Una Sensación Interior de La Realidad del Ser de Gurdjieff por Jeanne Salzman



UNA SENSACIÓN INTERIOR



~ 29. UN INSTRUMENTO DE CONTACTO

Quiero tener la experiencia del hecho de que existo; no solo como un cuerpo, un animal o una máquina, sino cómo un ser humano. Mis pensamientos y mis emociones están en el mismo nivel que los de un animal. Cuando mi atención se vuelve hacia mí mismo, descubro que nunca soy consciente, que nunca estoy despierto. No sé qué existo o cómo existo. Simplemente lo olvido. Toda mi vida pasa sin que yo tenga la experiencia de lo que es más importante.

Cuando trato de volver mi atención hacia mí mismo, veo que es difícil y de hecho casi nunca lo hago. Mi atención siempre va hacia algo que no es yo, que no es lo que soy. Entonces el primer paso es pensar «existo», pensar en el hecho de existir. Si ese pensamiento no viene, no me acordare nunca de mi existencia. Pero el pensamiento solo no es suficiente, no es una experiencia. Solo mi pensamiento está presente. Para recordar que existo, debo también quererlo. Pero no quiero nada, no me interesa. Si realmente lo veo, hay un impacto. Empiezo a comprender que mi sentimiento no me obedece y que no tengo ningún poder sobre él.

Ni siquiera me doy cuenta de que considero mi existencia como un hecho cumplido. No sé lo que quiere decir existir como un ser humano. No me doy cuenta de que existo y por consiguiente no sabré nunca porque, por qué razón, y nunca sabré cómo existo. Debo tener esa experiencia, debo saberlo; mi existencia debe ser consciente; de otra manera, no tiene ningún sentido. ¿Qué quiere decir saber?, ¿tener una experiencia? Debo ver que mi pensamiento no es suficiente, que nunca tendré la experiencia de algo pensándolo. Debo aportar más de mí mismo a mi Presencia, pero ¿cómo?

Necesito ver que lo que falta es una conexión con mi cuerpo. Sin esa conexión estoy atrapado en pensamientos o emociones cambiantes que abren paso a la fantasía. Y mi cuerpo, o es mi amo, un tirano que demanda satisfacción para sus apetitos, o es mi enemigo, obligado a pagar por todos mis pensamientos y mis emociones. Y sin embargo mi cuerpo podría ser el mejor soporte para tener la experiencia de mi existencia. Esta en el nivel de la tierra y toma su fuerza de ella. La acción de nuestra vida está en ese nivel, en esa esfera, no allí arriba, en el aire. Debo sentir mi cuerpo en la tierra, en el piso. Lo hago a través de la sensación: sintiendo su peso, su masa y, más importante aún, sintiendo que hay dentro de el una fuerza, una energía. A través de la sensación, necesito sentir una conexión con mi cuerpo tan profunda que se transforma en una comunión.

Mas adelante veremos que hay sensaciones y sensaciones. Pero por el momento, necesito reconocer que la sensación es un instrumento de conocimiento, un instrumento de contacto conmigo mismo. Si quiero saber que existo, debe sentir la fuerza y la energía en mi a través de ese contacto. Por ejemplo, si quiero conocer la calidad de mi pensamiento, debe entrar en contacto con ella a través de una cierta sensación, Y es igual con la energía del cuerpo y la energía del sentimiento. Necesito tener una sensación, no solamente de la carne, de las tensiones, si no una sensación interior de la energía, una sensación de que mi cuerpo está vivo. Tener una sensación voluntaria es muy difícil. Nada en la vida nos da una sensación interior salvo, excepcionalmente, el impacto proveniente, por ejemplo, de un peligro o de una gran pena. No tengo una sensación a menos que algo me fuerce a ello. Si no hay dolor, me olvido de que tengo un estómago. Pero para conocer el estado de las energías en mí, necesito tener una sensación que sea voluntaria. Un hombre consciente tendría una sensación permanente de sí mismo y siempre sabría cómo está interiormente. Así que nuestra primera meta es desarrollar una sensación interior.

~ 30. OBEDECER A LA ATRACCIÓN DE LA TIERRA

EI cuerpo obedece a la atracción de la tierra; saca su fuerza de ella. Una energía más fina en mí, la fuerza sutil, obedece a otra atracción. Cuando el cuerpo se adapta a la atracción de la tierra, esa fuerza sutil está más libre, como si los dos movimientos se complementaran. Esto permite al hombre mantenerse en pie. Siempre y en toda circunstancia debo aceptar esa ley de donde viene mi equilibrio y dejar que esas fuerzas jueguen libremente en mí. Cuando obedezco a esa atracción de una manera consciente, la fuerza sutil es liberada y mi yo ordinario, mi ego, encuentra su razón de ser. Los polos se conectan. Obedezco a esa ley y encuentro mi lugar en un mundo de fuerzas que me hizo tal como soy. Pero pensar en eso no ayuda. Hay que vivirlo.

La tensión y el relajamiento son una gran importancia para nuestro estado; nos hace manifestarnos y relacionarnos de una cierta manera con el mundo que nos rodea. Tendemos hacia la vida, para oponernos, para tomar de ella, para dominar: toda afirmación nuestra se manifiesta a través de una tensión. Pero esas tensiones nos separan de una energía sutil, de una realidad más esencial. Estamos presos en las tensiones y nuestras posibilidades no se desarrollan. Nuestra atención no puede realizar una acción si hay una resistencia tensa en los músculos. Esta retenida en la superficie y no puede penetrar en profundidad.

Solo tengo acceso a mí mismo por la sensación. Pero hay diferentes tipos de sensación. La sensación que conocemos es una sensación proveniente de las tensiones incontroladas, aunque sean muy ligeras, que se producen cuando mi atención es atraída sobre una parte de mí. Es una sensación estática, una crispación fija en un mismo lugar. La prueba es que, cuando queremos estudiarla, detenemos el movimiento. Esa sensación despierta una energía muy superficial. Hay una profundidad que todavía no se ha alcanzado. Para recibir la impresión de una realidad interior, necesito de una sensación que venga de un movimiento viviente al cual me uno a través de un soltar o el cual dejo que se me revele, mientras me hago totalmente libre y disponible para esa impresión. En vez de provocar yo mismo la sensación, debo abrirme y recibir la impresión de la sensación, Para esto debe aparecer un sentimiento nuevo, de manera que la vibración pueda propagarse. Es por eso que Gurdjieff nos hacía decir «Señor, ten piedad», lo que nos abre al sentimiento de nuestra nulidad y despierta la energía a otra profundidad.

La calidad de esa sensación depende del estado de tensión o de relajación de mis músculos, Atento, descubro que esa relajación-tensión es una acción constante, o bien es una tensión exagerada a través de la cual me afirmo con violencia, con orgullo, o es un dejarse ir y me rindo por debilidad. Cuando veo que esto es dirigido por el yo ordinario, siento la necesidad de dejar que mi cascara dura se disuelva para que la vida pueda fluir dentro de mí. Y siento ese movimiento de descenso, de soltar, de toda la fuerza contenida en mis tensiones. Puesta en movimiento, por si misma, está sometida a la atracción de la tierra, del suelo, y les obedece. Al mismo tiempo, siento que algo emergió; una fuerza emergía por encima de ese nivel permitiendo a todos los centros estar integrados en un todo, en una Presencia. Solo lo conozco en ese mismo momento y al conocerlo se produce una apertura. Accedo entonces a una densidad diferente, como si hubiera traspasado un umbral. Por una acción que viene de la comprensión inmediata de no ser suficiente, el cuerpo entero se relaja para entonarse con esta Presencia. Empiezo a ver que hay grados infinitos de sensación que representan un mundo desconocido.

Para tener la sensación de una Presencia en mi cuerpo, necesito tranquilidad y una gran sensibilidad. La sensación no viene de una tensión, sino de un contacto que se me revela. Mi cuerpo no se tensa en ninguna dirección. No se tensa hacia arriba, no corresponde con su naturaleza. No me arrastra. No lo arrastro. No hay ninguna tensión. Me siento libre. Mi totalidad ya no está amenazada. Veo que la sensación es como un acto de obediencia a esa Presencia. La necesidad de apertura es lo que uno llama la oración,

~ 31. UNA SENSACIÓN GLOBAL

Pasará mucho tiempo antes de que yo comprenda el significado de mis tensiones. Pero puedo ver que están allí y que la energía en mí no está libre. Los pensamientos son tensiones, los deseos también. La energía está detenida por las vibraciones de inercia que me mantienen en las partes inferiores de mi ser. Estoy atrapado por mis tensiones, atado, ocupado en satisfacer las necesidades específicas de una parte, sin tomar en cuenta el todo. La energía no está libre para seguir ese movimiento sin trabas que es la vida de un todo. Empiezo a ver que ante todo necesito la experiencia de una energía liberada.

Por lo común conozco la energía en mí mismo en una forma degradada que no se contiene a sí misma. Sin embargo, puedo conocer la energía bajo una forma más pura, más tranquila, y tener la experiencia de lo que soy. Para esto tendría que aceptar no tener ninguna tensión y poder estar sin juzgar, sin esperar nada, sin expectativa, enteramente en la conciencia de «lo que es». Entonces quizás podré llegar a la percepción de una Presencia viva en mí. Tendré la sensación de la vida del todo sin estar detenido por la idea de una parte, de un brazo o de una pierna o de la cabeza. Mi visión abraza todo mi cuerpo. Ve los movimientos del todo. Puedo intencionalmente poner el acento sobre una parte, pero no debe dejar el todo. En cuanto estoy detenido por la idea de una parte, mi sensación se falsea y mi visión pierde su sentido.

Buscar el punto de equilibrio entre la tensión y la relajación me abre a la experiencia de la lucha con el yo ordinario. Cuando estoy relajado y tengo una sensación en todas las partes de mí mismo, no estoy separado de mi ser interior. Soy uno. En mi ser más íntimo ya yo soy y soy libre. Puedo vivirlo mientras conservo una actitud justa, un equilibrio entre tensión y relajación, Estoy relacionado conmigo mismo a través de un centro vital del cual emana la sensación global de todas las partes. Y sin embrago, veo mi tendencia a volverme parcial, a regresar hacia las mismas tensiones que preservan mi yo ordinario. Siento la necesidad de un soltar que me libere de ellas.

Es una lucha para ser lo que soy, una lucha entre mi yo subjetivo, encarnado en mis tensiones, y una vida en mí mismo que no conozco. O bien estoy aprisionado por el sentido ordinario de mí mismo que me impide tener un contacto con mi ser real, o bien tengo la nostalgia de una relación con lo «divino» que siento como la raíz de mi ser, que me muestra a que debo servir. Toda mi vida se dibuja alrededor de esa lucha consciente; por consiguiente, debo comprenderla muy bien. Mis tensiones forman la trama de mi vida. Siempre están allí, mi mente ordinaria atraída hacia una meta y mi cuerpo tensándose hacia lo que mi mente me impone. Incluso cuando no hay una meta que me presione, hay tensiones cristalizadas en mí. Y en cada tensión el todo está comprometido.

Al buscar abrirme a una sensación de mí mismo, veo que aún subsisten pequeñas crispaciones. La única sensación que tengo de mí mismo es la sensación de estas crispaciones, como un muro que me separa de mí mismo. Mi atención no alcanza la Presencia en mí que vive de otra vida. Siento esa falta. La sensación de esa falta es la verdad más grande a la que puedo acercarme actualmente, la estrella que me muestra el camino. Mientras este consciente de esa falta, atentamente, de una manera pura, sin que intervenga mi pensamiento o mis emociones, veré los límites del mundo de lo conocido, de la forma. Debo dejarlo atrás para ponerme delante de lo desconocido.

~ 32. SER ESPIRlTUALIZADO

Las fuerzas que hoy nos hacen actuar tienen un poder de vida muy limitado. Las ondas de sus vibraciones disminuyen rápidamente. Son vibraciones de inercia. La energía puesta en movimiento esta poco cargada por la “voluntad de ser” y es incapaz de transmitir esa voluntad.

Un llamado que viene de lo profundo de nosotros mismos esta siempre allí. Se vuelve cada vez más insistente. Como si la presencia de una energía diferente pidiera ser escuchada, demandara una relación. En el estado de no-movimiento, en calma, la relación se establece mejor. Esto pide abrirse a una densidad interior diferente, a una diferente calidad de vibración. La sensación es la percepción de esa calidad. Necesito sentir la Presencia de lo espiritual en mí, que el espíritu penetre la materia y la transforme. Necesito ese mismo acto, ser espiritualizado.

La acción creadora de la fuerza de vida solo aparece donde no hay tensiones. Es decir, en el vacío. Si quiero desarrollar mi ser, debo llegar a un punto donde no haya tensiones, que percibo como el vacío, lo desconocido. El vacío de mi ego. Es algo que no conozco, mi esencia. Lo percibo como un vacío porque lo fino de las vibraciones va más allá de lo que conozco de mi densidad habitual. En ese momento toco la voluntad de ser, al querer ser lo que soy, que no depende ni de la forma ni del tiempo. Me siento en una densidad diferente que se vuelve más fina en la medida en que las tensiones se disuelven.

Empiezo a comprender lo que es una sensación pura, que aparece cuando mi pensamiento esta libre, sin imagen. Bajo esa visión, mi cuerpo se suelta. El relajar se hace por sí mismo en la medida en que mi visión se hace más clara. Esa sensación es la primera señal de obediencia a algo más grande. No puede ser consciente sin que yo este voluntariamente pasivo. No es mi yo ordinario quien lo hace. No es ese yo el que busca manifestar su fuerza; mi fuerza es de otro tipo. Si no es verdad, si no lo reconozco sinceramente en el momento en que trabajo, no lograre liberarme. Necesito reconocer una fuerza más elevada, un maestro, y sentir su autoridad. Esto ocurre cuando el yo, el ego, deja de crear sus propios movimientos. Entonces aparece una energía de una calidad muy especial que es irresistible, con un poder que todo lo puede mientras sea percibida y obedecida. Con todas las tradiciones podríamos dar el nombre de «amor» a esa energía si supiéramos lo que es el amor. La sensación consciente es el primer paso hacia esa fuerza.

Para ir hacia esa sensación consciente, una verdadera sensación de lo que es, se necesita un pensamiento nuevo, un pensamiento libre de sus creencias, de su saber y hasta de su experiencia pasada. Un pensamiento que ve a la vez todas las contradicciones, el caos, y al mismo tiempo es capaz de mantenerse absolutamente inmóvil y tranquilo. Siento mi cuerpo enteramente pasivo, como si no existiera. Ese estado de pasividad mantenida es mi primer poder sobre el cuerpo. Es la señal de la participación de una energía nueva en mi Presencia. No dejo que mi atención sea tomada por ninguna tensión: ni contracción, ni pensamiento ni emoción. No tengo sino una meta en la cual todos mis centros participan: percibir las vibraciones más finas hasta que yo sea capaz de discernir su calidad.

La sensación consciente de sí misma pertenece a la encarnación. El espíritu se materializa y toma una densidad definida, se vuelve carne. Tener la experiencia de una sensación pura en el cuerpo físico puede llevar a una experiencia espiritual. Penetramos en el mundo de las vibraciones, de las sustancias finas. Es mi cuerpo, claro está, es una energía, una vida que está en mí. Pero las percibo como una sola cosa. ¿Es esto posible? Ante esa pregunta, no puedo ni negar ni afirmar nada y surge el sentimiento de lo real, de lo verdadero.


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Continúa con: Un sentimiento nuevo






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