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EL DOBLE ETÉREO (Cuerpo Vital)



Lección 8

EL DOBLE  ETÉREO (Cuerpo Vital)


Como hemos visto en las lecciones anteriores, el Ego espiritual precisa de varios vehículos para expresar consciencia individual y llevar así a cabo su proceso evolucionario. Entre éstos se encuentra el Doble Etéreo, también conocido como Cuerpo Vital, aunque conviene aclarar que el Doble Etéreo no es un “cuerpo” en el mismo sentido en que consideramos al Físico, al Astral o al Mental, debido a que no tiene vida independiente y como tal se desintegra rápidamente después de la muerte del cuerpo físico.

Resulta entonces más apropiado considerarlo como una especie de batería que absorbe energía solar para dispensarla al organismo físico procurándole así su vitalidad; de ahí el nombre “Cuerpo Vital”.

Conviene consignar también, que la materia que compone el doble Etérico es considerada por la Teosofía como perteneciente al plano físico en lo que se denomina la Región Etérica, región que constituye la parte más sutil de la materia física y que la limitación de nuestros sentidos no nos permite percibir. Como hemos establecido anteriormente, cada uno de los siete tipos básicos de materia que componen los planos del universo está subdividido en siete subplanos. La constitución del 7º. Plano, el Físico y sus subplanos, es entonces la siguiente:


Aparte de su función vitalizadora, el Doble Etéreo cumple otra función de extrema importancia: es el eslabón que comunica al cuerpo físico con los cuerpos Astral y Mental, haciendo de este modo posible la transmisión de emociones, deseos y pensamiento a nivel físico mediante el sistema nervioso y el cerebro respectivamente.

Estos éteres son en realidad cuatro tipos de gases sutiles, cada uno de los cuales cumple una función determinada, como explicaremos más adelante. Para el individuo normal, los éteres permanecen invisibles debido a que el alcance visual del ojo humano solamente comprende octavas de vibración que caen fuera de aquellas que la vista normal puede percibir. Este es también el caso de innumerables manifestaciones vibratorias tales como las ondas de radio y televisión, o los rayos X, que escapan a la visión normal pero cuya existencia y utilización nadie pone en duda. La existencia de la Región Etérica ha sido verificada por personas cuya capacidad de observación ha sido desarrollada más allá de lo normal mediante cierto tipo de entrenamiento que, intensificado, permite incluso la percepción de materia astral y materia mental, y es en base a tales observaciones que estas hipótesis son ofrecidas.

Se nos dice que el Doble Etéreo constituye además el “molde” en base al cual se construye el cuerpo físico del individuo, y que este proceso de construcción, que tiene lugar durante el embarazo de la futura madre, está determinado por cuatro Elevadisimas Inteligencias, en Teosofía conocidas como Los Señores del Karma quienes, mediante la agencia de ciertos Devas (ángeles) especializados, diseñan el doble etérico del individuo de acuerdo a su situación kármica. Si por ejemplo fuere del caso que la crueldad y el egoísmo han sido las características salientes en las vidas pasadas del sujeto, los Devas constructores no van a contar con material de primera clase para su trabajo, y el bebé pude nacer ciego o con otras aflicciones físicas, el Ego teniendo que funcionar durante esa encarnación en un cuerpo físico que limitará sus posibilidades de avance.
Por el contrario, si las vidas pasadas del individuo han sido caracterizadas por acciones nobles, esfuerzos intelectuales serios y amor desinteresado para con sus semejantes, la abundancia de buen material estará a disposición de los Devas, y el resultado será un bebé sano, fuerte e inteligente, vehículo físico de primer orden para el avance del Ego. Este es el método que la Naturaleza utiliza para asegurarse de que en cada una de nuestras vidas encontremos resultados en relación directa con lo que hemos realizado en vidas anteriores. El regulador de este proceso es la Ley del Karma, tema que tratamos en la primera fase de este curso, y el objetivo de esta ley es simplemente el de asegurar nuestro avance en la escuela de la vida. Teniendo que sufrir la desventaja de un cuerpo físico impedido, el Ego aprende en el futuro a aceptar los dictados de la Ley Natural, ganado con ello una medida de sabiduría y desarrollo.

De lo anterior puede deducirse que el Doble Etéreo es una réplica a nivel molecular, del Cuerpo Físico denso, de ahí su nombre. Es la “plantilla” en base a la cual, los Devas construyen el cuerpo físico del individuo.

Observado de manera clarividente, el Doble Etéreo aparece como una forma de luz plateado/violácea que sobresale levemente del contorno del cuerpo físico, compenetrando este último a nivel atómico. Los átomos etéricos, que tienen forma de prismas, entran dentro de los átomos físicos, haciéndoles vibrar, es decir, confiriéndoles vitalidad. Desde el momento en que el doble etérico se retira del cuerpo físico, éste último queda inerte o parcialmente insensibilizado, como es dable observar a veces cuando un brazo se nos “duerme”, quedando sin sensación del todo. Ello ocurre debido a una momentánea separación entre el doble etérico y la parte física densa de aquella extremidad como consecuencia de una posición incómoda del cuerpo mantenida durante un tiempo prolongado. En tal caso, solemos frotar el área vigorosamente para recuperar la sensibilidad, y en cuestión de segundos experimentamos una sensación de pequeños alfilerazos a medida que ésta retorna: esta sensación es producida por los átomos etéricos al penetrar los átomos densos.

El poder de la anestesia utilizada en operaciones quirúrgicas tiene su origen en el hecho de que la estructura química de lo que se inyecta (o se le hace inhalar) al placiente obliga al doble etérico a retirarse del cuerpo, privándolo así de su sensibilidad. Sin este puente de comunicación entre el cuerpo astral y el sistema nervioso, el cuerpo físico queda inconsciente e incapacitado de sentir, y el cirujano puede proceder a usar el bisturí sin la preocupación de causar dolor alguno.

Se nos dice que durante el proceso de construcción fetal, solo parte de la materia de doble etérico es utilizada, el resto quedando como una reserva de átomos etéricos de los cuales el niño irá absorbiendo vitalidad a medida que su cuerpo vaya creciendo hasta alcanzar su máximo desarrollo. Ello es posible debido a que se nos dice que el Doble Etéreo de una criatura tiene el tamaño que su cuerpo físico deberá alcanzar cuando llegue a la edad adulta.
N
o es exageración afirmar que la supervivencia de nuestro cuerpo físico depende en gran medida de la vitalidad que le imparte el doble Etérico. La energía que anima el cuerpo físico tiene dos polos. El polo positivo proviene de la energía solar que, procesada por la atmósfera terrestre, se torna en lo que la antigua tradición esotérica oriental llama “prana”. El doble etérico tiene por misión la absorción de prana para dispensarlo al cuerpo físico a través de uno de los siete centros ocultos de energía que lo vitalizan y a los cuales se ha dado el nombre de “chakras”, (en sánscrito “ruedas”) debido a su aspecto de vórtices circulares y luminosos que giran.

El prana entra al doble etérico por la contrapartida etérica del bazo, en donde se encuentra un chakra que lo especializa en siete tipos diferentes, seis de los cuales envía a los chakras restantes.
Sin embargo, este proceso de vitalización no podría tener lugar sin el aporte del polo negativo. Este está representado por la comida y bebida que el individuo ingiere, productos del planeta físico. (La Tierra posee polaridad negativa en distinción al Sol, de polaridad positiva). Es entonces la conjunción de ambos polos, negativo y positivo (es decir, prana y alimentos) lo que hace posible la vida del cuerpo físico, tanto del ser humano como de las demás especies .Los cuatro éteres que componen el Doble Etéreo tienen funciones específicas, a saber:

1. Éter Reflector.- El nombre dado a este éter proviene del hecho de que constituye un reflejo de lo que se denomina la Memoria de la Naturaleza, o Archivo Akásico. Esta memoria universal se encuentra en la Región Concreta del Plano Mental, que agrupa las cuatro subdivisiones inferiores de este último como veremos posteriormente en este curso. En ella se imprime todo lo que ocurre durante el Manvántara o período activo del Universo, y el acceso a esta región es posible mediante la utilización del éter reflector por aquellos que han sido entrenados para ello. La dificultad en este método estriba en que el reflejo procurado por este éter no siempre es claro. Equivale más o menos a utilizar lentes sucios o en mal estado para observar algo, y la observación puede resultar imprecisa. Hay, sin embargo, quienes, debido a su alto grado de desarrollo, tienen acceso directo al plano mental aunque estén encarnados, siendo de este modo capaces de observar con precisión lo que la memoria de la Naturaleza contiene.
 El éter reflector es también el puente mediante el cual el pensamiento es transmitido por la mente al cerebro para su expresión a nivel físico, ya que está íntimamente conectado con el 4º. subplano, el más elevado de la Región Mental Concreta, aquél donde reside la mente humana.

2. Éter Luminoso.- Al igual que los otros éteres, éste tiene polaridad positiva y negativa. Las fuerzas que actúan a través del polo positivo son las generadoras de sangre en el hombre y las especies de animales más desarrollados. La circulación de sangre fría en ciertas especies animales es también obra de este polo. Las fuerzas que obran a través del polo negativo son responsables por el desarrollo y funciones de los cinco sentidos, especialmente la construcción y mantenimiento del ojo. Se observa a menudo que, cuando uno de los sentidos se pierde debido a enfermedad o accidente, los otros cuatro se agudizan para compensar la pérdida. Por ejemplo, si alguien pierde la vista, su capacidad auditiva aumenta. La Naturaleza ofrece un buen ejemplo en este sentido cuando otorga a ciertas especies animales como los perros, por ejemplo, agudo olfato y mejor oído que el del ser humano para compensar por su deficiente capacidad visual. Los perros ven poco, pero huelen y oyen con mayor agudeza. Las fuerzas operando a través del polo negativo de este éter se encargan de que así sea.
Las fuerzas del polo positivo de este éter son también responsables por la circulación de savia en las plantas. Con la llegada del invierno, estas fuerzas tienden a debilitarse por la ausencia de sol, siendo ésta la razón por las cuales las plantas tienden a secarse y a perder vitalidad. Pero la llegada de la primavera y del sol devuelve su lozanía y colorido a la planta al activar aquel nuevamente tales fuerzas.

3. Éter Vital.- Este éter controla las funciones de reproducción de las especies mediante las fuerzas de propagación. Su polaridad positiva actúa sobre el proceso de gestación que tiene lugar a través de la hembra. La negativa, asiste la producción de semen en el varón.

4. Éter Químico.-Las funciones de este éter están relacionadas con la asimilación de los elementos nutritivos de la comida que ingerimos como también de las funciones excretorias. Ambos procesos tienen lugar debido a ciertas fuerzas con las cuales los estudiantes de ocultismo llegarán a estar familiarizados en etapas futuras de desarrollo. Estas fuerzas actúan selectivamente, y sus efectos son bien conocidos por la ciencia corriente. La polaridad positiva actúa sobre el proceso asimilativo, la negativa sobre el proceso excretorio. De los anteriores puede entonces colegirse que este éter es responsable por el crecimiento y el mantenimiento del cuerpo físico.

Estando estructurado de materia proveniente del Plano Astral, o plano de deseos y emociones, nuestro cuerpo astral puede tener un efecto destructivo sobre los otros cuerpos si no se le obliga a controlar y regular la expresión de sus deseos y emociones.

Nuestro Doble Etéreo, en cambio, trabaja incansablemente para restaurar y vitalizar el cuerpo físico. En las almas aún inmaduras, la batalla entre estos dos vehículos ruge continuamente, y es solamente mediante una actitud racional pensante y firme determinación, que lograremos dar a nuestro doble etérico la oportunidad de ganarla.

De lo anterior puede colegirse que nuestro Doble Etéreo es nuestro verdadero amigo, un instrumento maravilloso mediante el cual nuestro Logos Solar nos entrega su Vida y su Luz. Se nos dice que gran parte del esfuerzo restaurador que el Doble Etéreo ejerce sobre nuestro cuerpo físico tiene lugar en la noche durante el sueño, que es cuando el Ego se retira temporalmente del cuerpo físico para manifestarse en el Plano Astral, llevando consigo los cuerpos astral y mental más los dos éteres superiores, el Luminoso y el Reflector; el Ego queda sin embargo unido a su cuerpo físico por el cordón que conecta los dos éteres superiores con los dos inferiores, conocido como el Cordón de Plata. Los dos éteres inferiores, el Vital y el Químico, son los que, como hemos dicho anteriormente, llevan a cabo su labor restauradora en el cuerpo físico. Los éteres superiores, Luminoso y Reflector, tienen a su vez relación directa con la acumulación de material derivado de las experiencias más nobles y elevadas en la vida del individuo. El efecto producido en ellos como resultado de una vida entregada al servicio desinteresado y al amor por los demás puede ser observado clarividentemente como un aura azul y dorada rodeando el cuerpo físico.

Recibimos nuestro doble etérico antes de nacer, pese a lo cual éste no se hace verdaderamente activo hasta que la criatura cumple los siete años de edad. Antes de ello, el niño está aún bajo la marcada influencia del doble etérico del planeta. El doble etérico del varón es femenino o negativo; el de la mujer, masculino o positivo.






 CURSO INTRODUCTORIO, 14 LECCIONES -  RENARD, Enrique
 
Lección 3 -  VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE

Lección 4 -  REENCARNACIÓN 

Lección 5 -  KARMA 

Lección 6 -  LA HERMANDAD BLANCA 

Lección 7 -  LA DOCTRINA DE LOS CICLOS 

Lección 8 -  EL DOBLE ETÉREO 

Lección 9 -  EL CUERPO ASTRAL 

Lección 10 -  EL PLANO MENTAL 

Lección 11 -  EL PODER DEL PENSAMIENTO 

Lección 12 -  LA CUESTIÓN DEL MAL 

Lección 13 -  EL REINO DÉVICO

Lección14 -  LA HERMANDAD UNIVERSAL 








EL CUERPO ASTRAL





Lección 9



El CUERPO ASTRAL

(Cuerpo de Deseos y Emociones)


De acuerdo con la Teosofía, toda criatura existente en el universo manifestado está en proceso evolutivo. Esta evolución consiste en el desarrollo de estados de consciencia cada vez más elevados que culminan en lo que ha sido dado llamar “el ser humano perfecto”, aquel que no necesita continuar encarnando porque ha concluido su aprendizaje en la escuela de la vida planetaria física. Esto no significa que la evolución en sí concluya allí, ya que después de conquistar lo que podría llamarse “la etapa humana”, el Ego espiritual, el verdadero ser que somos, continúa evolucionando ahora en la etapa super humana ya que, según se nos dice, el proceso evolutivo no tiene fin e incluso el Logos Central del universo se encuentra aún en evolución.

Como hemos indicado anteriormente, el Ego es premunido por la Ley natural de un número de vehículos o cuerpos que le permiten expresar consciencia y desarrollarla. Factores esenciales en este proceso de desarrollo son las emociones y los deseos, porque representan el estímulo necesario a la acción, y es a través de ésta y de la correspondiente reacción, que el Ego lleva a cabo su aprendizaje para cosechar posteriormente los frutos de sus experiencias mediante las cuales desarrollará sus enormes posibilidades...

Al vehículo que el ser humano tiene para la expresión de deseos y emociones se le llama en Teosofía “El Cuerpo Astral”, con ello estableciéndose que, contrariamente a lo que la mayoría de las personas suponen, nuestros deseos, con su inevitable secuela de emociones, no se originan en nuestro cuerpo físico sino en nuestro cuerpo astral.

Se nos dice que el cuerpo físico con su doble sistema nervioso es solamente un mecanismo del cual se sirve el cuerpo astral para la expresión de sus emociones y la satisfacción de sus deseos. Como hemos indicado anteriormente, en el hombre corriente tales deseos y emociones varían desde los más elevados a los más bajos, manifestándose alternativamente a través de la personalidad. Cuando el Ego permite a su cuerpo astral imponer deseos inferiores a su cuerpo físico, los efectos en éste último serán de tipo destructivo y pueden amenazar su estado de salud y su energía. La enfermedad y el dolor físico que eventualmente sobrevienen como resultado de tales violaciones son gobernadas por la Ley del Karma, y son el método que la Naturaleza utiliza para enderezar la personalidad y hacerla avanzar por el camino adecuado a objeto de asegurar su desarrollo.

Lo anterior puede dar la impresión de que el cuerpo astral con sus descontrolados deseos y emociones es un obstáculo para nuestro avance evolutivo. Pero basta un poco de reflexión para empezar a verlo no como un obstáculo, sino como una bendición disfrazada de problema, un desafío que es preciso enfrentar con éxito. El esfuerzo realizado por el Ego para subyugar las poderosas tendencias del cuerpo astral le dota de carácter, determinación y fuerza de voluntad, estimulando también al desarrollo de la inteligencia. La idea no es entonces la eliminación de las emociones y los deseos, sino su educación y control. Esto toma, por cierto, gran cantidad de tiempo y, en consecuencia, muchas encarnaciones. Pero es necesario recordar que todo funciona bajo el imperio de la Ley Natural, y ésta trabaja lentamente cuando está en el proceso de alcanzar la perfección; a la Naturaleza no le preocupa el tiempo, sino solo la perfección de los resultados de su trabajo.

En el hombre corriente de nuestra época, el cuerpo astral está compuesto de la materia de las siete sub-divisiones del plano astral. Pero a medida que el individuo progresa en la escuela de la vida planetaria trasmutando sus primitivos deseos y emociones en algo puro y elevado, la materia de su cuerpo astral empieza a refinarse eliminando gradualmente la parte grosera y dejando solo materia de las tres sub-divisiones más elevadas del plano. En la persona que da rienda suelta a emociones y deseos de tipo inferior, el cuerpo astral albergará considerable cantidad de materia de las tres sub-divisiones inferiores del plano astral, es decir, aquellas que contienen materia que vibra en consonancia con el estado vibratorio inferior del sujeto.

Aspecto

El cuerpo astral ofrece un aspecto luminoso y colorido a la observación clarividente, su forma ovoide rodeando e interpenetrando el cuerpo físico y extendiéndose de doce a dieciocho pulgadas de su contorno. La materia astral que le compone aparece en constante movimiento, sus colores cambiando frecuentemente al ir reflejando diferentes estados emocionales de la persona y sus variados deseos. El agua que burbujea y hierve en un recipiente ofrece tal vez la descripción más apropiada del aspecto de la materia del cuerpo astral.

Estados emocionales negativos tales como la ira, por ejemplo, tiñen el ovoide de un color negruzco, oscuro, sembrado de vetas escarlata en forma de dardos y ofreciendo un aspecto desagradable e intranquilizador. Por contraste, cuando un sentimiento de amor puro y desinteresado surge en el individuo, como aquel de una madre acunando a su bebé en los brazos, el ovoide adquiere un hermoso color rosa.

De acuerdo con estas características, el cuerpo astral de una persona evolucionada ofrece un aspecto hermosísimo, lleno de colores de luminosa transparencia y semejando un arcoíris. El cuerpo astral del hombre primitivo en cambio ostenta un estado incipiente en donde se observan colores oscuros e indefinidos prevaleciendo los tonos marrón-verdoso, rojos oscuros y negros.

La información anterior proviene de la observación clarividente, y ha sido apropiadamente ilustrada en el libro de C.W.Leadbeater “El Hombre, Visible e Invisible”, cuya lectura recomendamos al alumno.

El Plano Astral

Al hablar del cuerpo astral resulta inevitable discutir también acerca del plano o mundo en donde este cuerpo encuentra su expresión y del cual obtiene la materia que lo compone.

Como hemos indicado anteriormente, el plano mundo astral es una esfera que rodea e interpenetra la Tierra. De hecho, se nos dice que la Tierra está rodeada e interpenetrada por seis esferas de materia tan sutil, que escapan a la visión corriente, razón por la cual todos tenemos la impresión de que el planeta es solo la esfera física. En el orden concéntrico de las esferas, la astral es la que sigue a la física. De menor densidad que ésta última, es sin embargo un mundo de decisiva importancia en lo que se refiere a nuestro proceso evolutivo.

Se nos dice que la esfera astral se extiende hasta cerca de 225,000 millas de la superficie terrestre aproximadamente hasta la órbita de la luna en perigeo), y que posee siete divisiones agrupadas en dos regiones. La región superior está compuesta de tres divisiones donde se manifiestan el poder, la luz y la vida espirituales, en suma, todos los aspectos que dicen relación con sentimientos y deseos de tipo elevado y positivo.

La cuarta división es una especie de región neutra, en donde sentimientos de interés o indiferencia encuentran expresión. La región inferior agrupa tres sub-divisiones que representan energías opuestas a la superior. En ellas se manifiestan aspectos que representan deseos y actitudes de tipo inferior, tales como vicios, adicciones, deseos vulgares e innobles, etc.

La sub-división más baja entre las inferiores se encuentra interpenetrando la esfera física del planeta, lo cual ha dado origen a la idea cristiana de que el “infierno” o “purgatorio” se encuentran “abajo”, es decir, bajo la superficie de la Tierra.

Este ordenamiento de las sub-divisiones astrales ocurre como consecuencia de la ley de gravedad que también actúa sobre la materia astral atrayendo hacia el centro de la esfera la materia astral más densa, que es la que representa deseos y emociones inferiores.

Se nos dice además que, a diferencia de la Tierra, la vida en la esfera astral ocurre en cuatro dimensiones, lo cual hace de la consciencia humana en la esfera astral algo drásticamente modificado con respecto a la consciencia de la vida física. Como ejemplo de esto pensemos en un cubo que, al ser observado en el mundo físico desde uno de sus lados, va a dar la impresión de que los otros lados son más pequeños, especialmente el lado opuesto. Esta es por cierto una ilusión visual provocada por nuestro ángulo de observación, ya que sabemos que en un cubo todos sus lados son iguales. ¡En el mundo astral, en cambio, tal ilusión no tiene lugar, y no solo percibimos todos los lados del cubo de igual tamaño, sino también el interior del cubo simultáneamente con su exterior!

Lo anterior proviene también del hecho de que en el mundo astral la percepción del individuo no está condicionada por cinco sentidos como ocurre cuando funciona en su cuerpo físico. En su cuerpo astral, el sujeto percibe de manera simultánea y total, y por cierto más aguda, precisa y ampliamente de lo que era capaz de percibir mediante los sentidos físicos.

Habitantes

Así como existe una gran variedad de habitantes en el mundo físico y sus diferentes especies, existe también gran variedad de habitantes en el mundo astral. Uno de los principales habitantes del mundo astral es el hombre mismo, ya esté encarnado o desencarnado. Expliquemos. Tal como se indica en la lección anterior, durante el sueño el Ego abandona el cuerpo físico, funcionando ahora en sus vehículos astral y mental acompañados de los dos éteres superiores, el Luminoso y el Reflector; queda sin embargo unido al cuerpo físico mediante el llamado “cordón de plata”, estructura etérea sutil que continuamente une los dos éteres superiores con los inferiores; éstos últimos quedan con el cuerpo físico realizando su función restauradora. (Si por algún imprevisto se rompiese el cordón plateado, ello conllevaría instantáneamente la muerte del cuerpo físico, ya que con ello este queda cercenado de su fuente vital).

Lo anterior explica la presencia en el mundo astral del hombre aún encarnado, quien, se nos dice, funciona de manera consciente en la esfera astral cuando tiene el desarrollo necesario para ello. En el hombre primitivo la consciencia astral es como una bruma que lo hace escasamente consciente de la vida astral, y sus vehículos sutiles, aún sin desarrollo, permanecen durante el sueño flotando cercanos al cuerpo físico pero sin permitir al Ego percibir o experimentar gran cosa.

La presencia del hombre en el mundo astral después de la muerte de su cuerpo físico es obligatoria, y su duración dependerá de la intensidad y persistencia con que el individuo haya expresado sus emociones y deseos durante la vida física. Tales deseos y emociones se desintegrarán en el mundo astral al no poder hallar satisfacción debido a la ausencia de cuerpo físico, y si se encuentran excesivamente cristalizados demorarán tal desintegración, con ello reteniendo al Ego más tiempo de lo deseable en el mundo astral.

El Elemental Astral

Entre los habitantes del mundo astral encontramos también a los llamados “espíritus de la naturaleza”, que en lenguaje teosófico se conocen como “elementales”. Se trata de seres que se encuentran aún involucionando, es decir, que están en el arco descendente de la evolución. Recordaremos que en nuestra primera lección se estableció que la evolución no procede hacia arriba en línea recta, sino en un círculo cuya primera mitad se titula “arco descendente” (involución) y la segunda “arco ascendente”(evolución); es decir, la vida manifestada en toda criatura, desciende hacia la materia densa donde gana conocimiento y experiencia antes de finalmente liberarse de ella ascendiendo nuevamente a los mundos sutiles. Nuestra humanidad está al presente empezando a recorrer el arco ascendente, pero hay millones de seres representando humanidades del futuro, que aún se encuentran en el arco descendente.

Los cuerpos de estos seres elementales están conformados por el tipo más básico de materia que se conoce en el universo, a la cual se ha dado el nombre de “esencia elemental”. De ahí el nombre “elementales”. (Existen tres tipos de esencia elemental, a saber: la del mundo mental abstracto, la del mundo mental concreto, y la del mundo astral). En la lección 13 de este curso tratamos en detalle el tema de los elementales, pero en la presente debemos hacer mención a cierto elemental conectado directamente con la vida de todo sujeto: el elemental astral. Se trata de una especie de parásito que se adhiere al cuerpo astral de la persona y que va tomando forma y energía a medida que el individuo crece y da curso a sus deseos y emociones en la vida diaria. Cuando se trata de un individuo que cede fácilmente a los deseos y emociones de su cuerpo astral, el elemental se empieza a identificar con éste último, haciéndolo difícil o casi imposible de gobernar. Ignorante acerca de la existencia de este elemental, el individuo vive su vida entregándose a vicios cuya adicción ni siquiera puede explicar.

La vida del elemental astral llega a su fin al fallecer el cuerpo físico. Al ocurrir esto, el elemental percibe el cambio y, a objeto de preservar su existencia, arregla la materia del cuerpo astral en capas concéntricas, colocando la más densa al exterior con el afán de protegerse. Sin embargo, la incapacidad del cuerpo astral de satisfacer sus deseos debido a la ausencia de cuerpo físico terminan por desintegrar, una por una, las capas de materia astral densa que se nutren de la satisfacción de tales deseos, finalmente liberando al Ego de su incómodo visitante.

Otros habitantes

Entre la enorme variedad de habitantes del mundo astral se encuentran otras entidades astrales, algunas bastante elevadas, tales como los Devas astrales (ángeles: ver lección 13), más otras de tipo bajo que responden a la denominación general de “elementarios”. Entre estos, vale mencionar tres tipos: la sombra, el cascarón, y el cascarón vitalizado, éste último poseyendo la consciencia de un elemental artificial, la entidad anteriormente descrita que se origina invariablemente en el hombre. Por ley natural, el Ego de un individuo fallecido que ha ingresado al mundo astral, debe ascender eventualmente al mundo mental, lo cual ocurre al desintegrarse su cuerpo astral.

Pero ocurre a veces que este último se encuentra fuertemente vitalizado por la energía de las pasiones a las cuales el individuo se ha entregado por largo tiempo, y el Ego debe entonces desprenderse forzosamente del cuerpo astral antes de que éste se desintegre. Lo que queda entonces en el mundo astral es una entidad hecha de materia astral e incluso mental, ya que el Ego, en su esfuerzo para liberarse, deja tras sí parte de su cuerpo mental también. Debido a que no tiene conexión alguna con la Mónada, se trata de una entidad con vida propia pero de gran malignidad, representada por las peores características del sujeto e incluso reteniendo su memoria, animada exclusivamente por la energía de sus pasiones y pensamientos malévolos, una “sombra”.

Desgraciadamente son éstas las entidades que a veces se manifiestan en sesiones de espiritismo frecuentadas por personas que desean comunicarse con parientes fallecidos. Lejos están tales personas de imaginar que quien se está manifestando en la sesión no es su ser querido, sino una entidad que puede incluso recoger datos de la memoria de los presentes para impersonar a la persona invocada. La “sombra” se beneficia de tales sesiones al absorber energía vital del médium y de los concurrentes, y nada positivo puede resultar de semejante actividad. El alumno debe invariablemente evitar asistir a sesiones espiritistas, indicando a otros el peligro inútil al que se exponen en tal actividad.

Eventualmente, los “elementarios” se desintegran y desaparecen, la duración de su existencia siendo directamente proporcional a la energía de las pasiones malignas que les animan.

El “cascarón astral” es en realidad el cadáver astral de un ser humano en sus últimos estados de descomposición, toda partícula de materia mental en él habiendo desaparecido. Como tal, no posee consciencia ni inteligencia y flota pasivamente sobre las corrientes astrales. Puede, sin embargo, ser temporalmente animado por un buen médium, e impersonar a una persona fallecida.

El “cascaron vitalizado” posee la consciencia de un elemental artificial, entidad creada mediante lo que en Teosofía se conoce como una “forma de pensamiento” (ver lección 11), y que constituye la clase más abundante entre las entidades astrales. Las formas de pensamiento lógicamente corresponden al tipo de pensamientos que el sujeto emite, y en el caso del cascarón vitalizado éste puede haber sido creado por pensamientos malevolentes proyectados con gran energía y persistencia. Las reprensibles prácticas de magia negra tales como el “vudú” o el “obeah” crean este elementario dotándolo de gran poder destructor y utilizándolo para dañar e incluso asesinar a otras personas. Se nos dice que los efectos del Karma sobre aquellos que se entregan a semejantes prácticas se encuentran entre los más drásticos de esta Ley retributiva, ya que ellas van en oposición directa a la Ley Universal del Amor. Se nos dice además, que los “magos negros” y sus pupilos son capaces de prolongar su existencia astral mediante ciertas prácticas de más horrible naturaleza, pagando por ello un precio más horrible aún.

El Alumno Ocultista

Cuando el ser humano ha logrado un cierto grado de desarrollo y está en condiciones de unirse al esfuerzo de aquellos que trabajan en aras del progreso de la humanidad se le propone, después de desencarnar, que renuncie al período devachánico (el Devachán es lo que algunas religiones llaman “el Cielo”, y comprende las cuatro divisiones inferiores del plano mental) a que tiene derecho, para volver a encarnar rápidamente y continuar con su trabajo oculto. Esto representa un gran sacrificio, pero también un gran honor que con certeza acelerará el proceso evolutivo del individuo. De aceptar éste la sugerencia, todo queda supeditado a la autorización de una Autoridad Superior. De ser obtenida la autorización, el alumno permanecerá por un tiempo en el plano astral, para de allí volver a encarnar en tiempo relativamente breve.

Animales

Se nos dice que después de morir, los animales tienen una existencia de corta duración en el mundo astral, al cual ingresan – en el caso de aquellos animales a los cuales se mata para comer su carne- en un estado de terror y odio indecibles para con el ser humano, todo lo cual añade una vibración baja al plano astral reforzando las sub-divisiones inferiores y todo lo que hay en ellas de tipo grosero, especialmente considerando la enorme cantidad de animales se sacrifican a diario para proveer los mercados mundiales de carne roja. Esta es una de las razones por las cuales el estudiante de ocultismo debe abstenerse de consumir carne, habiendo por cierto muchas otras, tales como rehusar participación en la crueldad inherente en los mataderos y las garantías de mejor salud que la dieta vegetariana conlleva.

Estado del ser humano que ingresa al plano astral al morir

Como es natural suponer, el estado en el cual se encuentran en el mundo astral las personas que desencarnan, varía enormemente, y estará en proporción directa al estado magnético y vibratorio de cada persona. Todos estamos en situación diferente en este sentido; en algunos casos la diferencia es marcada, en otros, hay cierta similitud, pero nadie está, exactamente en la misma situación. Es entonces nuestro propio estado vibratorio –y no un Dios iracundo – lo que determina el nivel del mundo astral al cual ingresaremos después de la muerte, porque nuestra vibración estará en armonía con aquél. Si nuestra vibración es de tipo bajo, nuestra consciencia y lugar astral también lo serán.

Conviene ante nada recordar que, al desencarnar, el individuo continúa siendo exactamente el mismo de antes. Todo lo que ha hecho es despojarse de una vestimenta (el cuerpo físico), lo cual por cierto no cambia su naturaleza ni su estado evolutivo. Continúa siendo generoso sí lo era anteriormente, y egoísta si esa era su manera de ser, y lo mismo aplica a todas sus otras características como persona.

Naturalmente el tipo de “muerte” del individuo determina en gran medida las condiciones de su vida astral, y mencionaremos brevemente lo que ocurre bajo determinadas condiciones. La reacción habitual del individuo al recuperar su consciencia en el plano astral (lo cual puede tomar días e incluso más tiempo) es suponer que aún está físicamente vivo. Se da perfecta cuenta que algo ha cambiado drásticamente y se encuentra en un comprensible estado de confusión del cual irá saliendo gradualmente. Sin embargo, la percepción de quienes ingresan al plano astral corresponde en gran medida a su respectivo grado de consciencia ya que, como hemos expresado anteriormente, el mundo astral y los demás planos sutiles son, además de un lugar, un “estado” de consciencia.

El individuo mayormente desarrollado espiritualmente, percibe el Plano Astral de mejor manera que aquel de inferior desarrollo y, más aún, a medida que su estadía en los niveles inferiores del Plano le va limpiando de la materia astral grosera de su cuerpo, su percepción se hace más aguda, permitiéndole ahora disfrutar de la maravillosa belleza de las divisiones superiores del plano.

Consecuentemente, el hombre primitivo, de alma nueva y poco evolucionada, tiene una vida astral breve y nebulosa, debido a la falta de desarrollo de su cuerpo astral. En cambio el individuo altamente desarrollado, teniendo poco o nada de materia grosera en su vehículo astral, pasa inconsciente y rápidamente por las divisiones inferiores y experimenta las superiores en toda su grandeza y alegría.

Suicidas y Víctimas de Accidentes

Se nos dice que estas dos clases de fallecidos suelen enfrentar una vida astral difícil. Si la víctima de un accidente era una persona de vida limpia y honesta, permanecerá en un estado de inconsciencia hasta que se cumpla el tiempo establecido por su karma para lo que debería haber sido su muerte natural, recuperando la consciencia sólo en las divisiones superiores del plano astral. En cambio, la persona viciosa que desencarna inesperadamente en plena efervescencia de sus pasiones y vicio no aún bajo control, se verá magnéticamente atraída hacia las divisiones astrales inferiores, sufriendo agudamente al no poder dar curso y satisfacción a sus vicio habituales. La conexión entre su doble etérico y su cuerpo astral será aún muy fuerte y difícil de romper, lo cual vivificará el astral haciéndolo agudamente consciente de su sufrimiento. Una comparición adecuada de esto, es la del fruto aún verde al cual se le saca la semilla. Alrededor de ésta, quedará buena parte de la pulpa que aún no estaba lista para separarse. Del mismo modo, una buena cantidad de materia astral grosera quedará adherida al individuo, determinando así su situación astral.

El suicida enfrenta una situación similar, con el añadido de que ha incurrido en una gran deuda kármica al quitarse la vida, acto de enorme gravedad desde el punto de vista oculto. Hay, sin embargo, diferentes grados de responsabilidad entre quienes recurren al suicidio, variando entre aquellos que pierden la razón momentáneamente bajo el impacto de una situación terriblemente dolorosa y aquellos que calmada y deliberadamente se quitan la vida a objeto de evitar enfrentar sus problemas o por aburrimiento. La ley del karma, siempre ecuánime, dará a unos y a otros la exacta medida dictada por la intención y las circunstancias que determinaron el acto suicida.

Los efectos kármicos del suicidio se manifiestan generalmente en una vida futura y a través de un cuerpo físico severamente impedido, limitando así las posibilidades de avance del Ego pero mostrándole también la absoluta necesidad de aprender dos importantes lecciones: la de la reverencia por toda vida, incluso la de su propio cuerpo, y la del valor moral para aceptar las dificultades y dolores inherentes en la existencia humana, entendiendo que es precisamente a través de éstos que el desarrollo de la consciencia espiritual, la sabiduría y la compasión, tienen lugar.

Las Divisiones del Mundo Astral

Se nos dice que el plano astral tiene siete divisiones o subniveles situados de la siguiente manera:

Sub-nivel 1.- Se encuentra interpenetrando la esfera física de la Tierra, lo cual ha dado origen a la idea de que el “purgatorio” se encuentra “abajo”, es decir, bajo la corteza terrestre. Los peores criminales, la gente más ferozmente egoísta y materialista, aquellos que solo persiguen fines egoístas y malvados, constituyen la población de esta división. Esta es materia astral densa y grosera, que vibra a tono con deseos y emociones de tipo inferior.

Sub-nivel 2.- Sobre la superficie terrestre, ofreciendo una existencia astral triste y desorientada. Materia astral aún densa y grosera, pero en menor medida que la anterior. Habitada por gente sin la maldad de la anterior, pero esencialmente centrada en sí misma y en sus propios intereses.

Sub-nivel 3.- Interpenetrando las capas atmosféricas terrestres. Materia astral de menor densidad a las anteriores. Habitada por seres aún conscientes de las cosas terrenas y por elementarios que asisten a las sesiones espiritistas impersonando a personas fallecidas que están siendo invocadas por el médium.

Sub-nivel 4.- Materia astral menos densa aún, ocupando la parte superior de nuestras capas atmosféricas. Se trata de una especie de región neutra cuyos habitantes son aquellas personas que, sin tener vicios o maldad, jamás tuvieron un solo pensamiento o inclinación hacia la vida espiritual o religiosa, estando convencidos de que solo eran su cuerpo físico y que al morir éste, la vida concluía.

Sub-nivel 5.- Materia astral luminosa y sutil, ubicada en el espacio y más allá de las capas atmosféricas superiores. Habitada por aquellos que ya han sido purificados por la experiencia de los sub-niveles inferiores.

Sub-nivel 6.- Materia astral más sutil, colorida y luminosa que la anterior. Sus habitantes ya no pueden expresar emociones o deseos que no sean de tipo elevado.

Sub-nivel 7.- La región astral más elevada, cuya ubicación alcanza hasta la órbita de la Luna en perigeo (máxima aproximación) aproximadamente 225,000 millas de la Tierra. Aquí encuentran expresión todo aquello en relación con las artes, la filantropía y las emociones elevadas. Aquí el Ego se prepara para la “muerte” de sus vehículo (cuerpo) astral y su entrada definitiva al plano mental o Devachán.

Comunicación

La comunicación entre personas vivas en su cuerpo físico y personas desencarnadas que se encuentran en el plano astral es posible, pero no recomendable. La Naturaleza, siempre sabia, ha dispuesto la completa separación de consciencia entre los habitantes de la esfera física y la esfera astral, esencialmente para la protección de ambos. Sesiones de espiritismo y cualquier otro método empleado para contactar a una persona fallecida, representan en sí una violación de esta ley natural, especialmente cuando el deseo de tal contacto se origina en motivos personales.

A personas espiritualmente desarrolladas se les permite tal interacción si el trabajo espiritual que están realizando así lo requiere, pero la ocurrencia es, a más de breve, bastante poco corriente.

Conclusiones

De lo anterior es natural colegir que aquellas personas que tienen un intenso apego a la vida física y a las sensaciones, tendrán considerable dificultad en desprender de su cuerpo astral materia de las regiones inferiores, lo cual demora, a veces por largo tiempo, su ingreso a las regiones superiores.

Eventualmente, sin embargo, y siguiendo la ley universal del movimiento continuo, todo individuo en su cuerpo astral termina purificándose debido a la imposibilidad de satisfacer hábitos o vicios para los cuales se requiere un cuerpo físico, ascendiendo finalmente a los sub-niveles superiores y preparándose, ya purificado, para ingresar el mundo mental.

La excepción a esta regla está dada por el discípulo avanzado que, como indicamos anteriormente, puede renunciar, mediante autorización especial, a su período devachánico para volver a encarnar rápidamente a realizar el trabajo que su Maestro le asigne.

El plano astral es visitado a veces por ciertas entidades muy elevadas, que materializan astralmente un cuerpo para la ocasión. Se les conoce como los Nirmanakayas. Pero existe además una hueste angélica de considerable volumen que habita las regiones superiores del plano astral y que ostenta funciones perfectamente definidas a favor del progreso del Plan divino.

Duración de la vida astral

Como es natural suponer, la duración de la vida astral es proporcional a la intensidad y cantidad de las emociones y deseos del individuo. El yogui de las montañas que vive en el ascetismo y la austeridad, habiendo prácticamente matado todo deseo por las cosas terrenas y de los sentidos, pasará velozmente y de manera inconsciente por los niveles inferiores e intermedios del mundo astral, recuperando la consciencia en los superiores y a veces solo en el mundo mental. El individuo de vida mundana en cambio, lleno de apegos por lo físico, tendrá inevitablemente una larga permanencia en el mundo astral. Se nos dice que la duración de la vida astral del hombre promedio es de 20 a 40 años de tiempo físico. Pero debe entenderse que debido a que el plano astral funciona en cuatro dimensiones, el paso del tiempo se experimente de diferente manera, siendo directamente proporcional al tipo de experiencia astral que se esté viviendo. Incluso en la vida terrestre nos es dado ver que si lo estamos pasando muy bien, el tiempo vuela, y dos horas parecen como si solo media hora hubiera transcurrido; lo opuesto ocurre cuando lo pasamos mal, y el tiempo se nos alarga interminablemente aunque sea relativamente breve.

El sufrimiento de la experiencia astral en las divisiones inferiores del plano, purifica al Ego liberándolo de sus pasiones terrestres para darle acceso al plano mental. Pero debe comprenderse que la tendencia a caer en esas pasiones nuevamente queda en su átomo simiente, y el Ego deberá luchar para eliminarla mientras se encuentra aún en la vida física. Si tal hace, se librará de esas tendencias para siempre.

La vida en el plano astral - y esto debemos entenderlo claramente - es de tipo subjetivo, y en consecuencia drásticamente diferente a la vida terrestre física, objetiva, en donde las cosas y los seres están claramente delineados y relativamente fijos. En el plano astral todo está en movimiento constante y lo que se observa es en gran medida debido a la capacidad del observador. La material astral responde con rapidez al impulso mental, y pensar en algo es materializarlo en el acto. Sin embargo, lo materializado se desmaterializa rápidamente cuando el pensamiento no es suficientemente sostenido poderoso para mantener la forma que se ha creado.

La vida astral del sujeto llega a su término cuando su cuerpo astral finalmente se desintegra al ir eliminando gradualmente todo lo relativo a deseos y emociones terrestres, incluyendo aquellos de tipo elevado. La emoción y el deseo humanos son entonces reemplazados por el segundo principio de su ser, el Principio Búdico (Sabiduría, Amor-Intuición), aún en desarrollo. Liberado de la densidad de la materia astral, el Ego ingresa entonces al plano mental (el “cielo” de las religiones), cuya naturaleza y estructura discutiremos en la siguiente lección.

De los cuatro reinos físicos existentes en el planeta, sólo dos poseen cuerpo astral propio: el humano y el animal. El mineral y el vegetal tienen un doble astral, pero están bajo la influencia del cuerpo astral del planeta, razón por la cual no experimentan deseo o emoción en la forma de los anteriores.



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CURSO INTRODUCTORIO, 14 LECCIONES - RENARD, Enrique

Lección 1 - EL PLAN DIVINO



Lección 4 - REENCARNACIÓN

Lección 5 - KARMA

Lección 6 - LA HERMANDAD BLANCA


Lección 8 - EL DOBLE ETÉREO

Lección 9 - EL CUERPO ASTRAL

Lección 10 - EL PLANO MENTAL



Lección 13 - EL REINO DÉVICO









LA MENTE Y EL PLANO MENTAL



Lección 10


LA MENTE Y EL PLANO MENTAL



De los siete campos de energía vibratoria (materia) que componen el Universo, el Plano Mental o Mundo del Pensamiento representa el más elevado de los tres campos o planos en los cuales el proceso evolutivo del ser humano tiene lugar.

Entre los cuatro Reinos de la Naturaleza, el Mineral, el Vegetal, el Animal y el Humano, que coexisten en el planeta, la facultad de pensar analítica y racionalmente pertenece solamente al Reino Humano. Para ello, éste posee una Mente, o Cuerpo Mental que, en combinación con su cerebro, le permite pensar. Siendo como es, un instrumento maravilloso, cabe notar que en uno de sus textos H.P. Blavatsky califica a la Mente como “el peor enemigo del hombre”. Esta sorprendente afirmación no debe tomarse como absoluta a menos que se entienda claramente lo que HPB quiso decir. Para ello es necesario establecer claramente cuál es la relación existente entre el ser humano y su Mente.

El Ser Humano no es su Mente

Una de las peores equivocaciones que prevalecen en nuestra Humanidad actual es la idea de que nosotros somos nuestra Mente. Más aún, también creemos que somos nuestras emociones y deseos personales, porque identificamos todo eso como el Yo. “Así pienso yo…; así deseo y siento yo…; y este soy yo…” nos decimos al ver nuestra imagen física en una foto o en un espejo. Pero esta no pasa de ser una ilusión de la cual conviene deshacerse cuanto antes, porque es la causa de la mayoría de nuestros sufrimientos.

Confundir al ser humano con los vehículos que la Naturaleza le ha entregado para expresar conciencia a nivel mental, emocional y físico, es como confundir el automóvil con el conductor que lo maneja, o la casa con la persona que en ella vive. El ser humano vive en su cuerpo físico a nivel molecular, pero él no es su cuerpo físico; el ser humano expresa emociones y deseos, pero éstos no provienen de él, sino de su Cuerpo Astral, mecanismo sutil e invisible al ojo físico, diseñado para generar emoción y deseo; el ser humano piensa, pero sus pensamientos provienen de su Cuerpo Mental o Mente y a través de su cerebro, que es el órgano que utiliza la Mente para expresar sus pensamientos a nivel físico. En suma, no se debe confundir al Ser que somos, con los vehículos que usamos para manifestar conciencia a nivel mental, emocional y físico.

Cuando la Mónada Humana ha concluido su peregrinaje evolutivo por los reinos llamados “inferiores” en la Naturaleza - vale decir, el Mineral, el Vegetal y el Animal - y encarna por primera vez como ser humano, lo hace a través de una extensión de sí misma que alcanza al Plano Mental desde el Plano Monádico. A ésta se la llama el Ego Espiritual o Alma Individual, que surge al producirse la primera encarnación humana. Con ello recibe por primera vez la Mente racional que le distinguirá de los animales al permitirle libertad de pensar, decidir y proceder, y pasa por ello a ser moralmente responsable por sus actos. El animal en cambio sigue automáticamente los dictados de la Naturaleza al proceder mediante lo que llamamos “instinto”.
Viniendo a la encarnación en lo que se podría definir como un estado “virginal”, el Alma tiene que desarrollar su potencial pensante y senciente, porque no sabe pensar ni sentir. Ambas cosas son factores de desarrollo que aún no posee. Los vehículos Mental y Astral le permitirán hacerlo pero ahora debe enfrentar un gran dilema: aprender a controlar y a educar a esos cuerpos sutiles, tarea en extremo difícil porque ellos representan focalizaciones individuales de energías cósmicas extremadamente poderosas.

Todos sabemos lo difícil que resulta, por ejemplo, controlar nuestro enojo cuando nos vemos insultados de manera grosera e injustificada; o cuando nuestra Mente, actuando por su cuenta, nos entrega información falsa que inflama nuestras emociones. Nuestro cuerpo físico procede entonces a actuar bajo tal estímulo, y lo que tenemos es una pelea!

Los cuerpos del ser humano son mecanismos; objetivo y visible el físico, sutiles e invisibles al ojo físico el Mental y el Astral o Emocional. Como tales, no son malos ni buenos. Su buena o mala actuación depende cómo se les use. No podemos calificar la electricidad de “buena” o “mala” porque alguien ha iluminado una ciudad o alguien se ha electrocutado tocando un cable de alta tensión respectivamente. Las energías universales son lo que son: energías. Aprender a utilizarlas sabiamente debe ser nuestro objetivo para avanzar. El control de los cuerpos sutiles del ser humano se logra primeramente mediante el control de la Mente. Con ésta bajo dominio, el control sobre las emociones y deseos se hace más viable.
El estudiante debe entender que su Mente es un mecanismo que le permite pensar, pero que no tiene principios morales de ninguna especie. Es el Alma, el Ego Espiritual, el que tiene que inyectar ese elemento de ética y moralidad, porque éste representa la Divinidad en nosotros. Los mecanismos no poseen tales cosas. La Mente no controlada por el Alma, se torna entonces en algo peligroso que incluso demorará significativamente nuestro avance. Aprender a controlarla es en consecuencia absolutamente crucial, y la única forma de hacerlo es mediante la meditación. Y para establecer un proceso meditativo apropiado es necesaria la concentración.

Se nos dice que existe entre el Alma y la Mente, un “espacio”. A ese espacio se entra silenciando la Mente, que en la mayoría de las personas mantiene una cháchara permanente de pensamientos intrascendentes y a veces Inapropiados que aislan a la persona de su Ser Superior. Silenciar la Mente mediante un esfuerzo por concentrarse algunos minutos en un determinado objeto con prescindencia de cualquier otra cosa, no debería ser tarea difícil. Lo es, sin embargo, debido a los muchos años que el individuo ha dado “vía libre” por así decir, a su mente. Pero Silenciarla es algo perfectamente posible, aunque ello puede demorar un tiempo mayor en algunas personas que en otras. Se recomienda en consecuencia, el siguiente ejercicio:
Sentarse quietamente en algún lugar privado con el máximo de certeza de no verse interrumpido. Mantener la columna vertebral recta, perpendicular al suelo. Vaciar el pulmón de aire por completo, e inspirar el aire por la nariz, profundamente hasta llenar el pulmón; sostener el aire dentro cinco segundos, y expulsar lentamente por la boca. Esperar cinco segundos antes de efectuar la nueva inspiración por la nariz, y completar diez respiraciones. Esperar 15 segundos, e iniciar una nueva serie de 10 respiraciones, hasta completar 40 en total, vale decir, cuatro series de 10. Se experimentará entonces una sensación de calma y serenidad. No hay nada de milagroso en ello. Lo que ocurre es que el exceso de oxígeno que entra a los pulmones al respirar de la manera indicada, entrega una mayor carga de oxígeno de la normal a la sangre, que a su vez lleva esa carga extra al sistema nervioso, relajándolo, condición esencial ésta para silenciar la mente y abrir el canal de comunicación entre la personalidad y su Ser Superior. Producido este contacto, que entrega una sensación de alegría y paz difícil describir, los vehículos caen bajo el control del Alma, que es el verdadero individuo, y su avance se acelera considerablemente, porque ahora es él mismo quien controla su vida en lugar de verla dominada por sus vehículos. Estos le han sido proporcionados para que él los use, no para que ellos lo usen a él, que es lo que ocurre con la mayoría de la gente ajena por completo a este conocimiento. Si partimos de la base de que el ser humano no es “un cuerpo con un alma”, como erróneamente se ha enseñado, sino que se trata en realidad de un Alma con cuerpos, vehículos que le permiten pensar, sentir y actuar, nuestro enfoque varía radicalmente con respecto a lo que en realidad somos y la vida que vivimos, y nuestra capacidad para someter los vehículos a nuestra voluntad queda establecida definitivamente.

La acotación de Blavatsky queda entonces en debida perspectiva, aunque en rigor debiera decir: “La mente que no está bajo el control de su dueño se torna en su peor enemigo”, para así representar la totalidad de la idea.

El Plano Mental

El Plano Mental es el plano donde el Ego sintetiza las lecciones aprendidas durante la encarnación recién pasada después de la muerte de su cuerpo físico, transformándolas en lo que se conoce como facultades naturales o talento. Existe, desafortunadamente, en el mundo occidental, la tendencia a suponer que el talento es un don del Creador con el cual ciertas personas son bendecidas al nacer sin razón aparente. Es decir, se presume que Dios, (descrito por muchos como un Padre infinitamente bondadoso y justo) da a ciertas personas capacidades excepcionales a tiempo que las niega a otros por razones inexplicables. Especialmente entre aquellos que niegan la doctrina de la Reencarnación, tal afirmación equivale a aceptar un Dios caprichoso e injusto, una especie de tirano cósmico, un Ser en directa oposición al que proclaman como infinitamente justo.

La Teosofía postula en cambio un universo regido por Ley, y de acuerdo con este principio todo lo que el hombre tiene, especialmente en lo que se refiere a talentos individuales, lo debe lograr por sí mismo mediante esfuerzo y disciplina propios. Esta idea está basada en el hecho de que lo que llamamos “evolución” es en realidad un proceso de desenvolvimiento (la palabra del latín evolvere, de donde viene “evolución”, significa literalmente “desenvolver”) una especie de florecimiento del enorme potencial divino que es parte de nuestro ser; y, debido a que este potencial es interno, su desarrollo debe tener lugar desde dentro de cada ser humano bajo el estímulo representado por la acción e interacción a que nos instan la vida física, emocional y mental. El proceso es similar al de la semilla que, plantada en la tierra, da origen a un árbol; pero el árbol surge desde dentro de la semilla que contiene en latencia la forma, el colorido, el tamaño y, en fin, todo lo que ese árbol debe ser.

Cuando el hombre desencarna e ingresa al Plano Mental después de su paso por el Plano Astral, lleva consigo en su átomo simiente (ver Lección 2) todo el aprendizaje llevado a cabo en su vida física recién concluida. En el plano mental sintetizará este conocimiento para posteriormente incorporarlo a su Cuerpo Causal en términos de posibilidades vibratorias. Tales posibilidades se manifestarán como “talento innato” cuando al individuo encarne nuevamente. Tendrá entonces un nuevo cuerpo físico (y en consecuencia un nuevo cerebro físico que no puede recordar lo aprendido en vidas pasadas por no haberlo grabado), pero su aprendizaje y las facultades logradas durante la encarnación anterior no se perderán gracias al método de la Naturaleza antes descrito para retener y preservar lo adquirido.

Bastará solo un poco de reflexión para darse cuenta de cuán justo y apropiado resulta este sistema, que asegura así que cada cual tenga exactamente lo que merece, la medida precisa de su propio esfuerzo, disciplina y dedicación. Se explica así además la existencia de individuos tales como Mozart, que a los cinco años de edad desplegaba un talento musical tan sorprendente como inexplicable para quienes no conocen esta doctrina, lo mismo siendo aplicable a diferentes individuos que brillan en diversos campos del arte y la ciencia.

Resulta entonces razonable suponer que todo lo que tenemos y somos como individuos, con nuestro talento y con nuestras limitaciones, constituye la suma total de todo lo que hemos hecho o dejado de hacer en nuestras encarnaciones anteriores. A nadie podemos culpar por nuestra carencia de talento musical, por ejemplo, si en vidas anteriores jamás hemos indicado interés alguno en el estudio de la música ni en la disciplina de aprender instrumentos musicales.

Cierto es que al nacer en un cuerpo físico - que precisará gran cantidad de desarrollo antes de llegar a la edad adulta - deberemos abocarnos nuevamente al aprendizaje del campo en cuestión; pero este nuevo esfuerzo será diez veces menor que el realizado en vidas pasadas. Claramente, Mozart, en su última vida, demoró muy breve tiempo en aprender teoría e instrumentos musicales en comparación con otros que estudiaban tales disciplinas por vez primera.

Las dos Regiones

El Plano Mental está dividido, al igual que el resto de los siete planos, en siete divisiones o sub-niveles. Las cuatro inferiores agrupan lo que se conoce como la Región Mental Concreta o Devachán; las tres superiores constituyen la Región Mental Abstracta o Conceptual. La materia sutilísima que compone el único vehículo permanente del Alma a través de todas sus encarnaciones, su Cuerpo Causal, proviene de esta región, y es en ella donde el Alma encuentra el descanso necesario entre una encarnación y otra para proveerse de la energía requerida para enfrentar un nuevo encarne, una nueva vida física.

El Alma ingresa a la Región Abstracta después de haber perdido, uno por uno sus vehículos físico, astral y mental concreto, y después de haber sintetizado en la región concreta todo el conocimiento adquirido durante la encarnación ya concluida. Esta es, se nos dice, la verdadera morada del Alma, el plano en donde encuentra su verdadera expresión, despojada de los aspectos inferiores impuestos por la personalidad, que es la suma de los tres vehículos antes mencionados. Allí experimenta una felicidad y un éxtasis imposibles de describir en palabras. Se trata de una experiencia verdaderamente sublime, que difiere del cielo mencionado por algunas religiones sólo en que se trata de un estado temporal y de ninguna manera eterno. El Ego todavía no se ha ganado su derecho a la felicidad eterna, quedándole aún bastante por aprender, razón por la cual tendrá que volver a encarnar, abandonando así aquella morada feliz para rodearse nuevamente de campos de energía (cuerpos) que le permitirán continuar su aprendizaje a través de la experiencia en los planos inferiores.

Los Arquetipos

La Teosofía nos dice que es en la región del pensamiento abstracto donde las ideas germinan. Por su parte, la región del pensamiento concreto entrega la materia mental concreta para vestirlas y producir las formas de pensamiento correspondientes. Por vía de ejemplo, supongamos que alguien decide encargar a un ingeniero mecánico la fabricación de un automóvil. En tal caso, lo primero que el ingeniero tendrá que hacer es imaginar el automóvil, o mejor dicho, el concepto de un vehículo automotriz. Para ello debe pensar, utilizando materia mental abstracta o conceptual. Una vez que logra tener el concepto claro, diseña en su mesa de trabajo la forma y especificaciones concretas del automóvil, para lo cual utilizará materia mental concreta. Logra de este modo que la idea abstracta original, tome forma concreta, aunque solo sea en la imagen bidimensional del dibujo. Para que la actual realidad física del vehículo tenga lugar, deberá enviar el dibujo a la fábrica que, una vez en posesión de los materiales necesarios, procederá a construirlo bajo las especificaciones dadas. He aquí un ejemplo claro para ilustrar la idea de que todo aquello que está manifestado en el mundo físico tiene que manifestarse primeramente en el mundo mental. Antes de que algo se transforme en realidad física debe ser primeramente pensado, ya sea por la Naturaleza o por el hombre.

De lo anterior puede colegirse que, cuando pensamos, estamos utilizando materia mental, y así como no existe automóvil, casa o ningún otro objeto físico que pueda ser construido sin plan o diseño previo, todas las criaturas y objetos existentes en el mundo físico tienen también cada una su diseño o plan previo que les otorga sus características propias, desde una molécula hasta una montaña, desde la ameba hasta el cuerpo humano, desde el humilde musgo hasta la flor más colorida, perfumada y hermosa, y en fin, toda forma en la infinita variedad existente en la naturaleza. Este postulado nos lleva a la idea de los arquetipos.

Cuando observamos la semilla de una encina, rara vez se nos ocurre pensar que para que ésta se transforme en aquel árbol tiene que contener en sí una idea germinal, un plan en base al cual el árbol ha de tomar su forma. Cuando el árbol crece, lo atribuimos a lo que llamamos “las leyes de la Naturaleza”, pero no nos detenemos a considerar la mecánica del proceso o el maravilloso hecho de que en una semilla tan pequeña exista el plan de un árbol de gran tamaño y hermosura. Aquel pequeño plan contenido en la semilla como idea germinal, es lo que en ocultismo se llama un arquetipo o modelo.

Los autores de estos arquetipos – y en la infinita variedad de la naturaleza nos es dado observar millones de ellos – son ciertas elevadas Inteligencias de tipo angélico. Estos grandes Seres se especializan en cada una de las cuatro divisiones de la región concreta del plano mental, a saber:

4a. División = Fuerzas Arquetípicas y Mente Humana
3ª. División = Arquetipos del Deseo y la Emoción
2ª. División = Arquetipos de la Vitalidad Universal
1ª. División = Arquetipos de la Forma

De esta clasificación puede colegirse que los arquetipos no existen solamente en lo que respecta a las formas sino también en lo que respecta a los procesos mentales (porque hay que imaginar primeramente lo que deseamos crear); las emociones y deseos (porque necesitamos desear para concretar nuestra creación); y la vitalidad (porque diferentes formas requieren diferentes características para que la Vida Una pueda expresarse a través de ellas).

La Región Causal del Plano Mental es, se nos dice, la verdadera morada del Ego espiritual humano, aquella desde donde éste trata de gobernar el desempeño de los cuerpos que componen su personalidad para así procurarse las experiencias necesarias en relación con su evolución. Al producirse la encarnación el Ego trata de concentrar sus energías sobre estos vehículos. El resultado es lo que llamamos “conciencia” manifestándose a través de ellos.

La meta evolutiva del Ego se logra entonces a través de la subyugación de la personalidad mediante el control total de los vehículos que la componen. Como ya dijimos, esta no es una tarea fácil, pero eventualmente el Ego logra triunfar, desarrollando gracias a tal esfuerzo el poder de su voluntad, su inteligencia su intuición y su capacidad de amar impersonalmente, virtudes que distinguen al Adepto, al ser humano ya perfeccionado que no precisa volver a encarnar.

Aspecto del Plano Mental

No existe forma alguna de poner en palabras la inenarrable belleza del plano mental. Todo aquello, y mucho más de lo que observamos en la vida física puede ser observado allí también, solo que aparecerá mil veces más vital y hermoso de cómo se ve el mundo físico. Es un mundo de gran colorido y luz, representando además un estado de bienaventuranza y felicidad imposibles de encontrar en los planos inferiores. Es la puerta que nos abre camino hacia el plano Búdico, más elevado y más hermoso aún, y más cercano a nuestra morada divina definitiva.

Antes de concluir esta lección, es necesario recordar al estudiante que cuando se habla de “planos”, “mundos”, “divisiones” y “regiones”, no debe pensar en éstos como lugares separados en el espacio, sino como esferas que coexisten y se compenetran. Esta compenetración de diferentes tipos de materia es posible debido a la gran diferencia en frecuencia vibratoria de los átomos que las componen. De modo similar a como la arena, el agua y el aire forman el contenido de una vasija sin que ello cambie las características de estos elementos, de igual manera la esfera de materia mental compenetra las esferas de materia astral y física de nuestro planeta, coexistiendo con ellas.

Siguiendo el viejo axioma oculto “como arriba, así es abajo”, al igual que el ser humano, nuestro planeta, que es un ser vivo, tiene un cuerpo físico, un cuerpo astral, y un cuerpo mental, la diferencia con el ser humano está dada es que estos “cuerpos” planetarios son de forma esférica. Las otras cuatro esferas que completan las siete de la Tierra, forman parte de un estudio oculto más avanzado.  Pero, para dar una idea más clara del esquema de la estructura universal diremos que la esfera de la Tierra que llamamos Plano Búdico, su cuarta esfera, es tan grande que contiene en sí a todos los planetas de nuestro sistema solar; la esfera Atmica contiene en sí a todos los sistemas solares, y éstas dos esferas son a su vez parte de un plano o esfera mayor, la Monádica, todas las esferas Monádicas estando contenidas por la esfera o Plano Cósmico Adi, el Mundo Divino.






CURSO INTRODUCTORIO, 14 LECCIONES -  RENARD, Enrique
 
Lección 3 -  VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE

Lección 4 -  REENCARNACIÓN 

Lección 5 -  KARMA 

Lección 6 -  LA HERMANDAD BLANCA 

Lección 7 -  LA DOCTRINA DE LOS CICLOS 

Lección 8 -  EL DOBLE ETÉREO 

Lección 9 -  EL CUERPO ASTRAL 

Lección 10 -  EL PLANO MENTAL 

Lección 11 -  EL PODER DEL PENSAMIENTO 

Lección 12 -  LA CUESTIÓN DEL MAL 

Lección 13 -  EL REINO DÉVICO

Lección14 -  LA HERMANDAD UNIVERSAL