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La ley del mínimo esfuerzo








Esta ley se basa en el hecho de que la inteligencia de la naturaleza funciona con toda facilidad y despreocupación. Ése es el principio de la menor acción, del nunca resistirse. Por consiguiente, es el principio de la armonía y el amor. Cuando aprendemos esta lección que nos enseña la naturaleza, satisfacemos con facilidad nuestros deseos.

La Tierra no se esfuerza por girar sobre su eje; es su naturaleza girar a velocidad vertiginosa en el espacio. Es la naturaleza de un bebé estar siempre en estado de dicha. Es la naturaleza de sol brillar. Es la naturaleza de las estrellas titilar y destellar. Y es la naturaleza humana hacer que los sueños se conviertan en realidad, con facilidad y sin esfuerzo.

En la ciencia védica, la filosofía milenaria de la India , este principio se conoce como economía de esfuerzo, o “hacer menos para lograr más”. Esto significa que una ligera idea puede convertirse en realidad sin esfuerzo alguno; lo que normalmente conocemos como «milagros» son en realidad manifestaciones de esta ley.

La inteligencia humana funciona sin esfuerzo, sin resistencia, espontáneamente. No es lineal; es intuitiva, holística y estimulante. Y cuando estamos en armonía con la naturaleza, cuando estamos seguros del conocimiento de nuestro verdadero yo, podemos utilizar esta ley.

Es mínimo el esfuerzo que hacemos cuando nuestros actos brotan del amor, porque es la energía del amor la que aglutina la naturaleza. Cuando tratamos de conseguir el poder para controlar a los demás, gastamos energía. Cuando buscamos el dinero o el poder para satisfacer el ego, gastamos energía persiguiendo la ilusión de la felicidad, en lugar de disfrutar la felicidad del momento. Cortamos el flujo de energía hacia nosotros e impedimos la expresión de la inteligencia de la naturaleza.

Fijar nuestra atención en el ego consume la mayor parte de la energía. Cuando nuestro punto interno de referencia es el ego, cuando buscamos poder y control sobre los demás, o la aprobación del resto del mundo, desperdiciamos nuestra energía.

Sin embargo, cuando liberamos esa energía podemos recanalizarla para crear cualquier cosa que deseemos. Cuando nuestro punto interno de referencia es nuestro espíritu, cuando nos volvemos inmunes a la crítica y perdemos el temor a los desafíos, podemos aprovechar el poder del amor y utilizar creativamente la energía para vivir la abundancia y la evolución. La ley del menor esfuerzo tiene tres componentes o cosas que podemos hacer para poner en funcionamiento este principio de «hacer menos para lograr más».

El primer componente es la comprensión, para aceptar. Aceptar significa sencillamente contraer un compromiso de aceptar hoy a las personas, las situaciones, las circunstancias y los hechos tal como se presenten. Eso significa que sabremos que este momento es como debe ser, porque todo el universo es como debe ser.

Este momento, el que estamos viviendo ahora mismo, es la culminación de todos los momentos que hemos vivido en el pasado. Este momento es como es porque todo el Universo es como es. Cuando luchamos contra este momento, en realidad luchamos contra todo el Universo.

Aceptamos las cosas como son, no como quisiéramos que fueran, en este momento. Es importante comprender esto: podemos desear que las cosas sean diferentes en el futuro, pero en este momento debemos aceptarlas como son.

Cuando nos sintamos frustrados o estemos molestos a causa de una persona o situación, recordemos que nuestra reacción no es contra la persona o situación, sino contra nuestros sentimientos acerca de esa persona o esa situación. Ésos son nuestros sentimientos, y nadie tiene la culpa de ellos.

El segundo componente es la responsabilidad. Significa no culpar a nadie o a nada, ni siquiera a nosotros mismos, de nuestra situación. Una vez aceptado un suceso, un problema o una circunstancia, responsabilidad significa la capacidad de tener una respuesta creativa a la situación tal como es en este momento.

En todos los problemas hay un principio de oportunidad, y esta conciencia nos permite aprovechar el momento y transformarlo en una situación o una cosa mejor.

Cuando hacemos esto, toda situación supuestamente enojosa se convertirá en una oportunidad para crear algo nuevo y bello; y todo supuesto torturador o tirano se convertirá en un maestro. La realidad es una interpretación. Y si optamos por interpretar la realidad de esta manera, tendremos muchos maestros a nuestro alrededor, y muchas oportunidades para evolucionar.

Cualesquiera que sean las relaciones que tengamos en este momento de nuestra vida, son precisamente las que necesitamos en este momento. Hay un significado oculto detrás de todos los acontecimientos, y ese significado oculto está trabajando a favor de nuestra evolución.

El tercer componente es asumir una actitud nunca a la defensiva, lo que significa que nuestra conciencia abandona su actitud defensiva y nosotros renunciamos a la necesidad de convencer o persuadir a los demás de que nuestro punto de vista es el correcto.

Cuando estamos a la defensiva, cuando culpamos a los demás y no aceptamos ni nos rendimos ante el momento, nuestra vida se llena de resistencia. Cada vez que encontremos resistencia, reconozcamos que forzar la situación sólo aumentará la resistencia.

Desistamos completamente de defender nuestro punto de vista. Cuando no hay un punto que defender, no puede haber discusión. Si hacemos esto constantemente, si dejamos de luchar y de resistirnos, viviremos plenamente el presente, el cual es un regalo. Si abrazamos el presente y nos volvemos uno con él, si nos fusionamos con él, sentiremos un fuego, un brillo, una chispa de energía palpitando en cada ser consciente.

A medida que experimentemos este júbilo del espíritu en cada ser vivo, cuando entremos en intimidad con él, la dicha nacerá en nuestro interior y podremos deshacernos de las terribles cargas y molestias de la actitud defensiva, el resentimiento y el rencor. Sólo entonces nos sentiremos despreocupados, festivos, alegres. En medio de esta libertad alegre y sencilla, sabremos sin duda en nuestro corazón que lo que deseemos estará disponible para nosotros cuando lo deseemos, porque nuestro deseo vendrá del nivel de la felicidad, y no del nivel de la ansiedad o el temor.

No necesitamos justificarnos; simplemente declaremos nuestro propósito ante nosotros mismos, y experimentaremos realización, deleite, alegría, libertad y autonomía en todos los momentos de nuestra vida. Si permanecemos abiertos a todos los puntos de vista, no aferrados rígidamente a uno, nuestros sueños y nuestros deseos fluirán con los deseos de la naturaleza.

Entonces podremos liberar nuestros deseos, sin apego, y después sólo esperar el momento propicio para que florezcan, convertidos en realidad. Podemos estar seguros de que cuando el momento sea el indicado, nuestros deseos se cumplirán.


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