jueves

LA HERMANDAD BLANCA



Lección 6



LA HERMANDAD BLANCA


La mayoría de los estudiantes que entran por primera vez al sendero del ocultismo han oído hablar de la Hermandad Blanca. Sin embargo pocos pueden indicar con precisión en qué consiste esta Organización, ya que nada saben de los seres que la componen, de la realidad de su existencia, ni del servicio que prestan a la humanidad a objeto de colaborar con el desarrollo del Plan Divino. El principal propósito de esta lección es aclarar conceptos y malentendidos acerca de este muy importante aspecto de la Teosofía, del cual todo serio estudiante de ocultismo debe estar apropiadamente informado.

“Hermandad Blanca” es el nombre que la ciencia oculta ha dado a aquel grupo de seres humanos quienes, habiendo concluido su evolución humana individual, han resuelto sin embargo continuar encarnando en el planeta para promover la evolución de la vida y guiar – dentro de lo permitido por la Ley Cósmica – el proceso evolutivo de la humanidad. Habiendo ya transitado el mismo sendero que los seres humanos recorremos en la actualidad, marcado por el error y la imperfección, han concluido su jornada al lograr la meta final de la evolución humana: el adepto, o ser humano perfecto, aquel a quién la vida planetaria física ya no tiene más lecciones que enseñar y que, en virtud de ello, ha obtenido su completa emancipación de las limitaciones impuestas por las leyes cósmicas. Respondiendo a su expreso deseo, la mayoría de los ocultistas se refieren a ellos como los Hermanos Mayores de la humanidad.

Hagamos un poco de historia acerca de cómo llegó el mundo occidental a tener conocimiento de la existencia de estos insignes Seres. En 1875, aquella notable ocultista, Helena P. Blavatsky, enunció la existencia de cierta hermandad de Adeptos que trabajan en aras del progreso evolutivo de la humanidad. En el oriente, especialmente entre hindúes y budistas, la existencia de estos Maestros es ampliamente conocida y aceptada; no parece haber sin embargo entre la gran mayoría de los fieles de tales religiones un conocimiento cabal acerca de los Mahatmas (nombre con el cual se les distingue en la India) ni en sus áreas de actividad, conocimiento probablemente reservado solo para quienes estudian los aspectos esotéricos del hinduismo y el budismo.

En 1880, un periodista británico de gran prestigio radicado en India, Alfred Percy Sinnett, editor de la revista “El Pionero”, fue autorizado, mediante la agencia de Madame Blavatsky, para entrar en correspondencia personal con algunos miembros de la hermandad. Este contacto epistolar (publicado posteriormente bajo el título “Cartas de los Mahatmas a A.P. Sinnett”, editado por Trevor Barrer) duró cuatro años (1880 – 1884) conteniendo una dispensa de conocimiento oculto de considerable volumen. En adición a su trabajo como editor de “El Pionero”, donde escribió extensamente en relación con esta nueva dispensa, el Sr.Sinnett publicó dos libros: “Budismo Esotérico” y “El Mundo Oculto”, en los cuales comenta en detalle sobre las ideas postuladas por sus corresponsales ocultos.

Por su parte, Madame Blavatsky contribuyó con varios trabajos bajo la dirección – e incluso a veces el dictado directo – de algunos Adeptos de la Hermandad acerca de esta antigua ciencia oculta a la cual se ha dado el nombre de Teosofía (Sabiduría Divina). Fue también ante la sugerencia de estos Maestros que Madame Blavatsky y su asociado Henry Steele Olcott fundaron, junto a un reducido grupo de personas, la Sociedad Teosófica en Nueva York, en 1875. Los propósitos de tal sociedad fueron claramente delineados, el principal de ellos siendo “La formación de un núcleo para el establecimiento de la fraternidad humana sobre la Tierra”, como también la propagación de un conocimiento que hasta ese momento yacía oculto, pero que ahora se ofrecía a todos aquellos interesados en explorarlo. La mayor parte de esta dispensa oculta se encuentra contenida en los dos principales trabajos de Madame Blavatsky, “Isis Sin Velo” (publ. 1878) y “La Doctrina Secreta” (publ. 1888).

Como es de esperar, la existencia de la Hermandad Blanca ha sido puesta en duda en Occidente. Si en verdad existen tales seres, se nos dice, ¿cómo es posible que nadie los vea y que nunca se oiga hablar de ellos? Cierto es que el hecho de que no estemos conscientes de algo en modo alguno significa que ese algo no exista, pero aun así, la idea de un grupo de superhombres de maravillosos poderes y sabiduría existiendo en la Tierra pero no funcionando públicamente es algo que no va bien con la mentalidad occidental, pragmática y materialista. Es sin embargo perfectamente razonable suponer que la vida humana en el planeta no tendría mayor sentido si no fuese por la idea de que su objetivo principal es el proceso de aprendizaje y desarrollo de cada ser humano dentro del Plan Evolutivo. Esta premisa nos lleva a la importante cuestión del propósito de la vida que, de acuerdo a la Teosofía, no es otro que el logro total de la perfección humana a nivel individual y colectivo; es decir, que el ser humano, una vez aprendidas todas las lecciones que la vida física en el planeta le ofrece, queda finalmente libre de la necesidad de volver a encarnar.

Habiendo ya concluido este aprendizaje obligatorio, desarrollando a través del esfuerzo y el dolor toda la sabiduría, las virtudes, y los poderes que yacen latentes en él, se encuentra ahora en el umbral de la Divinidad, ya preparado para una vida de gloriosa inmortalidad, servicio y futuro desarrollo en etapas de existencia sobrehumana caracterizadas por el amor y la felicidad. Este estado identifica al Adepto, miembro de la Hermandad Blanca, y a él, se nos dice, todo ser humano ha de llegar. Algunos seres humanos ya han logrado tal meta, con ello dando lugar a la existencia de la Hermandad.

En lo que respecta al misterio que rodea una existencia que parece caracterizada por la reclusión y el anonimato, un Adepto le comentó en cierta ocasión al Sr. Sinnett acerca de las funestas consecuencias que tendrían lugar si la Jerarquía decidiera hacerse pública en nuestros días y en nuestro presente estado de desarrollo.

La historia está llena de ejemplos de lo ocurrido a aquellos que tuvieron el valor de emanciparse de lo ordinario para mostrar el camino de la luz a sus semejantes, como también de las persecuciones y torturas de que fueron víctimas, ¡precisamente a manos de los beneficiados! Hay además otras razones, entre ellas la estricta prohibición establecida por la Ley Cósmica en lo que se refiere a la intervención directa de Adeptos en asuntos humanos, lo cual ocurre solo bajo condiciones tan específicas como excepcionales.

Naturalmente, los Miembros de la Jerarquía se adhieren estrictamente a los dictados de la Ley, respetando en este sentido no solo su solemne promesa, sino también la sabiduría inherente en las leyes universales que gobiernan su proceder. A todos nos llegará eventualmente el momento de tomar contacto con Adeptos, pero resulta inútil tratar de apresurar tal encuentro antes de que nuestro desarrollo individual haya logrado un determinado grado de avance.

Se nos dice que los poderes de un Adepto son tan estupendos como variados. Poseen telepatía, telequinesia, capacidad para levitarse y para materializar objetos solo mediante el poder de su mente; poseen además poder para curar enfermedades de todo tipo y para aparecer simultáneamente en dos lugares diferentes si las circunstancias lo requieren; su capacidad intelectual va más allá de todo lo concebible, añadiéndose a ello un grado de sabiduría sin parangón; tienen además la capacidad para moverse de manera consciente entre los planos físico, astral y mental cuando lo necesitan; la clarividencia y la clariaudiencia son normales en ellos y, poseyendo un cuerpo físico perfecto como resultado de la perfección de su doble Etérico y la ausencia de karma negativo, se encuentran liberados de los problemas inherentes en la vejez y las enfermedades. Aquellas personas que han tenido la oportunidad de verles e interactuar con ellos manifiestan invariablemente que se les ve perpetuamente jóvenes pese al paso de los años. Cuenta Madame Blavatsky que la primera vez que vio a su Maestro ella contaba 20 años de edad, pero que durante los siguientes 40 años de su vida siguió viéndolo exactamente igual: un hombre alto, de aspecto tan esplendoroso e imponente que inspiraba instantánea reverencia, y de una edad que ella calculó alrededor de los 35 años. Blavatsky afirma que tal es también el caso de otros adeptos con los cuales hubo de tomar contacto durante su trabajo oculto. El tiempo no parecía transcurrir para ellos, viéndoseles invariablemente jóvenes y vigorosos.

No se sabe con precisión la edad que puede alcanzar el cuerpo físico de un Adepto. Este es, al parecer, conocimiento iniciático aún fuera de nuestro alcance. Ciertas escuelas afirman sin embargo que tal longevidad alcanza los 700 años. A pesar de no existir pruebas para confirmar tal aseveración, el caso del llamado “Adepto Europeo”, conocido también como el Conde San Germán, tiende a confirmarla, ya que existe evidencia por parte de personas que le conocieron y que escribieron acerca de él hace más de 400 años, describiendo su fisonomía y carácter exactamente en los mismos términos en que lo hicieron otras personas que dicen haberle conocido 400 años después, a fines del siglo diecinueve.

Entre las razones ofrecidas para explicar la longevidad del cuerpo físico de un Adepto se esgrime el hecho de éste lo utiliza con muy poca frecuencia, su consciencia estando enfocada casi continuamente en el plano mental, que es el nivel desde el cual la Jerarquía principalmente guía el proceso evolutivo de la humanidad.

Muchos aspirantes al sendero oculto se preguntan a menudo por qué no les es dada la oportunidad de tomar contacto directo con los Maestros para así manifestarles su deseo de ponerse a su servicio en la gran Causa de la humanidad. La respuesta está dada en una de las cartas de un Adepto a uno de los teósofos originales, A.P. Sinnett: “No somos nosotros quienes estamos en situación de acercarnos a los aspirantes al discipulado; son los aspirantes quienes deben venir a nosotros…”.

Hay, por cierto razones perfectamente válidas para justificar tal posición. Los brazos de los Maestros están siempre abiertos para nosotros, pero somos nosotros quienes, al vivir una vida emancipada del comportamiento humano ordinario, caracterizada por el amor, la compasión y el servicio desinteresado al prójimo, nos hacemos candidatos al feliz encuentro. Si en efecto estamos interesados en vivir una vida superior a la existencia humana ordinaria, ello hará necesario un comportamiento y una forma de vivir que reflejen un estado mental y moral por sobre lo ordinario para así hacernos dignos del honor de encontrarnos en la sublime presencia de un Adepto. Cuando tal estado se alcanza, el contacto directo con Maestros de la Jerarquía Planetaria viene como el corolario natural de haber situado nuestra condición vibratoria en la misma frecuencia en que Ellos vibran. El recto vivir de aquel que busca más dar que recibir le pone en armonía con el magnetismo del Maestro, y, cuando menos lo espere, se encontrará de pronto en su bendita Presencia.

Se nos dice que los miembros de la Jerarquía están continuamente observando esa gran masa de seres que constituyen nuestra humanidad como si observaran puntos de luz en el firmamento. Aquellos puntos que destacan por su mayor brillo son las almas que se aproximan al final del sendero, y la atención de los Maestros se concentra en ellas para ayudarlas en su arribo al fin de una jornada invariablemente llena de pruebas y dificultades. A los que finalmente alcanzan la meta se les incorpora al trabajo de la Jerarquía. Cuando ello ocurre, el aspirante suele recibir inesperadamente una visita del Maestro porque se la ha ganado a través de su conducta, su espíritu de sacrificio y su dedicación a la Causa de la humanidad. Tal visita tiene por cierto un propósito más amplio que el de dar reconocimiento al aspirante, y ello es el darte instrucciones con respecto al trabajo oculto que se le encargará. Salvo lo anteriormente expuesto, tales visitas son extremadamente poco comunes.


Para lograr un mejoramiento en el magnetismo personal se requiere, como hemos dicho, un modo de vida recto en donde la introspección, la meditación, la auto-negación y los hábitos apropiados de dieta diaria (que debe excluir alcohol y carnes) tienen que formar parte integral en la vida de la persona.

No es necesario abundar en los beneficios que el contacto directo con un Adepto traerá al aspirante en lo que se refiere a su desarrollo espiritual. Completa lealtad y obediencia a las instrucciones e indicaciones del Maestro, harán su relación con El más estrecha y productiva. Confiriéndole perpetuidad. Porque es necesario consignar que las fuerzas del mal, conscientes de su progreso, desencadenarán sobre él todo su poder, obligándole a enfrentar toda suerte de tentaciones y dificultades en su empeño por hacerle caer. Del aspirante mismo dependerá entonces saber mantenerse a la altura que ha llegado, pero la ayuda del Maestro será también decisiva en su triunfo final.

De acuerdo a la Teosofía, el universo solar es réplica de un Universo Cósmico mucho más vasto. Consecuente con ello, se nos dice que la Hermandad Blanca – que apropiadamente podemos considerar como el Gobierno Interno del Mundo – es una réplica del Gobierno Espiritual del Universo Cósmico Septenario (Ver diagrama III). A este Gobierno se le conoce como “El Gran Trono Blanco” (ver Lección 12), su estructura reflejándose en la estructura de la hermandad Blanca.

El gobierno interno del mundo tiene siete “departamentos” o campos de actividad. Vemos lo razonable de esta estructura al menos en teoría. Si aceptamos que el propósito de la vida y la forma es el de progresar hacia una meta de perfección, resultará posible pensar en la vida como una escala que se extiende infinitamente tanto más allá de la etapa humana como antes de ésta, siendo el ser humano, por consiguiente, una especia de punto medio en este esquema de progreso. Como es lógico suponer, el proceso evolutivo ha tenido lugar durante eones y, a través de las edades, mucho seres humanos han trascendido el punto de avance en que nos encontramos ahora.

Habiendo completado su proceso evolutivo humano, los miembros de la Hermandad Blanca tiene ahora otra meta fundamental: la de servir a Aquél que es representante en este planeta del Rey y Señor del universo. Así como poderosos arcángeles llevan a cabo la septenaria labor del Logos (véase lección 12) en el esquema mayor, nuestros Hermanos Mayores llevan a cabo similar labor en el planeta a nombre de uno de aquellos poderosos Seres, a quién daremos el nombre de Logos Planetario o Señor de nuestro mundo. La Biblia se refiere a ellos como “La Comunión de los Santos”, y su labor comprende las múltiples actividades que caracterizan la vida planetaria a objeto de guiarla de acuerdo al Plan Divino.

Es entonces apropiado afirmar que la Hermandad Blanca o Jerarquía Planetaria, representa y recapitula en la Tierra la Jerarquía Espiritual de los mundos celestiales. Una vez más nos es dado observar como lo celestial se refleja en lo terreno de acuerdo al antiguo axioma Hermético: “Como es arriba, así es abajo”. Incluso la organización – si se nos permite usar tal término – de la Jerarquía, sigue el plan divino no solo en lo que se refiere a sus actividades sino también a su estructura. Hela aquí:

El primer lugar está el Rey, Aquél que representa al Logos Solar y su Presencia en nuestro planeta (la Palabra de Dios). Inmediatamente después de él vienen Tres que representan los tres aspectos de la Santísima Trinidad para manifestarla en la Tierra.

Se nos dice que estos cuatro magníficos Seres no son producto de nuestra evolución, pero que en épocas muy remotas vinieron a la Tierra a objeto de guiar la evolución de nuestra raza humana hasta que ésta fuese capaz de producir aquellos capaces de reemplazarles. A estos grandes Seres se les conoce con nombre de Budas Prateka y proceden del planeta Venus, en donde una raza humana anterior a la nuestra completó su evolución. Inmediatamente después de Ellos encontramos a Aquél que representa la más elevada expresión evolutiva de nuestra humanidad y que viviera su última encarnación como el Príncipe Siddarta Gautama, conocido para la mayoría como el Señor Buda. Se nos dice que no está lejano el momento en que le será confiada la tarea del Rey (probablemente algunos centenares de años en el futuro). Cuando esto ocurra, los budas Prateka se retirarán de nuestro mundo con destino a otros mundos en donde Su Presencia sea similarmente requerida. A partir de ese momento, nuestra evolución quedará bajo la tutela de Seres que han procedido de la misma.

Bajo éstos encontramos (en el nivel conocido como 7ª. Iniciación Mayor) a tres elevados Seres a quienes se conocen como, a) El Señor Maitreya, quién ocupa el cargo denominado “Bodhisattva de la Raza”, para los cristianos conocido como El Cristo; b) el Señor Vaivasvata, que ocupa el cargo de “Manu” o Padre de la Raza de nuestro actual período evolucionario llamado Ario; y, c) El Señor Mahachohan, a quien se considera como el Jefe directo de la Hermandad.

A nivel de 6ª. Iniciación encontramos siete adeptos que ostentan el título de “Chohan”, cada uno de ellos encabezando un Rayo o campo de actividad de acuerdo con el Plan del Logos en la estructura jerárquica (véase Diagrama 2 y Anexo 1).

Es necesario establecer que dentro de esta estructura existen varios otros Maestros no mencionados en los diagramas adjuntos debido a varias razones, entre ellas la escasa cantidad de información disponible acerca de Ellos, que probablemente obedece a su expreso deseo de permanecer en el anonimato. Se nos dice que el número de Maestros que integran la Hermandad Blanca es aproximadamente sesenta y cinco.

Para concluir esta lección, nada mejor que reproducir un párrafo del libro “Los Maestros”, de Annie Besant: “Ellos (los maestros) ayudan de varias maneras el progreso de la humanidad. Desde la más alta esfera entregan su luz y vida al mundo entero, para que ambas sean asimiladas como el calor del sol por todos aquellos que estén en situación de recibirlas. Así como el mundo físico vive gracias a la vida del Logos reflejada por el sol, el mundo espiritual vive bajo el mismo impulso reflejado por la Jerarquía Oculta. Los Maestros conectados con las religiones utilizan estas como depósitos en los cuales vierten su energía espiritual, para así distribuirla entre los fieles mediante la “gracia”.

Está además el gran trabajo intelectual mediante el cual los Maestros envían poderosas formas de pensamiento para ser captadas por hombres de genio y entregadas al mundo por su intermedio. También en el nivel intelectual envían mensajes a sus discípulos para indicarles las tareas a las cuales deben abocarse. A continuación viene el trabajo en el mundo mental concreto, la generación de formas de pensamiento que influencian la mente concreta guiándole hacia lo útil en las actividades del mundo, como también la enseñanza a aquellos que, habiendo desencarnado, se encuentran en los mundos superiores. También hay que considerar la gran actividad que llevan a cabo en los mundos intermedios, el auxilio que prestan a los llamados “muertos”, la dirección y supervisión general de la enseñanza que se da a los discípulos más jóvenes y la gran cantidad de ayuda que prestan en innumerables casos de desgracia o necesidad. Observan en el mundo físico la tendencia general de los acontecimientos, corrigiendo y neutralizando, hasta donde la Ley lo permita, las corrientes malignas y manteniendo el equilibrio continuado de las fuerzas que obran a favor y en contra de la evolución, el fortalecimiento del bien y el debilitamiento del mal”.


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CURSO INTRODUCTORIO, 14 LECCIONES - RENARD, Enrique


Lección 1 - EL PLAN DIVINO

Lección 2 - LOS CUERPOS SUTILES DEL SER HUMANO

Lección 3 - VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE

Lección 4 - REENCARNACIÓN

Lección 5 - KARMA

Lección 6 - LA HERMANDAD BLANCA

Lección 7 - LA DOCTRINA DE LOS CICLOS

Lección 8 - EL DOBLE ETÉREO

Lección 9 - EL CUERPO ASTRAL

Lección 10 - EL PLANO MENTAL

Lección 11 - EL PODER DEL PENSAMIENTO

Lección 12 - LA CUESTIÓN DEL MAL

Lección 13 - EL REINO DÉVICO

Lección14 - LA HERMANDAD UNIVERSAL







LA DOCTRINA DE LOS CICLOS



Lección 7


LA DOCTRINA DE LOS CICLOS


A esta altura de nuestro curso resultará ya claro para el estudiante que la Teosofía postula la idea de un propósito cósmico como factor y principio fundamental en la historia del ser humano. Ello por cierto implica la existencia de un plan de proporciones mucho mayores que las concebidas por los astrónomos y en una escala de tiempo que comprende billones de años hasta su total consecución.

El surgimiento y decadencia de las civilizaciones, bien documentados en las investigaciones de la antropología y la geología son, se nos dice, parte de este gran Plan Divino.

Naciones y pueblos van y vienen, cada una de ellas proveyendo el campo fértil para servir las necesidades evolutivas de los egos que en ellas encarnan, contribuyendo así con sus características especiales al proceso evolutivo del total de la humanidad.

De acuerdo a la Teosofía, este plan es septenario, es decir, que durante la evolución de la humanidad sobre la Tierra tienen lugar siete fases o períodos evolutivos que se mezclan temporalmente representando lo que en Teosofía se conoce como Razas Raíces; cada una de éstas entrega los vehículos (cuerpos) correspondientes para el continuado desarrollo del proceso evolutivo. Al hablar de “razas” en este contexto, no nos referimos al significado comúnmente dado a este término en estudios de etnología a objeto de identificar el color de la piel u otras características físicas. En este sentido la Teosofía establece que no son la forma de las facciones o el color de la piel los factores determinantes para identificar el estado de avance de un individuo sino su estado de consciencia. Como ejemplo de ello está el hecho de que una gran cantidad de personas provenientes de diferentes grupos étnicos componen en realidad la principal raza raíz floreciendo al presente en nuestro planeta. Todos estos grupos entregan su propia contribución especial al progreso de la humanidad.

En este plan evolutivo septenario, cada una de estas razas raíces tiene siete sub-divisiones a las cuales se conoce como Sub-razas.  Cada Sub-raza posee las características fundamentales de la raza raíz de la cual es parte, pero también tienen cada una su propia característica o cualidad particular. A su vez, las sub-razas se dividen en ramales. Utilizando una analogía familiar, pensemos en la evolución como un proceso educacional en el verdadero sentido de la palabra; solo que en este caso, en lugar de provenir la enseñanza desde el exterior por medio de un profesor, viene desde dentro de nosotros mismos estimulada por nuestras experiencias, lo cual hace posible el desarrollo del potencial que todos llevamos dentro como una semilla que aguarda su florecimiento. En esta analogía, cada raza raíz representa una escuela en la cual debemos aprender gran cantidad de lecciones; las sub-razas representan grados dentro de la escuela, y las ramales clases dentro de los grados. La asistencia del ser humano a estas escuelas es obligatoria.

Cada escuela tiene por objeto desarrollar un aspecto determinado de estado de consciencia, y el aprendizaje debe tener lugar en diferentes niveles y bajo variadas circunstancias. Y así como en el proceso educacional de nuestras escuelas se hace necesario recapitular brevemente las enseñanzas de un grado al comenzar el que sigue, la enseñanza cósmica aplica también el mismo sistema.

Cada escuela (o raza raíz) debe recapitular lo aprendido anteriormente para en seguida concentrarse en un nuevo aspecto de consciencia a desarrollar en la nueva escuela, al tiempo que un atisbo de otro aspecto futuro empieza también a tener lugar. La asistencia a todas estas escuelas es esencial si el Ego desea completar apropiadamente su educación evolutiva y pasar sus exámenes finales con éxito. El niño que ingresa a primer grado de escuela primaria lleva consigo el potencial que le convertirá en estudiante universitario años después: su potencial se haya desarrollado. La escuela (raza raíz) continuará existiendo mientras haya alumnos (egos) que necesiten aprender las lecciones que ésta ofrece. Al desaparecer el alumnado, la raza raíz desaparece, y la humanidad avanza hacia la fase siguiente. Y de este modo, tras el surgimiento y decadencia de las civilizaciones, tras la emergencia de grandes personajes, tras el hundimiento y el surgir de nuevos continentes, nos es posible vislumbrar el Gran Plan gradualmente mostrando su belleza y llevando a cabo su propósito mediante un vasto proceso de educación cósmica.

No debemos olvidar sin embargo, que todos los aspectos de consciencia a desarrollar en las diferentes razas existen en nosotros en estado de “semilla”, por así decir. Utilizando otra analogía, pensemos en la bellota, semilla de aspecto insignificante en comparación con el majestuoso árbol al cual da origen: la encina, que va ostentando las características propias de su potencial a medida que crece, utilizando para ello todas las influencias ambientales como alimento. Del mismo modo, la semilla del Adepto existe desde siempre en la Mónada quién, a través de un larguísimo proceso evolutivo, va gradualmente desarrollando su potencial hasta lograr su máxima expresión.

La hipótesis de la Teosofía postula que hasta el momento han aparecido cinco razas raíces en el planeta. Las dos primeras no dejaron restos arqueológicos o históricos debido que no poseyeron cuerpos físicos densos. Su existencia no puede en consecuencia ser documentada científicamente, pero se dice que los antiguos instructores de la humanidad las conocieron. Antiguas escrituras esotéricas, además de varias mitologías, se refieren a ellas, pero basta sólo un poco de reflexión para percatarse la lógica tras este postulado y de la necesidad de la existencia de tales razas. Lo que sigue es entonces presentado al estudiante para su consideración, pero no como hechos históricos verificables.

Se nos dice que la primera raza raíz floreció durante el período geológico conocido como Eoceno, entre 60 y 40 millones de años atrás. El aspecto de consciencia a desarrollar por esta raza fue el de la sensación o percepción, pero a un nivel muy primario, muy básico. Durante este período, el planeta fue presa de violentas convulsiones destinadas precisamente a hacer despertar respuestas sensoriales en esta raza de la infancia de la humanidad. Fue éste además un período de grandes cambios climáticos, erupciones volcánicas, inundaciones, maremotos, grandes calores alternando con fríos colosales, etc., en suma, todo aquello que era necesario para proveer las miríadas de impactos que provocasen algo similar a lo que ahora llamamos sensación. Esta primera raza fue por cierto andrógina o asexuada, los cuerpos de quienes las integraban hechos de materia etérea con aspecto de pequeñas nubes, y en forma alguna similar a los cuerpos densos que observamos en la actualidad. Su forma de reproducción fue en consecuencia por completo diferente a la actual. En la Doctrina Secreta, de H.P. Blavatsky, encontramos la siguiente información: “La primera Raza Raíz desarrolló la Segunda inconscientemente, tal como hacen algunas plantas; o tal vez como las amebas, solo que de forma más etérea, más amplia, en una mayor escala”. De los comentarios que siguen en el texto es posible inferir que el proceso fue bastante similar a lo que se conoce como mitosis celular (simple división), que es el sistema reproductor de las células.

Para esta Primera Raza no existió la muerte a nivel individual. Simplemente fue desapareciendo gradualmente y transformándose en una nueva raza, la Segunda, más humana y más física, aunque aún etérea.
De acuerdo con la Teosofía, la Segunda Raza Raíz existió durante el período Oligoceno, es decir entre 40 y 25 millones de años atrás. Fue éste un período de vegetación densisima seguido por violentos cambios terrestres también característicos del período Eoceno. El aspecto de consciencia a desarrollar por esta Segunda Raza fue el de la tendencia a la actividad, empezando a organizar sus cuerpos como vehículos de expresión activa a objeto de hacer sentir su influencia en el medio ambiente de su existencia. Es probable que los primeros rudimentos del cuerpo humano físico y sus órganos vitales, pero aún sin estructura ósea, hayan empezado a tomar forma entonces, conjuntamente con un semilenguaje de sonidos primitivos. En su libro “La Evolución del Hombre”, el profesor Emile Marcault explica: “Habiendo logrado incorporar un número de imágenes sensoriales del mundo exterior durante el primer período, en el cual desarrolló percepción, la Segunda Raza Raíz utilizó tales imágenes, imprimiendo en ellas el poder dinámico de su propia vida como medio de expresar sus intenciones”. De acuerdo a la Doctrina Secreta, esta Segunda Raza fue también andrógina, reproduciéndose mediante un proceso que podría denominarse “sudor”. Después de largos eones, se fue transformando en la Tercera Raza Raíz, la mamífera, antes de desaparecer por completo.

Fue en los comienzos de la Tercera Raza Raíz, llamada Lemuriana, que aparecieron los primeros esbozos de cuerpos humanos densos; pero no fue sino hasta bastante tiempo después, cerca de 18 millones de años atrás, que la separación de los sexos tuvo lugar, como también el desarrollo de cuerpos similares a los que utilizamos ahora. Originalmente, tales cuerpos eran bastante primitivos, pero de ninguna manera deben confundirse con los de los antropoides que la teoría Darwiniana ve como ancestros del ser humano. De acuerdo con la Doctrina Secreta, el famoso “eslabón perdido” entre los reinos humano y animal no existe, aunque el caso sea que los primeros cuerpos humanos densos hayan tenido un aspecto simiesco.
La tarea evolutiva o aspecto a desarrollar por esta raza fue el de la emoción. Al comienzo, la raza vivió una experiencia dictada por el impulso, con una mente incipiente, no desarrollada; pero a medida que sus sub-razas se fueron sucediendo, su facultad de pensar fue tornándose más y más activa, anunciando su definitivo despertar para el período siguiente.

El desarrollo de la mente analítica y el refinamiento del lenguaje vinieron a tener lugar en la Cuarta Raza Raíz, en Teosofía denominada Raza Atlante. Esta raza predominó durante el período plioceno, remontándose hasta el pleistoceno incluso, cerca de uno a cuatro millones de años atrás, sus últimas épocas teniendo lugar en un gran continente ahora sumergido en el Océano Atlántico cuyas islas se terminaron de hundir hace poco más de 9.564 antes de la era cristiana, llamado “Atlántida”. De ahí el nombre dado a este océano.

 Los atlantes desarrollaron una civilización en extremo materialista cuyos logros científicos se dice sobrepasan todo lo conocido por la ciencia actual. Entre los aspectos notables de su cultura se cuentan un considerable interés por la magia y la creación de artefactos de gran sofisticación y belleza. 

Desafortunadamente, existen indicaciones de que ciertas tendencias malignas empezaron a desarrollarse sin control, a punto tal que la situación llegó a ser considerada como un peligro para la normal prosecución del Plan Cósmico. Vinieron entonces una serie de cataclismos. El continente atlante sufrió una serie de violentas convulsiones comenzando a sumergirse, creando gigantescos maremotos y una inundación que dejó en las mentes de los sobrevivientes la idea – posteriormente transformada en tradición – de un diluvio universal.
Millones perecieron, pero otros millones lograron sobrevivir para encontrar abrigo en otras regiones. Los egos que pasaron por tal experiencia eventualmente conformaron la Quinta Raza Raíz, la Aria, cuyos comienzos la Teosofía indica tuvieron lugar cerca de un millón de años atrás en Asia Central, y cuya civilización predomina ahora en el planeta.

La Quinta Raza Raíz está, desafortunadamente, aún influenciada por mucho de la consciencia atlante. La actitud materialista que la ha caracterizado durante largo tiempo no se diferencia considerablemente de aquella que trajo consigo la caída del telón cósmico sobre la existencia de la Cuarta Raza. El orgullo intelectual y la indiferencia por los valores morales y humanos son, hasta el momento, defectos obviamente propios de la consciencia de nuestro mundo actual. Consideremos por un momento el uso que el ser humano ha hecho de la energía atómica, descubrimiento éste el más precario en el campo de la energía cósmica. Si efectivamente hemos de creer en la Ley del Karma, la crítica urgencia de utilizar apropiadamente tan tremendo poder ahora a nuestra disposición resulta evidente. La lucha entre el bien y el mal continúa, y continuará hasta que cada ser humano logre la perfección. Sin embargo, de cada uno de estos períodos emerge un grupo de Almas que han logrado gran avance y que se han transformado en los líderes de la nueva raza que ya empieza a alborear, la Sexta Raza Raíz.

Es importante establecer en lo relativo a los aspectos de consciencia desarrollar por cada Raza Raíz, que éstos son invariablemente recapitulados, es decir, desarrollados nuevamente por cada nueva raza que sigue, solo que presumiblemente a un nivel más elevado que la anterior. De este modo, la Cuarta Raza desarrolló la mente analítica, vale decir, el intelecto, pero la quinta está en proceso de desarrollar intelecto a un grado aún mayor, lo mismo ocurriendo con todos los demás aspectos de consciencia que la humanidad debe desarrollar.

Libros en relación con Lemuria y Atlántida pueden obtenerse en librerías de ocultismo para aquellos que estén interesados en el origen de las muchas leyendas que rodean estos misteriosos continentes ya sumergidos. Quisiéramos recordarles sin embargo, la importancia de aprender a distinguir entre la fantasía y la realidad; ésta última incluye conceptos tal vez menos espectaculares pero más auténticos, tales como los enunciados por la Teosofía al respecto. En cuanto a la validez de historias confirmadas por medio de personas clarividentes, el estudiante deberá decidir por sí mismo acerca de su veracidad y exactitud. Es en estos casos donde la diferencia de carácter de las personas hace que para algunos tales historias resulten útiles e informativas y para otros constituyan solo fantasías absurdas. Recordemos que las palabras de Jesús resultaban claras en su significado exterior para los pescadores y pastores que le escuchaban, pero El mismo instaba continuamente a sus discípulos para que las escucharan “con el oído interno” a objeto de captar su significado oculto. Tal actitud es en extremo importante en el estudio de la Teosofía.

Cada cual debe escoger, de acuerdo a su propio temperamento, la literatura que le parezca más apropiada sobre el fascinante tema de los orígenes del ser humano y su desarrollo. Lo importante, sin embargo, es aprender a leer entre líneas, buscando el verdadero significado que muchas veces sub-yace en determinadas palabras o frases. Debe comprenderse que el verdadero ocultismo escasamente puede ser puesto en palabras, y que éstas están destinadas solamente a provocar ciertas reacciones que deben apelar más a la intuición del estudiante que a su intelecto.

Observando nuestra herencia divina con ojos de ocultista, nos resultará evidente la trascendencia del momento que vivimos en el proceso evolutivo de la actualidad. En las lecciones que siguen, estableceremos la verdadera dimensión de nuestro potencial y cómo debemos aplicarlo la medida que transitamos por este período de transición rumbo a una nueva era que marcará una mayor expansión de consciencia dentro del permanente avance que representa nuestro destino como Egos evolucionantes.






CURSO INTRODUCTORIO, 14 LECCIONES -  RENARD, Enrique

 
Lección 3 -  VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE

Lección 4 -  REENCARNACIÓN 

Lección 5 -  KARMA 

Lección 6 -  LA HERMANDAD BLANCA 

Lección 7 -  LA DOCTRINA DE LOS CICLOS 

Lección 8 -  EL DOBLE ETÉREO 

Lección 9 -  EL CUERPO ASTRAL 

Lección 10 -  EL PLANO MENTAL 

Lección 11 -  EL PODER DEL PENSAMIENTO 

Lección 12 -  LA CUESTIÓN DEL MAL 

Lección 13 -  EL REINO DÉVICO

Lección 14 -  LA HERMANDAD UNIVERSAL 
 







EL DOBLE ETÉREO (Cuerpo Vital)



Lección 8

EL DOBLE  ETÉREO (Cuerpo Vital)


Como hemos visto en las lecciones anteriores, el Ego espiritual precisa de varios vehículos para expresar consciencia individual y llevar así a cabo su proceso evolucionario. Entre éstos se encuentra el Doble Etéreo, también conocido como Cuerpo Vital, aunque conviene aclarar que el Doble Etéreo no es un “cuerpo” en el mismo sentido en que consideramos al Físico, al Astral o al Mental, debido a que no tiene vida independiente y como tal se desintegra rápidamente después de la muerte del cuerpo físico.

Resulta entonces más apropiado considerarlo como una especie de batería que absorbe energía solar para dispensarla al organismo físico procurándole así su vitalidad; de ahí el nombre “Cuerpo Vital”.

Conviene consignar también, que la materia que compone el doble Etérico es considerada por la Teosofía como perteneciente al plano físico en lo que se denomina la Región Etérica, región que constituye la parte más sutil de la materia física y que la limitación de nuestros sentidos no nos permite percibir. Como hemos establecido anteriormente, cada uno de los siete tipos básicos de materia que componen los planos del universo está subdividido en siete subplanos. La constitución del 7º. Plano, el Físico y sus subplanos, es entonces la siguiente:


Aparte de su función vitalizadora, el Doble Etéreo cumple otra función de extrema importancia: es el eslabón que comunica al cuerpo físico con los cuerpos Astral y Mental, haciendo de este modo posible la transmisión de emociones, deseos y pensamiento a nivel físico mediante el sistema nervioso y el cerebro respectivamente.

Estos éteres son en realidad cuatro tipos de gases sutiles, cada uno de los cuales cumple una función determinada, como explicaremos más adelante. Para el individuo normal, los éteres permanecen invisibles debido a que el alcance visual del ojo humano solamente comprende octavas de vibración que caen fuera de aquellas que la vista normal puede percibir. Este es también el caso de innumerables manifestaciones vibratorias tales como las ondas de radio y televisión, o los rayos X, que escapan a la visión normal pero cuya existencia y utilización nadie pone en duda. La existencia de la Región Etérica ha sido verificada por personas cuya capacidad de observación ha sido desarrollada más allá de lo normal mediante cierto tipo de entrenamiento que, intensificado, permite incluso la percepción de materia astral y materia mental, y es en base a tales observaciones que estas hipótesis son ofrecidas.

Se nos dice que el Doble Etéreo constituye además el “molde” en base al cual se construye el cuerpo físico del individuo, y que este proceso de construcción, que tiene lugar durante el embarazo de la futura madre, está determinado por cuatro Elevadisimas Inteligencias, en Teosofía conocidas como Los Señores del Karma quienes, mediante la agencia de ciertos Devas (ángeles) especializados, diseñan el doble etérico del individuo de acuerdo a su situación kármica. Si por ejemplo fuere del caso que la crueldad y el egoísmo han sido las características salientes en las vidas pasadas del sujeto, los Devas constructores no van a contar con material de primera clase para su trabajo, y el bebé pude nacer ciego o con otras aflicciones físicas, el Ego teniendo que funcionar durante esa encarnación en un cuerpo físico que limitará sus posibilidades de avance.
Por el contrario, si las vidas pasadas del individuo han sido caracterizadas por acciones nobles, esfuerzos intelectuales serios y amor desinteresado para con sus semejantes, la abundancia de buen material estará a disposición de los Devas, y el resultado será un bebé sano, fuerte e inteligente, vehículo físico de primer orden para el avance del Ego. Este es el método que la Naturaleza utiliza para asegurarse de que en cada una de nuestras vidas encontremos resultados en relación directa con lo que hemos realizado en vidas anteriores. El regulador de este proceso es la Ley del Karma, tema que tratamos en la primera fase de este curso, y el objetivo de esta ley es simplemente el de asegurar nuestro avance en la escuela de la vida. Teniendo que sufrir la desventaja de un cuerpo físico impedido, el Ego aprende en el futuro a aceptar los dictados de la Ley Natural, ganado con ello una medida de sabiduría y desarrollo.

De lo anterior puede deducirse que el Doble Etéreo es una réplica a nivel molecular, del Cuerpo Físico denso, de ahí su nombre. Es la “plantilla” en base a la cual, los Devas construyen el cuerpo físico del individuo.

Observado de manera clarividente, el Doble Etéreo aparece como una forma de luz plateado/violácea que sobresale levemente del contorno del cuerpo físico, compenetrando este último a nivel atómico. Los átomos etéricos, que tienen forma de prismas, entran dentro de los átomos físicos, haciéndoles vibrar, es decir, confiriéndoles vitalidad. Desde el momento en que el doble etérico se retira del cuerpo físico, éste último queda inerte o parcialmente insensibilizado, como es dable observar a veces cuando un brazo se nos “duerme”, quedando sin sensación del todo. Ello ocurre debido a una momentánea separación entre el doble etérico y la parte física densa de aquella extremidad como consecuencia de una posición incómoda del cuerpo mantenida durante un tiempo prolongado. En tal caso, solemos frotar el área vigorosamente para recuperar la sensibilidad, y en cuestión de segundos experimentamos una sensación de pequeños alfilerazos a medida que ésta retorna: esta sensación es producida por los átomos etéricos al penetrar los átomos densos.

El poder de la anestesia utilizada en operaciones quirúrgicas tiene su origen en el hecho de que la estructura química de lo que se inyecta (o se le hace inhalar) al placiente obliga al doble etérico a retirarse del cuerpo, privándolo así de su sensibilidad. Sin este puente de comunicación entre el cuerpo astral y el sistema nervioso, el cuerpo físico queda inconsciente e incapacitado de sentir, y el cirujano puede proceder a usar el bisturí sin la preocupación de causar dolor alguno.

Se nos dice que durante el proceso de construcción fetal, solo parte de la materia de doble etérico es utilizada, el resto quedando como una reserva de átomos etéricos de los cuales el niño irá absorbiendo vitalidad a medida que su cuerpo vaya creciendo hasta alcanzar su máximo desarrollo. Ello es posible debido a que se nos dice que el Doble Etéreo de una criatura tiene el tamaño que su cuerpo físico deberá alcanzar cuando llegue a la edad adulta.
N
o es exageración afirmar que la supervivencia de nuestro cuerpo físico depende en gran medida de la vitalidad que le imparte el doble Etérico. La energía que anima el cuerpo físico tiene dos polos. El polo positivo proviene de la energía solar que, procesada por la atmósfera terrestre, se torna en lo que la antigua tradición esotérica oriental llama “prana”. El doble etérico tiene por misión la absorción de prana para dispensarlo al cuerpo físico a través de uno de los siete centros ocultos de energía que lo vitalizan y a los cuales se ha dado el nombre de “chakras”, (en sánscrito “ruedas”) debido a su aspecto de vórtices circulares y luminosos que giran.

El prana entra al doble etérico por la contrapartida etérica del bazo, en donde se encuentra un chakra que lo especializa en siete tipos diferentes, seis de los cuales envía a los chakras restantes.
Sin embargo, este proceso de vitalización no podría tener lugar sin el aporte del polo negativo. Este está representado por la comida y bebida que el individuo ingiere, productos del planeta físico. (La Tierra posee polaridad negativa en distinción al Sol, de polaridad positiva). Es entonces la conjunción de ambos polos, negativo y positivo (es decir, prana y alimentos) lo que hace posible la vida del cuerpo físico, tanto del ser humano como de las demás especies .Los cuatro éteres que componen el Doble Etéreo tienen funciones específicas, a saber:

1. Éter Reflector.- El nombre dado a este éter proviene del hecho de que constituye un reflejo de lo que se denomina la Memoria de la Naturaleza, o Archivo Akásico. Esta memoria universal se encuentra en la Región Concreta del Plano Mental, que agrupa las cuatro subdivisiones inferiores de este último como veremos posteriormente en este curso. En ella se imprime todo lo que ocurre durante el Manvántara o período activo del Universo, y el acceso a esta región es posible mediante la utilización del éter reflector por aquellos que han sido entrenados para ello. La dificultad en este método estriba en que el reflejo procurado por este éter no siempre es claro. Equivale más o menos a utilizar lentes sucios o en mal estado para observar algo, y la observación puede resultar imprecisa. Hay, sin embargo, quienes, debido a su alto grado de desarrollo, tienen acceso directo al plano mental aunque estén encarnados, siendo de este modo capaces de observar con precisión lo que la memoria de la Naturaleza contiene.
 El éter reflector es también el puente mediante el cual el pensamiento es transmitido por la mente al cerebro para su expresión a nivel físico, ya que está íntimamente conectado con el 4º. subplano, el más elevado de la Región Mental Concreta, aquél donde reside la mente humana.

2. Éter Luminoso.- Al igual que los otros éteres, éste tiene polaridad positiva y negativa. Las fuerzas que actúan a través del polo positivo son las generadoras de sangre en el hombre y las especies de animales más desarrollados. La circulación de sangre fría en ciertas especies animales es también obra de este polo. Las fuerzas que obran a través del polo negativo son responsables por el desarrollo y funciones de los cinco sentidos, especialmente la construcción y mantenimiento del ojo. Se observa a menudo que, cuando uno de los sentidos se pierde debido a enfermedad o accidente, los otros cuatro se agudizan para compensar la pérdida. Por ejemplo, si alguien pierde la vista, su capacidad auditiva aumenta. La Naturaleza ofrece un buen ejemplo en este sentido cuando otorga a ciertas especies animales como los perros, por ejemplo, agudo olfato y mejor oído que el del ser humano para compensar por su deficiente capacidad visual. Los perros ven poco, pero huelen y oyen con mayor agudeza. Las fuerzas operando a través del polo negativo de este éter se encargan de que así sea.
Las fuerzas del polo positivo de este éter son también responsables por la circulación de savia en las plantas. Con la llegada del invierno, estas fuerzas tienden a debilitarse por la ausencia de sol, siendo ésta la razón por las cuales las plantas tienden a secarse y a perder vitalidad. Pero la llegada de la primavera y del sol devuelve su lozanía y colorido a la planta al activar aquel nuevamente tales fuerzas.

3. Éter Vital.- Este éter controla las funciones de reproducción de las especies mediante las fuerzas de propagación. Su polaridad positiva actúa sobre el proceso de gestación que tiene lugar a través de la hembra. La negativa, asiste la producción de semen en el varón.

4. Éter Químico.-Las funciones de este éter están relacionadas con la asimilación de los elementos nutritivos de la comida que ingerimos como también de las funciones excretorias. Ambos procesos tienen lugar debido a ciertas fuerzas con las cuales los estudiantes de ocultismo llegarán a estar familiarizados en etapas futuras de desarrollo. Estas fuerzas actúan selectivamente, y sus efectos son bien conocidos por la ciencia corriente. La polaridad positiva actúa sobre el proceso asimilativo, la negativa sobre el proceso excretorio. De los anteriores puede entonces colegirse que este éter es responsable por el crecimiento y el mantenimiento del cuerpo físico.

Estando estructurado de materia proveniente del Plano Astral, o plano de deseos y emociones, nuestro cuerpo astral puede tener un efecto destructivo sobre los otros cuerpos si no se le obliga a controlar y regular la expresión de sus deseos y emociones.

Nuestro Doble Etéreo, en cambio, trabaja incansablemente para restaurar y vitalizar el cuerpo físico. En las almas aún inmaduras, la batalla entre estos dos vehículos ruge continuamente, y es solamente mediante una actitud racional pensante y firme determinación, que lograremos dar a nuestro doble etérico la oportunidad de ganarla.

De lo anterior puede colegirse que nuestro Doble Etéreo es nuestro verdadero amigo, un instrumento maravilloso mediante el cual nuestro Logos Solar nos entrega su Vida y su Luz. Se nos dice que gran parte del esfuerzo restaurador que el Doble Etéreo ejerce sobre nuestro cuerpo físico tiene lugar en la noche durante el sueño, que es cuando el Ego se retira temporalmente del cuerpo físico para manifestarse en el Plano Astral, llevando consigo los cuerpos astral y mental más los dos éteres superiores, el Luminoso y el Reflector; el Ego queda sin embargo unido a su cuerpo físico por el cordón que conecta los dos éteres superiores con los dos inferiores, conocido como el Cordón de Plata. Los dos éteres inferiores, el Vital y el Químico, son los que, como hemos dicho anteriormente, llevan a cabo su labor restauradora en el cuerpo físico. Los éteres superiores, Luminoso y Reflector, tienen a su vez relación directa con la acumulación de material derivado de las experiencias más nobles y elevadas en la vida del individuo. El efecto producido en ellos como resultado de una vida entregada al servicio desinteresado y al amor por los demás puede ser observado clarividentemente como un aura azul y dorada rodeando el cuerpo físico.

Recibimos nuestro doble etérico antes de nacer, pese a lo cual éste no se hace verdaderamente activo hasta que la criatura cumple los siete años de edad. Antes de ello, el niño está aún bajo la marcada influencia del doble etérico del planeta. El doble etérico del varón es femenino o negativo; el de la mujer, masculino o positivo.






 CURSO INTRODUCTORIO, 14 LECCIONES -  RENARD, Enrique
 
Lección 3 -  VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE

Lección 4 -  REENCARNACIÓN 

Lección 5 -  KARMA 

Lección 6 -  LA HERMANDAD BLANCA 

Lección 7 -  LA DOCTRINA DE LOS CICLOS 

Lección 8 -  EL DOBLE ETÉREO 

Lección 9 -  EL CUERPO ASTRAL 

Lección 10 -  EL PLANO MENTAL 

Lección 11 -  EL PODER DEL PENSAMIENTO 

Lección 12 -  LA CUESTIÓN DEL MAL 

Lección 13 -  EL REINO DÉVICO

Lección14 -  LA HERMANDAD UNIVERSAL