el cuerpo. Una especie de hambre, una avidez de estar activo, siempre estará allí, debo aceptarlo. ¿Pero cómo participo de ella? ¿Y cuál es mi relación con ella? Ese es el corazón del problema. No veo al ego tras todas mis manifestaciones, no lo conozco. No veo el impulso que provoca esa avidez en mí -ese pensamiento yo, yo, yo que se levanta con la más mínima emoción, con el más mínimo movimiento-, esa constante manifestación del «yo ordinario», Ese impulso es parte integral de mí. Negarlo sería completamente estúpido, Pero no conozco mi relación con él, ni cómo debería hacerse esa relación. No sé lo que es bueno o malo en él, ni que actitud debería tener frente a él. No hay nada que sea consciente. Ni siquiera soy capaz de quedarme delante de la situación para tratar de comprender.

Para ver mí identificación, debo aceptar como un hecho mi impotencia, mi incapacidad para permanecer presente. Debo experimentarla, y buscar una y otra vez conocerla. Para ver una fuerza hay que resistirla, resistir a identificarse para conocer la fuerza con la cual me identifico. Pero ¿Qué significa «resistirla»? ¿Qué quiere decir el trabajo consciente de separación de las fuerzas para tomar conciencia de ambas? Veo que la actitud es importante en el movimiento para liberar mi atención. Necesito ver el cambio de actitud para estar allí y no caer bajo la fuerza que me lleva.

Cuando estoy identificado, estoy perdido en una parte, separado de mí mismo. No soy consciente en absoluto. Siempre nutro el sentimiento de mi yo ordinario, porque, como un ciego, me adhiero al movimiento, a la vibración que me arrastra hacia fuera. Estoy tomado en la vibración de mi actividad del momento. Y creo que allí está la afirmación de mí mismo. Sin embargo, hay en mí otra vibracion más rápida, más fina, más intensa que ésta. Si pudiera tener conciencia de ella, podría afirmar otra calidad de mí mismo.

No conozco sino lo que he puesto aprueba. Pongo aprueba el sentimiento que tengo de mí mismo. Siento una vida en mí, soy tocado, pero esa impresión no tiene fuerza. Desaparece rápido. Para que ella dure se necesita un esfuerzo. No lo puedo mantener por largo tiempo, pero lo puedo repetir, y puedo todavía encontrar la misma fuerza, el mismo sabor de algo real. Para no desaparecer tan rápido en la actividad, lucho y busco ver lo que es necesario para estar presente. ¿Qué sacrifico yo en un momento de trabajo sino es mi propia voluntad? ¿Quién quiere? ¿Quién es capaz de un verdadero querer, de una voluntad que no conozco? Debo ver como acepto desaparecer.

~ 43. UNA MEDIDA DE UNA PARTE SUPERIOR DE MI

Nuestros esfuerzos de trabajo en la vida se hacen, sobre todo, para descubrir cuán lejos estamos de nuestras posibilidades más elevadas. Nuestro conocimiento es el conocimiento de las diferencias, la diferencia de nuestros estados. Hay una diferencia entre el estado al que podemos llegar en la tranquilidad y el estado que nos es habitual en la vida. Nuestro estado en la vida es muy variable: no somos los mismos aquí y allá, ahora y dentro de una hora o hasta en cinco minutos. Quizá podamos ver que somos diferentes, pero eso no tendrá ningún sentido si registramos la diferencia en un solo nivel. Hay que medirla en relación con algo que sea siempre igual, una visión interior que nunca cambie. Con una parte superior medimos una parte inferior. En el centro mismo de mi trabajo está el anhelo de vivir de una manera más real. Pero en cuanto empiezo a trabajar, toda mi resistencia esta allí y me hace mentir, me hace negar mi deseo. Por lo común no tengo una sensación de mí y no tengo un sentimiento de mí. Entonces lo que afirmo cuando digo yo, cuando pienso en yo, cuando me muevo, no es algo que reconozca como real. Allí está mi mentira, afirmarme sin tener el sabor de lo real, el sabor de lo verdadero. No puedo empezar este trabajo sin estar tomado por esa mentira. Sin embargo, no puedo conservar a la vez la mentira y la verdad. Para conocerme, para conocer lo que soy, tengo que ceder el puesto, hacer la ofrenda de mi mentira, entregarme a ese sentimiento de lo verdadero. Mi lucha es un esfuerzo constante por estar libre de esa mentira y para reencontrar lo que es verdadero en el centro de mi trabajo. Para eso necesito tener un punto de referencia, un cierto sentimiento en mí que siempre está allí, siempre igual: la comprensión de lo que es un ser consciente. Cada vez que trabajo estoy en contacto con ese sentimiento. Siempre está allí. Esa relación depende de la atención voluntaria. Introduzco en mi vida algo que es lo contrario de la vida accidental, que corresponde a una vida consciente. allí está mi medida; no solamente mi medida del momento, sino la medida de mi capacidad.

Para regresar a mí mismo, debo despegarme de las palabras, de las imágenes, de las emociones, para volverme hacia la sensación de una energía más sutil, más alta. Para recibirla tengo que estar presente a ella, con todos mis centros. Están disponibles para un acto de conciencia cuando están relacionados. Si puedo tenerlos en equilibrio, llegaré a sentir la presencia de una energía diferente, el contacto con una fuerza de otro nivel. Pero sentir que pertenezco a otro mundo es solo una parte de mí esfuerzo consciente para conocerme en la vida. allí solo conozco un aspecto de mí mismo.

En un momento de trabajo, retiro una parte de la atención tomada en la identificación, y la relaciono con la realidad más íntima de mí mismo. Mi atención cambia por el hecho de volverme hacia otras posibilidades. Pero para estar presente, debo entonces regresar hacia la vida con esa atención transformada. Conservo una parte centrada en mi realidad, la otra parte vuelta hacia la vida, con todos sus riesgos de identificación. Hago un esfuerzo consciente por estar relacionado al mismo tiempo con fuerzas superiores y fuerzas inferiores. Estoy en el medio, entre dos mundos. Toda mi atención es movilizada orientada en las dos direcciones a la vez. Esa atención se vuelve activa para no dejarme llevar y no retirarme de la acción. Veo las fluctuaciones de mi ser de un nivel a otro.

~ 44. EL CAMINO DE BAJADA

Debo conocer el camino que tomo: el camino de subida y el camino de bajada. Después de haberme recogido para encontrar en mi algo real, aprendo a regresar hacia la manifestación, para abrirme a la realidad en medio de las actividades de la vida.

Cuando, por casualidad, me despierto a mi situación en la vida, veo que no estoy preparado. Mi compromiso no es una escogencia consciente y mi atención queda dispersa. Para estar presente, necesito una cierta calidad, una cierta voluntad, un deseo que no viene de las cualidades de mi persona ordinaria. Mi esfuerzo esta hecho de algo que no pertenece a mis medios ordinarios, a mi yo ordinario, que debe ceder su lugar.

Para eso debo tomar una decisión. Decido recordarme de mí mismo y quedarme en relación con las dos direcciones en un momento dado, en una circunstancia precisa. De ordinario mis momentos de trabajo están aislados y sin relación entre sí. Cuando me recuerdo, solo, en calma, me separo de lo que yo era en la vida, rechazo lo que soy en la vida y no puedo conocerlo. Después, cuando trato en la vida, no tengo nada preparado de antemano, nada sobre lo cual apoyarme. Por consiguiente, mi esfuerzo es débil, laxo. Necesito entonces relacionar entre si los momentos en que trabajo sentado, en calma, en profundidad, fuera de la vida, con los momentos de trabajo en la vida: relacionarlos conscientemente a través de una decisión. Algo de mi trabajo sentado debe pasar a mi trabajo en la vida, y la impresión de lo que soy en la vida, con la resistencia, debe pasar a mi trabajo sentado. Entonces mi decisión de estar presente puede ser voluntaria, con una impresión fuerte que proyecto sobre mi momento futuro de trabajo. La relación aceptada de antemano puede hacerse en el momento requerido, con tal de que el esfuerzo sea claro. Pero tomar una decisión de trabajar es muy difícil, porque la decisión debe a la vez tocar los dos aspectos de mí mismo, Mi incapacidad muestra el conocimiento limitado que tengo de poder hacer.

Toda nuestra Presencia debe estar allí en el momento de la decisión, mi yo ordinario debe estar informado. Cuando ejecuto, estoy allá con todas las fuerzas concentradas en mí, en ese centro provisional de gravedad, de iniciativa, que sostiene mi vida; algo que reconocemos como ilusorio y decepcionante desde un punto de vista consciente, pero que esta allí. Por supuesto, el yo ordinario no lo quiere; a él no le interesa. Pero debe sentir que hay algo más urgente y aceptar obedecer. Resistir y aceptar al mismo tiempo. Aceptar la lucha, En el momento de ejecutar la decisión, cuando nos recordamos demuestra decisión, debemos tener el sentimiento de obediencia, de sumisión a algo más grande. Necesitamos una fuerza sobre la cual apoyarnos para cumplir con nuestra decisión. Nuestra fuerza de vida con su centro ilusorio de iniciativa debe estar en el centro de nuestra ejecución. Debo ser muy ladino para sorprender lo que yo soy en la vida. Sin cambiar mi deseo de manifestarme en la vida. Debo sorprenderme y dividir mi atención al mismo momento. Es casi imposible.

Al tomar una decisión, debemos «medirnos» para poder hacer un esfuerzo justo. Esto quiere decir medir nuestras fuerzas. Para iniciar una lucha más consciente necesito conocer lo que puedo y no puedo hacer y necesito anticipar la resistencia. Hay obstáculos que debo comprender, con la ilusión de mi yo ordinario y la duda de mi capacidad. La duda viene por la pasividad, que no quiere renunciar; es un animal muy ladino. Me dice que ella no puede hacer nada. Es verdad, ella no puede. Pero otra cosa si puede. Necesito escuchar esto. No puedo hoy estar presente en cualquier actividad. Debo escoger una actividad a mi medida para ejercitarme. En la actividad más simple podemos ver que no tenemos la capacidad de estar presentes.

Cuando logró algo, siempre tengo la tendencia a sentirme satisfecho y parar. Me olvido de la fuerza de mi inercia, porque cuando debo empezar de nuevo esto me pide un esfuerzo mucho mayor. Debo aprender a encontrar siempre impulsos nuevos para trabajar, condiciones que no sean demasiado difíciles, pero que al mismo tiempo sean suficientemente exigentes. Si son demasiado forzadas, van a crear una resistencia tal que no podré continuar. Si no lo son lo suficiente, no podrán servir de impulso. No se comprometan si no están seguros de poder cumplir con su promesa. Si se comprometen a realizar una tarea, deben sentirla como una fuerte necesidad desde el principio del día. Es más importante que todo lo demás. Para poder luchar, la afirmación debe tener tanto poder como el de una fuerte identificación.


💗



Continúa: Quedarse delante








No hay comentarios:

Publicar un comentario