Las pautas de odio a uno mismo, de culpa y de autocrítica elevan los niveles de estrés y debilitan el sistema inmunológico.
Lógicamente, si encontramos cosas malas en nosotros, también las encontraremos en los demás. Si aún continuamos diciendo: “No puedo hacer eso porque mi madre me dijo..., o mi padre me dijo...”, eso quiere decir que todavía no hemos crecido. De modo que ahora necesitas eliminar las barreras, y tal vez aprender algo diferente, algo que aún no sabes. Tal vez alguna frase que encuentres en este libro te sirva para poner en marcha un nuevo pensamiento.
¿Te imaginas lo maravilloso que sería que cada día aprendieras una idea nueva que te ayudará a dejar atrás el pasado y a crear armonía en tu vida?
Cuando tomes conciencia y comprendas el proceso individual de la vida sabrás qué dirección tomar.
Si empleas tus energías en conocerte a ti mismo, finalmente verás qué problemas y asuntos necesitas disolver. Todos tenemos desafíos en la vida. Todo el mundo. Nadie pasa por la vida sin encontrárselos; si no fuera así, ¿qué objeto tendría venir a esta escuela particular llamada Tierra? Algunos tienen los desafíos de la salud, otros los de las relaciones, los de la profesión o los económicos. Algunos tenemos desafíos en todas estas áreas, en mayor o menor grado.
Creo que uno de los mayores problemas consiste en que muchos de nosotros no tenemos la menor idea de qué es lo que necesitamos dejar atrás. Sabemos lo que no funciona y sabemos lo que deseamos, pero no sabemos qué es lo que nos mantiene estancados. Así pues, dediquemos el tiempo necesario a echar un vistazo a los obstáculos que nos traban.
Tómate un momento para pensar en tus propias pautas de comportamiento, en tus problemas y en las cosas que te traban, y observa en cuál de estas categorías entran: crítica, temor, culpa o resentimiento. A estas categorías yo las llamo Las Cuatro Grandes, ¿Cuál es tu predilecta? La mía es una combinación de crítica y resentimiento. Tal vez la tuya también sea una combinación de dos o tres. ¿Es temor lo que siempre surge? ¿O es la culpa? ¿Eres muy crítico o rencoroso? Permíteme que te diga que el rencor es rabia acumulada. De modo que si crees que no te está permitido expresar la rabia que sientes, entonces es que has acumulado muchísimo rencor.
No podemos negar nuestros sentimientos. No podemos ignorarlos cómodamente. Cuando me diagnosticaron el cáncer, tuve que mirarme con toda claridad. Tuve que admitir algunas tonterías sobre mí que no deseaba admitir. Por ejemplo, que yo era una persona muy rencorosa y llevaba en mi interior una enorme amargura por el pasado. Un día pensé, ya no tienes tiempo para continuar permitiéndote eso. Tienes que cambiar, de verdad.» O, como lo expresa Peter Mc Williams: “Ya no puedes permitirte el lujo de tener ni un solo pensamiento negativo”.
Tus experiencias siempre reflejan tus creencias internas.
Literalmente, puedes mirar tus experiencias y determinar cuáles son tus creencias. Puede que resulte algo inquietante o perturbador hacerlo, pero si observas a las personas con quienes te relacionas, verás que todas ellas reflejan alguna creencia que tienes acerca de ti mismo. Si continuamente te critican en el trabajo, esto probablemente se deba a que eres crítico contigo mismo o a que alguno de tus padres te criticaba cuando eras pequeño. Todo lo que nos sucede en la vida refleja lo que somos. Cuando sucede algo que no nos resulta agradable o cómodo, tenemos la oportunidad de mirar dentro de nosotros y decir: «¿De qué forma contribuyó a crear esta experiencia? ¿Qué hay dentro de mí que piensa que me merezco esto?».
Todos tenemos pautas de comportamiento que se iniciaron en la familia, de modo que es muy fácil echar la culpa a nuestros padres, nuestra infancia o nuestro entorno, pero eso nos mantiene estancados. No nos liberamos así, seguimos siendo víctimas y perpetuamos los mismos problemas de siempre, que siguen y siguen repitiéndose continuamente. De manera que en realidad no importa lo que alguien nos hiciera o nos enseñara en el pasado. Hoy es un nuevo día. Ahora estamos al mando. Ahora es el momento de crear el futuro en nuestra vida y en nuestro mundo. Tampoco importa lo que yo diga, porque sólo tú puedes hacer el trabajo. Únicamente tú puedes cambiar tu forma de pensar, de sentir y de actuar. Yo sólo digo que puedes hacerlo.
Categóricamente, puedes hacerlo, porque tienes un Poder Superior dentro de ti que te ayudará a liberarte de esas pautas si tú se lo permites. Puedes recordarte a ti mismo que cuando eras un bebé te amabas tal como eras. No hay ningún bebé que critique su cuerpo y piense: «Oh, tengo las caderas demasiado anchas». Los bebés están encantados y entusiasmados por el solo hecho de tener cuerpo. Expresan sus sentimientos. Cuando un bebé está contento tú lo notas, y cuando está enfadado se entera todo el vecindario. Los bebés jamás tienen miedo de que la gente se entere de cómo se sienten. Viven en el momento. Tú fuiste así en una época. A medida que crecías, escuchabas a las personas que te rodeaban y de ellas aprendiste el miedo, la crítica y la culpa. Si te criaste en una familia en la que la crítica era la norma, entonces debes ser un adulto crítico. Si te criaste en una familia en la que no estaba permitido manifestar el enojo, entonces probablemente te aterra enfrentarte a los demás y mostrar rabia, y te la tragas y la acumulas en el cuerpo.
Si te criaste en una familia en la que todos estaban manipulados por los sentimientos de culpabilidad, entonces lo más probable es que sigas siendo igual de adulto. Posiblemente eres una persona que se pasa la vida diciendo «Lo siento», y jamás se atreve a pedir algo directamente. Tienes la sensación de que para obtener lo que deseas tendrías que manipular.
Cuando crecemos comenzamos a captar estas falsas ideas y perdemos contacto con nuestra sabiduría interior. Por lo tanto, necesitamos realmente liberar esas ideas y volver a la pureza del espíritu, donde de verdad nos amamos a nosotros mismos. Necesitamos restaurar la maravillosa inocencia de la vida y la alegría de existir momento a momento, la misma alegría que siente el bebé en su feliz estado de maravillado asombro.
Piensa en lo que deseas que se haga realidad. Decláralo en afirmaciones positivas, no negativas. Ahora, ve al espejo y repite tus afirmaciones. Observa qué obstáculos se interponen en tu camino. Cuando empieces a hacer una afirmación del tipo «Me amo y me apruebo», presta atención a los mensajes negativos que surjan, porque al identificarlos se transforman en los tesoros que te abrirán la puerta hacia la libertad. Generalmente el tema de los mensajes es uno u otro de los cuatro que mencioné anteriormente: crítica, temor, culpa o resentimiento Y lo más probable es que aprendieras esos mensajes de personas de tu pasado.
Algunas personas han elegido tareas bien difíciles de realizar en esta vida, pero yo creo firmemente que en realidad vinimos aquí a amarnos a nosotros mismos a pesar de lo que los demás digan o hagan. Siempre podemos superar las limitaciones de nuestros padres y amigos. Si fuiste una niña buena o un niño bueno, aprendiste la forma limitada de mirar la vida que tenían tus padres. Tú no eres una mala persona. Eras el hijo o la hija ideal. Aprendiste exactamente lo que tus padres te enseñaron. Y ahora que eres adulto, sigues haciendo lo mismo. ¿Cuántos de ustedes repiten lo mismo que solían decirte tus padres? ¡Felicitaciones! Ellos fueron excelentes maestros y tú excelente alumno, pero ahora ya es hora de que comencemos a pensar por ustedes mismos.
Es probable que muchas personas sientan resistencia al mirarse al espejo y repetir las afirmaciones. Sin embargo, la resistencia es el primer paso hacia el cambio, muchos deseamos que cambie nuestra vida, pero cuando se nos dice que tenemos que hacer algo diferente contestamos: « ¿Quién, yo? No quiero hacer eso». Puede que Otros experimenten sentimientos de desesperación. Muchas veces, cuando uno se mira al espejo y dice «Te amo», el pequeño niño interior responde: «¿Dónde habías estado todo este tiempo? He estado esperando que te fijaras en mí». Entonces a uno le invade una oleada de tristeza porque ha rechazado al pequeño durante mucho, mucho tiempo.
Mucha gente, más de la que imaginamos ha tenido experiencias dolorosas ó traumaticas, de muy diversas formas y grados que en el presente se reflejan cómo miedos, para poder sanarlas y liberarlas, primero tenemos que admitirlo. Necesitamos un espacio de seguridad en donde poder trabajar con estos sentimientos. Una vez hemos dejado salir la rabia, el dolor y la vergüenza, podemos pasar al espacio en donde podemos amarnos a nosotros mismos. Sea cual fuere el problema en que estemos trabajando, es necesario que recordemos que los sentimientos que surgen son sólo eso, sentimientos. Ya no estamos viviendo la experiencia. Necesitamos trabajar para lograr que el niño o la niña interior se sienta a salvo. Es preciso que nos demos las gracias por haber tenido el valor de sobrevivir a esa experiencia. Los actos violentos siempre proceden de personas que también fueron tratadas con violencia. Todos necesitamos sanar. Cuando aprendamos a amarnos y a apreciarnos tal como somos, ya no haremos daño a nadie.
Acabemos con las críticas
En lo relativo al tema de la crítica, normalmente nos pasamos la vida criticándonos por las mismas cosas, una y otra vez. ¿Cuándo vamos a despertar y comprender que la crítica no sirve de nada? Ensayemos otra táctica. Aprobémonos tal como somos en este preciso momento. Las personas dadas a criticar, también suelen atraer muchas críticas, porque ésa es su pauta: criticar. Lo que damos, lo recibimos de vuelta. Puede que también necesiten ser perfectas en todo momento. ¿Quién es perfecto? ¿Has conocido a alguien perfecto? Yo no. Cuando nos quejamos de otra persona, en realidad nos estamos quejando de algún aspecto de nosotros mismos. Entiendo que personas que critican vivieron en ambientes de critica que trajo a su vez problemas de una baja autoestima y marcas en el autoconcepto de sentimientos de inferioridad, entonces trabajar sobre la crítica, también trabajamos sobre nuestro propio valor.
Todas las personas son un reflejo de nosotros mismos, y lo que vemos en los demás, también lo vemos en nosotros. Muchas veces nos sucede que no queremos aceptar algunos aspectos de nuestra forma de ser. Nos maltratamos con alcohol, drogas o cigarrillos, o comiendo en exceso o de cualquier otra manera. Son formas de castigarnos por no ser perfectos; pero, ¿ser perfectos para quién? ¿Las exigencias y expectativas de quién queremos satisfacer? Decídete a dejar atrás eso. Sencillamente «sé». Descubrirás que eres una persona maravillosa tal como eres en este mismo momento.
Si siempre has sido una persona crítica que ve la vida con ojos muy negativos, te va a llevar tiempo dar un giro completo para amar y aceptar más. Aprenderás a tener paciencia contigo mismo a medida que te ejercites en eliminar la crítica, que sólo es un hábito, no la realidad de tu ser.
¿Te imaginas lo maravilloso que sería que pudieras vivir sin que jamás nadie te criticara? Te sentirías totalmente a gusto, cómodo. Cada mañana sería un hermoso nuevo día porque todo el mundo te amaría y aceptaría y nadie te criticaría ni te despreciaría. Tú te puedes proporcionar esa felicidad acogiendo y aceptando las cosas que hacen de ti un ser único y especial. La experiencia de vivir contigo mismo puede ser la experiencia más maravillosa que puedas imaginar. Al despertar por la mañana, siente la alegría de pasar otro día contigo.
Cuando te ames verdaderamente a ti mismo, despertarás lo mejor que hay en ti.
No quiero decir con eso que serás mejor de lo que eres ahora, porque eso equivaldría a suponer que ahora no eres tan buena persona. Pero sí descubrirás formas más positivas de satisfacer tus necesidades y de expresar con más plenitud lo que realmente eres.
La culpa nos hace sentir inferiores
Muchas veces los demás nos envían mensajes negativos porque ésa es la manera más fácil de manipulamos. Si alguien intenta hacerte sentir culpable, pregúntate: « ¿Qué desea esta persona? ¿Por qué hace esto?». Plantéate estas preguntas en lugar de decirte interiormente: «Sí, soy culpable, debo hacer lo que me dicen». Muchos padres manipulan a sus hijos mediante la culpa porque también ellos fueron educados de este modo. Mienten a sus hijos para producirles sentimientos de inferioridad. Hay muchas personas que al hacerse mayores siguen siendo manipuladas por sus familiares y amigos, en primer lugar porque no se respetan a sí mismas; si se respetasen, no dejarían que esto ocurriera. En segundo lugar, porque ellas también son manipuladoras.
Mucha gente vive bajo una nube de culpa. Siempre piensan que hacen mal las cosas, que no se comportan correctamente, y se pasan la vida pidiendo disculpas. Se niegan a perdonarse algo que hicieron en el pasado, se reprenden y denigran por las cosas que les suceden. Deja que se disuelva la nube. No es necesario que continúes viviendo así.
Aquellos de ustedes que se sienten culpables pueden ahora aprender a decir «no» y enseñar a la gente que la culpa es algo absurdo. No se trata de enfadarse, pero no hay por qué seguirles el juego. Si te resulta muy extraño decir simplemente «no», dijo de esta manera: «No, no puedo hacer eso». No des explicaciones ni trates de excusarte, porque entonces el manipulador tendrá municiones para convencerte y hacer que cambies tu decisión. Cuando los demás vean que ya no les da resultado manipularte, no lo intentarán más. Los demás sólo pueden controlarte mientras tú lo permitas. Es posible que te sientas culpable la primera vez que digas no; pero te resultará más fácil a medida que vayas practicando.
Una amiga de la familia se sentía culpable que su bebé nació con problemas físicos. Ella se sentía culpable porque creía que había hecho algo mal, que le había hecho daño a su bebé, que era culpa suya que estuviera enfermo. Lamentablemente, la culpa no soluciona nada. En su caso, nadie había hecho nada mal. Le dije que yo pensaba que la enfermedad podía haber sido una elección del alma del bebé. Mi respuesta fue que amara a su hijo y se amara a sí misma y dejara de pensar que había hecho algo mal. Ese tipo de culpa no sana a nadie. Si haces algo que sabes que vas a lamentar, deja de hacerlo. Si en el pasado hiciste algo por lo cual aún te sientes culpable, perdónate. Si puedes enmendarlo, hazlo y no vuelvas a repetir la acción. Cada vez que surja la culpa en tu vida pregúntate: « ¿Qué sigo creyendo de mí mismo?», « ¿A quién deseo agradar?». Fíjate en las creencias de tu infancia que afloran.
Cuando acude a mí alguien que se ha visto involucrado en un accidente de coche, generalmente veo que hay culpa en lo más profundo de su interior, y necesidad de castigo. También puede que haya mucha hostilidad reprimida porque esa persona piensa que no tiene derecho a defenderse. La culpa busca castigo, de modo que nos convertimos literalmente en nuestro propio juez, jurado y verdugo; nos condenamos a prisión. Nos castigamos y no hay nadie a nuestro alrededor que acuda en nuestra defensa. Es hora de perdonarnos y de otorgarnos la libertad.
Conocí a una mujer que tenía un enorme sentimiento de culpabilidad con respecto a su hijo de mediana edad. Era su único hijo y tenía un carácter muy reservado, muy encerrado en sí mismo. Ella se sentía culpable porque había sido muy estricta con él en la época de crecimiento. Le expliqué que había hecho lo mejor que sabía hacer en ese tiempo. Yo creo que él la escogió como madre antes de encarnarse en esta vida, de modo que en un plano espiritual, él sabía lo que hacía. Le dije que estaba malgastando toda su energía al sentirse culpable por algo que no podía cambiar.
—Es una pena que él sea así —suspiró ella—, lamento tanto haber hecho un mal trabajo...
Esta mujer desperdiciaba su energía porque de ese modo no ayudaba a su hijo ni evidentemente se ayudaba a sí misma. La culpa se convierte en pesada carga y hace que nos sintamos inferiores.
Le dije que cada vez que sintiera aflorar la culpa dijera algo como: «No, ya no quiero sentir eso. Estoy dispuesta a aprender a amarme. Acepto a mi hijo tal como es». Si continuamente afirmaba esto, la pauta de culpabilidad se iría marchando. Aun cuando no sepamos cómo amarnos, el hecho de estar «dispuestos» a hacerlo hará el cambio. Sencillamente no vale la pena aferrarse a estas pautas. La enseñanza es siempre «amarse a uno mismo». La enseñanza para esa mujer no era sanar a su hijo sino amarse a ella misma. Su hijo también vino a esta vida a amarse a sí mismo. Ella no puede hacer eso por él, y él no lo puede hacer por ella.
Las religiones organizadas suelen ser excelentes para hacer que la gente se sienta culpable. Muchas montan números bien opresivos para mantener a la gente a raya, sobre todo a los jóvenes. Pero ya no somos niños, no tenemos por qué obedecer a nadie. Somos/adultos que podemos decidir lo que queremos creer. El niño que hay en nosotros se siente culpable, pero también está ahí el adulto que hay en nosotros para enseñarle sentirse de otra manera.
Causamos estragos en nuestro interior cuando contenemos o reprimimos las emociones. Ámate lo suficiente como para permitirte sentir tus emociones. Deja aflorar tus sentimientos. Puede que te pases días enteros llorando o enfadándote a cada momento. Tal vez necesitas procesar muchísimo material antiguo. Te sugiero algunas afirmaciones que te facilitarán el proceso y harán que sea más cómodo, más distendido:
• Ahora libero tranquilamente todas mis viejas creencias.
• Me resulta fácil y cómodo cambiar.
• Ahora mi senda está allanada.
• Estoy libre del pasado.
No añadas juicios a tus sentimientos. Lo único que conseguirás con eso es ahogarlos más. Si estás pasando por dilemas o momentos de crisis, afirma que te encuentras a salvo y dispuesto a sentir. El hecho de afirmar sentimientos positivos te traerá cambios beneficiosos.
La expresión de los sentimientos
Una tragedia puede convertirse en nuestro mayor bien si la abordamos de tal forma que nos ayude a crecer.
Cómo liberar la rabia de forma positiva
Todo el mundo tiene que vérselas con la rabia alguna que otra vez en su vida. La rabia es una emoción sincera. Cuando no se expresa, se va acumulando en el cuerpo y normalmente se manifiesta en forma de mal-estar (enfermedad) o de algún tipo de disfunción del organismo.
Tal como nos sucede con la crítica, generalmente nos enfadamos una y otra vez por las mismas cosas. Si pensamos que no tenemos derecho a expresar nuestro enfado, nos lo tragamos, lo cual nos produce rencor, amargura o depresión. De manera que es bueno «encargarnos» de la rabia cuando ésta se presenta. Hay muchas formas positivas de manejar la rabia. Una de las mejores es hablar sinceramente con la persona con quien estamos enfadados y liberar las emociones contenidas. Podemos decirle: «Estoy enfadado contigo porque si sentimos ganas de gritarle o chillarle, eso quiere decir que la rabia que sentimos se ha estado formando durante bastante tiempo, probablemente porque no nos atrevemos a hablar con la otra persona. En este caso, lo mejor es liberar la rabia hablando con esa persona en el espejo.
Busca un lugar donde te sientas seguro y sepas que no te van a interrumpir. Mírate a los ojos en el espejo. Si te resulta demasiado difícil, concéntrate en la nariz o la boca. Mírate y/o mira a la persona con quien estás enojado. Recuerda el momento en que te enfadaste y deja que salga la rabia. Comienza diciéndole por qué exactamente estás enfadado. Expresa la rabia que sientes. Puedes decir algo así:
• Estoy enfadado contigo porque ________
• Estoy muy dolida porque tú ________
• Tengo tanto miedo porque tú ________
Deja salir todos tus sentimientos. Si te dan ganas de expresarlos físicamente, coge algunos cojines y golpéalos. No te asustes que tu rabia tome su curso natural. Ya has tenido reprimidos esos sentimientos demasiado tiempo. No hay por qué sentir ninguna culpa ni vergüenza. Recuerda, tus sentimientos son pensamientos en acción. Tienen una utilidad, y cuando los dejas salir libremente de tu mente y de tu cuerpo, dejas espacio para otras experiencias más positivas.
Cuando hayas terminado de expresar tu rabia, haz lo posible por perdonar a la persona o las personas que la provocaron. El perdón es un acto de libertad para ti, porque eres tú quién se beneficia con él. Si no puedes perdonar a alguien entonces el ejercicio será una afirmación negativa y no curativa para ti. Hay diferencia entre «liberar» y simplemente «revivir» viejas rabias. Tal vez necesites decir algo así: De acuerdo, esa situación está superada. Ahora pertenece al pasado. No apruebo lo que has hecho, pero comprendo que hiciste lo mejor que podías hacer con el entendimiento, el conocimiento y la información que tenías en aquel momento. He acabado con esto. Te libero y te dejo en paz. Tú eres libre y yo soy libre.
Tal vez tengas que repetir el ejercicio varias veces hasta sentir que de verdad te has liberado de la rabia. También es posible que necesites trabajar con varias rabias. Haz lo que te parezca apropiado para ti.
Podemos usar diversos métodos para descargar la rabia. Podemos llorar y chillar contra un almohadón, podemos golpear cojines, la cama o un saco de arena de entrenamiento. Podemos escribir una «carta de odio» y después quemarla. Podemos gritar dentro del coche con las ventanillas cerradas. Podemos ir a la pista de tenis o al campo de golf y descargar la rabia golpeando pelotas una tras otra. Podemos hacer ejercicio, nadar y dar varias vueltas a la manzana corriendo. Podemos escribir o dibujar nuestros sentimientos empleando la mano no dominante: el proceso creativo es una forma natural de liberar emociones. Hay un amigo que se ponía un reloj de arena cuando comenzaba la sesión de golpear almohadones. Se daba diez minutos para dejar salir todas sus frustraciones y la rabia que sentía contra su padre. A los cinco minutos estaba agotado; cada treinta segundos miraba el reloj y se daba cuenta de que aún le quedaban unos cuantos minutos para continuar. Yo solía golpear la cama y armar mucho ruido. Ahora ya no puedo hacerlo porque mis perros se asustan y creen que estoy enfadada con ellos.
Pero he descubierto que me resulta muy efectivo gritar dentro del coche o cavar un hoyo en el jardín. Como ves, se puede ser bastante creativo para liberar los sentimientos. Te recomiendo que hagas algo de tipo físico para liberar las emociones muy cargadas, algo que no entrañe ningún peligro. No hagas cosas temerarias o peligrosas para ti o para los demás. Acuérdate también de comunicarte con tu Poder Superior. Entra a tu interior y reconoce que ahí hay una respuesta a tu rabia y que la encontrarás. Tiene mucho poder curativo meditar y visualizar cómo sale libremente la rabia del cuerpo. Envía amor a la persona con quien estás enojado y ve cómo tu amor disuelve la discordia. Es preciso que estés dispuesto a que haya armonía. Tal vez la rabia que sientes te haga recordar que no te comunicas bien con los demás. Al reconocerlo, puedes corregirlo. Es increíble la cantidad de personas que me dicen lo felices que llegan a sentirse una vez que han liberado la rabia que sentían. Es como si se quitaran de encima un enorme peso. A una de mis alumnas le resultaba dificilísimo dejar salir sus sentimientos. Intelectualmente los comprendía, pero no podía expresarlos. Una vez se permitió expresar sus sentimientos, empezó a gritar y a dar puntapiés y les dijo de todo a su madre y a su hija alcohólica. Sintió que se aligeraba de una enorme carga, cuando la visitó su hija al poco tiempo, ella no paró de abrazarla. Había dejado espacio para el amor allí donde antes tenía acumulada la rabia reprimida.
A lo mejor eres una persona que se ha pasado enfadada la mayor parte de su vida. Quizá sientas lo que yo llamo «rabia habitual». Pasa algo y te enfadas. Pasa otra cosa y te vuelves a enfadar. Y así continuamente. Te pasas la vida enfadándote, pero nunca vas más allá de la rabia. La rabia habitual es infantil: uno siempre quiere salirse con la suya. Te convendría preguntarte:
• ¿Por qué escojo estar todo el tiempo enfadado?
• ¿Qué hago para crearme una situación tras otra que me hacen enfadar?
• ¿Es ésta la única manera que tengo de reaccionar ante la vida?
• ¿A quién sigo castigando? ¿O amando?
• ¿Es esto lo que deseo?
• ¿Por qué necesito ponerme en este estado?
• ¿Qué creencia mía causa toda esta frustración?
• ¿Qué es lo que doy que produce en los demás la necesidad de irritarme?
En otras palabras, ¿por qué crees que para salirte con la tuya tienes que enfadarte? No quiero decir con esto que no haya injusticias o que no tengas derecho a enfadarte. Sin embargo la rabia habitual no es buena para tu cuerpo, porque se queda alojada allí. Fíjate en qué centras tu atención la mayor parte del tiempo. Siéntate frente al espejo durante diez minutos y mírate. « ¿Quién eres?», pregúntate. « ¿Qué es lo que deseas?» ¿Qué es lo que te hace feliz?» « ¿Qué puedo hacer para hacerme feliz?» Ha llegado el momento de hacer algo diferente. Crea dentro de ti un espacio nuevo y llénalo de hábitos amables, optimistas y alegres.
Muchas personas suelen enfadarse cuando conducen. Expresan así sus frustraciones contra los malos conductores que se encuentran por el camino. Hace bastante tiempo comprendí la realidad de que lo iba a pasar mal debido a la incapacidad de otras personas para seguir las normas de tráfico. De modo que la forma que tengo de conducir es: primero pongo amor en el coche al subirme a él, y en seguida afirmó y sé que siempre voy a ir rodeada por conductores maravillosos, competentes y felices, que todas las personas que me rodean son buenos conductores. Debido a mis creencias y afirmaciones rara vez me toca algún mal conductor cerca. Los malos conductores suelen estar lejos, molestando a aquel que va agitando el puño y chillando.
Tu coche es una prolongación tuya, del mismo modo que todo y todos son prolongaciones tuyas; por lo tanto, pon amor en tu coche y envía tu amor a todas las personas que te rodean en las calles y en las carreteras. Las partes del coche, pienso yo, son similares a las partes de nuestro cuerpo. Por ejemplo, una compañera de trabajo encontraba que «no tenía visibilidad», no veía hacia dónde iba su vida ni adónde deseaba ir ella. Una mañana se levantó y se encontró con que el parabrisas de su coche estaba roto. Un conocido mío consideraba que estaba «atascado» en su vida. Ni avanzaba ni retrocedía, sencillamente estaba parado. Tuvo un pinchazo en el neumático y no pudo continuar su camino. Sé que esto puede parecer tonto al principio, pero encuentro fascinante la terminología automovilística que emplearon para referirse al estado mental en que se encontraban. No tener visibilidad significa que no ves nada hacia adelante. El parabrisas es una metáfora perfecta, así como un neumático pinchado es un ejemplo perfecto del hecho de quedarse «atascado». La próxima vez que le suceda algo a tu coche, piensa qué te parece que representa la parte estropeada y ve si puedes hacer una conexión con tu estado de ánimo o tus sentimientos en ese momento concreto. Puede que te sorprenda el resultado.
Hubo una época en que no se comprendía la relación cuerpo-mente. Ha llegado la hora de que ensanchemos aún más nuestro pensamiento y comprendamos la relación máquina-mente.
Toda situación en la vida es una experiencia educativa y se puede manejar para que nos funcione.
No hay nada nuevo ni especial respecto a la rabia. Nadie escapa a su experiencia. El secreto está en identificarla por lo que es y en llevar esa energía en una dirección más sana. Si te pones enfermo, no te enfades por ello. En lugar de meter rabia en tu cuerpo, llénalo de amor y perdónate. Las personas que se dedican a cuidar a los enfermos podrían acordarse de cuidarse ellas también. Si no lo hacen, no serán de ninguna utilidad ni para sí mismas ni para sus amigos y familiares. Se quemarán. Es preciso que hagan algo para dejar salir sus sentimientos también. Una vez que se aprende a manejar la rabia de forma positiva, que aporte beneficios, se descubren maravillosos cambios que van mejorando la calidad de la vida.
El resentimiento es rabia que se lleva enterrada durante mucho tiempo. El principal problema del resentimiento es que se aloja en el cuerpo, generalmente siempre en el mismo sitio, y llegado un momento comienza a carcomer los tejidos. Muchas veces se convierte en tumores y cánceres. Por lo tanto, reprimir la rabia y dejar que se instale en el cuerpo no conduce a una buena salud. Lo repito nuevamente, es hora de dejar salir esos sentimientos.
Muchos nos hemos criado en hogares donde no estaba permitido enfadarse. A las mujeres sobre todo se nos enseñó que enfadarse era algo malo. La rabia no era aceptable; sólo a una persona, normalmente el padre o la madre, se le permitía expresarla. Ahora podemos comprender que somos nosotros los que nos aferramos a ella. Nadie más tiene nada que ver.
Una ostra coge un granito de arena y lo va cubriendo de carbonato de calcio hasta que el granito se transforma en una hermosa perla. De igual modo, nosotros cogemos nuestras heridas emocionales y las vamos alimentando mediante lo que yo llamo pasar la vieja película una y otra vez en nuestra mente. Si queremos vernos libres de esas viejas heridas, si deseamos superarlas, es el momento entonces de dejarlas atrás y continuar avanzando.
Uno de los motivos de que las mujeres desarrollen quistes y tumores en el útero es lo que yo llamo el síndrome de «él me hizo daño». Los órganos genitales representan en el hombre la parte más masculina del cuerpo, el principio masculino, y en la mujer la parte más femenina, el principio femenino. Cuando una persona pasa por una crisis emocional en sus relaciones, la lleva a una de esas zonas. Las mujeres en general la llevan a sus órganos femeninos, a su parte más femenina, y allí la van nutriendo hasta que se transforma en un quiste o un tumor.
Es posible que nos dé muchísimo trabajo disolver el resentimiento, ya que está enterrado muy hondo dentro de nosotros. Me llegó una carta de una mujer que estaba trabajando en su tercer tumor canceroso. Aún no había disuelto su resentimiento y continuaba creando nuevos tumores en su cuerpo. Yo noté que se sentía muy justificada en su amargura. Le era más fácil que el médico le quitara el último tumor que trabajar en el perdón. Lo mejor habría sido que hubiera podido hacer ambas cosas. Los médicos son muy buenos para quitar tumores, pero nosotros podemos hacerlos reaparecer.
A veces preferimos morir antes que cambiar un hábito. Y nos morimos. He visto que muchas personas prefieren morir a cambiar un hábito alimentario Y se mueren. Esto es bastante terrible cuando le sucede a un ser querido y nos damos cuenta de las opciones alternativas que podría haber tomado. Sea cual sea la elección que hagamos, siempre será la correcta para nosotros, y no hay nada de qué culparse, incluso en el caso de que abandonemos el planeta. Todos dejaremos el planeta tarde o temprano, y encontraremos la forma de hacerlo en el momento oportuno para nosotros.
No nos culpemos por fracasar o por hacer mal las cosas. No nos sintamos culpables. No hay ninguna culpa. Nadie hace mal nada. Todos hacemos las cosas lo mejor que podemos con el entendimiento y la información de que disponemos. Todos tenemos nuestro Poder interior, recuérdalo, y hemos venido aquí a aprender ciertas enseñanzas. Nuestro Yo Superior conoce nuestro destino y sabe lo que necesitamos aprender para progresar en nuestro proceso evolutivo.
No hay ningún modo equivocado o malo de hacer las cosas, simplemente «hay». Todos estamos embarcados en un viaje infinito por la eternidad, y tenemos una vida tras otra. Lo que no resolvemos en una vida lo resolveremos en alguna otra.
Los sentimientos reprimidos llevan a la depresión
La depresión es la rabia vuelta hacia dentro. Es también la rabia que pensamos que no tenemos derecho a sentir. Por ejemplo, es posible que consideres que no está bien sentir rabia contra tu padre o tu madre, o contra tu pareja o tu mejor amigo. Sin embargo la sientes, y además te sientes atascado por ello. Esa rabia se transforma en depresión. Actualmente hay muchísimas personas que sufren de depresión, incluso de depresión crónica. Cuando se llega a este extremo es muy difícil salir de ella. La persona se siente tan inútil, tan desesperada, que le cuesta un enorme esfuerzo hacer cualquier cosa. Por muy espiritual que seas, tienes que fregar los platos de vez en cuando, No se pueden dejar los platos sucios amontonándose en el fregadero con la excusa: «Ah, es que yo soy metafísico». Lo mismo ocurre con los sentimientos: si quieres tener una mente que discurra libremente, deberás lavar tus platos sucios mentales.
Una de las mejores formas de hacerlo es darse permiso para expresar parte de la rabia, y así reducir un poco la depresión. Actualmente hay terapeutas que se especializan en liberar la rabia. Una o dos sesiones con alguno de ellos te serán de gran utilidad.
Personalmente creo que todos necesitamos golpear la cama una vez a la semana, con o sin rabia. Hay algunas terapias que animan a entrar adentro de la propia rabia; yo pienso, sin embargo, que de este modo te sumerges en la rabia durante demasiado tiempo. Como cualquier emoción que aflora, la rabia dura sólo unos minutos. Los bebés entran y salen de sus emociones con mucha rapidez. Es nuestra reacción ante la emoción lo que nos hace aferrarnos a ella y reprimirla. Elizabeth Kübler-Ross emplea un maravilloso ejercicio en sus seminarios; ella lo llama «exteriorización». Hace que los participantes agarren un trozo de manguera de goma y golpeen con ella unos cuantos listines de teléfono viejos una y otra vez, dejando emerger todo tipo de emociones. Cuando liberamos la rabia, es normal que nos sintamos un poco avergonzados, sobre todo si expresarla va contra nuestro código familiar. La primera vez que lo hagas te sentirás violento, pero una vez te acostumbres, hasta puede ser divertido, y en todo caso es muy poderoso. Dios no te va a odiar por enfadarte. Una vez que hayas liberado parte de esa vieja rabia, serás capaz de mirar tu situación bajo una nueva luz y de encontrar soluciones.
Otra cosa que sugeriría a una persona deprimida es que trabaje con un buen dietista para limpiar su dieta. Es sorprendente el efecto beneficioso que esto tiene en la mente. Las personas deprimidas suelen comer muy mal, lo cual aumenta el problema. Todos necesitamos que los alimentos que tomamos sean buenos para nuestro cuerpo. Además, muchas veces nos encontramos con que hay un desequilibrio químico en el cuerpo que se agrava aún más por la ingestión de algún tipo de medicamento.
Otro maravilloso tratamiento para liberar sentimientos es la terapia del renacimiento, porque va más allá del intelecto. Si nunca has hecho una sesión de renacimiento, te recomiendo que lo pruebes. Ha ayudado enormemente a muchas personas. Es una modalidad de respiración que te ayuda a conectar con problemas pasados de modo que los puedas liberar de forma positiva. Existen diversas terapias holísticas que te pueden ayudar. Una determinada terapia puede ser buena para algunas personas y no para otras. La única manera de descubrir cuál es la que nos va mejor es probar diferentes posibilidades. La sección de autoayuda de las librerías es un excelente lugar para informarse sobre las distintas alternativas. Las tiendas de alimentos dietéticos suelen tener información sobre reuniones y clases. Cuando el discípulo está dispuesto, aparece el maestro.
El temor se ha extendido por el mundo. Lo vemos y lo escuchamos cada día en los noticieros de la televisión. Está presente en forma de guerras, asesinatos, codicia y mucho más. El temor es falta de confianza en nosotros mismos. Debido a eso no confiamos en la Vida. No confiamos en que estamos protegidos en un plano superior, de modo que necesitamos controlarlo todo en el plano físico, Es lógico, pues, que sintamos miedo porque no podemos controlarlo todo en nuestra vida.
Cuando deseamos superar nuestros temores aprendemos a confiar. Esto se llama dar «el salto de fe»: confiar en el Poder interior que está conectado con la Inteligencia Universal. Confiar en lo que es invisible en lugar de confiar únicamente en el mundo físico y material. No quiero decir que nos quedemos cruzados de brazos sin hacer nada, sino simplemente que si confiamos vamos a pasar por la vida con mucha más facilidad. ¿Recuerdas lo que dije anteriormente? Yo creo que todo lo que necesito saber se me revela. Confío en que se me cuida y se me protege, aun cuando no tenga el control físico de todo lo que sucede a mí alrededor. Cuando surge un pensamiento de temor, en realidad lo que intenta es protegerte. Te sugiero que le digas: «Sé que quieres protegerme y aprecio tu deseo de ayudarme. Gracias». Reconoce que el pensamiento de temor está ahí para cuidar de ti. Cuando tienes un susto de tipo físico, tu cuerpo bombea adrenalina para protegerte del peligro. Lo mismo sucede con el temor que fabricamos en la mente.
Observa tus miedos e identifícalos. Ellos no son tú. Piensa en el miedo de la misma forma en que piensas en una película: lo que ves en la pantalla no está ahí en realidad. Las imágenes que se mueven son solamente trozos de celuloide que cambian y desaparecen con rapidez. Nuestros temores vienen y van con la misma rapidez que esas imágenes, a no ser que insistamos en aferrarnos a ellos.
El temor es una limitación de nuestra mente. La gente tiene muchísimo miedo de ponerse enferma, de quedarse sin casa o de cualquier otra cosa. La rabia es el temor que se convierte en mecanismo de defensa. Trata de protegerte, y, no obstante, te sería muchísimo más provechoso hacer afirmaciones para dejar de recrear situaciones terribles en tu mente en el intento de amarte a través del temor. Nada nos viene de fuera. Estamos en el centro de todo lo que sucede en nuestra vida. Todo está en nuestro interior: toda experiencia, toda relación, es el reflejo de una pauta mental que tenemos dentro.
El temor es lo contrario del amor. Cuanto más dispuestos estamos a amarnos y a confiar en nosotros mismos, más atraemos esas cualidades hacia nosotros. Cuando pasamos por una racha de verdadero miedo, inquietud o preocupación, O no nos sentimos a gusto con nosotros mismos, ¿no es sorprendente cómo todo va mal en nuestra vida? Una cosa tras otra. Parece la historia de nunca acabar. Bien, pues, lo mismo pasa cuando nos amamos verdaderamente. Todo comienza a ir por la senda del triunfo, «las luces se nos ponen verdes» y encontramos «sitios para estacionar». Todas esas cosas que hacen tan agradable la vida, las pequeñas y las grandes. Nos levantamos por la mañana y el día se despliega bellamente.
Ámate para que puedas cuidar de ti mismo. Haz todo lo que puedas para fortalecer tu corazón, tu cuerpo y tu mente. Vuélvete hacia tu Poder interior. Busca una buena conexión espiritual y esfuérzate por mantenerla. Si te sientes amenazado o asustado, respira conscientemente. Con frecuencia retenemos el aliento cuando estamos asustados. Respira hondo unas cuantas veces. La respiración abre el espacio interior que es tu poder, fortalece la columna vertebral, abre la caja torácica y deja al corazón más espacio para dilatarse. Al respirar empieza a echar abajo barreras y a abrirte. Di: «Soy uno con el Poder que me ha creado. Estoy seguro y a salvo. Todo está bien en mi mundo».
La limpieza de las adicciones
Las adicciones son formas que tenemos de enmascarar nuestros temores: suprimen las emociones para que no sintamos. Hay muchos tipos de adicciones además de las químicas. También están las que yo llamo «adicciones a pautas», a esos hábitos que adoptamos para evitar estar presentes en nuestra vida. Cuando no queremos afrontar lo que tenemos delante, o cuando no deseamos estar donde estamos, echamos mano de una pauta o hábito que nos mantiene desconectados de nuestra vida. Para algunas personas puede ser una adicción a la comida o a algún producto químico. Puede que haya una disposición genética al alcoholismo, pero la opción de seguir enfermo es siempre individual. Muchas veces, cuando hablamos de que algo es hereditario, se trata en realidad de la aceptación por parte del niño pequeño de la forma de afrontar el temor que empleaban su padre o su madre. Para otras personas, están las adicciones emocionales. Se puede ser adicto a encontrar defectos en la gente. Pase lo que pase, siempre se encuentra a alguien a quien echarle la culpa: «La culpa es suya, ellos me hicieron esto».
Hay adictos a las facturas. Muchas personas son adictas a endeudarse; hacen todo lo posible por estar siempre llenas de deudas. Y por lo visto, esto no tiene nada que ver con la cantidad de dinero de que dispongan. También hay personas adictas al rechazo. Dondequiera que vayan atraen a gente que las rechaza. Encuentran rechazo por todas partes. Sin embargo, el rechazo del exterior es un reflejo de su propio rechazo. Si estas personas no se rechazaran, nadie las rechazaría, y aunque lo hicieran, ciertamente a ellas no les importaría. Si éste es tu caso, pregúntate: « ¿Qué es lo que no acepto de mí?».
Hay muchísimas personas adictas a la enfermedad. Siempre están enfermas o preocupadas por el temor de enfermar. Es como si pertenecieran al Club de la Enfermedad del Mes.
Si has de ser adicto a algo, ¿por qué no lo eres a amarte a ti mismo? Podrías ser adicto a hacer afirmaciones positivas o a llevar a cabo cosas que te apoyen y te alienten.
La necesidad compulsiva de comer en exceso
Recibo muchísimas cartas de personas que tienen problema de exceso de peso. Siguen una dieta para adelgazar durante dos o tres semanas y la dejan. Entonces se sienten culpables por haberla abandonado. En lugar de apreciar que hicieron cuanto pudieron, se enfadan consigo mismas y se sienten agobiadas por la culpa. Para castigarse, pues la culpa siempre busca castigo, van a restaurantes y comen alimentos que no son buenos para su cuerpo. Si estas personas lograran reconocer que durante esas dos o tres semanas que siguieron un determinado régimen hicieron algo maravilloso para su cuerpo, y dejaran de cubrirse con capas y más capas de culpa, podrían romper el hábito. Podrían comenzar a decir: «Yo tenía un problema de peso; ahora me doy permiso para tener el peso perfecto para mí», y el hábito de comer en exceso empezaría a marcharse. Sin embargo, no es necesario concentrarse demasiado en el problema de la comida porque no es ahí donde está el verdadero problema.
El hecho de comer en exceso siempre significa que hay una necesidad de protección. Cuando uno se siente inseguro o asustado, se cubre de una almohadilla o capa de seguridad. El peso no tiene nada que ver con la comida. La mayor parte de la gente se pasa la vida enfadada consigo misma por estar gorda. ¡Qué desperdicio de energía! Lo que hay que comprender, más bien, es que hay algo en nuestra vida que nos hace sentir inseguros o en peligro. Puede tratarse del trabajo, el cónyuge, la propia sexualidad o la vida en general. Si tienes un problema de exceso de peso, déjalo a un lado, no te preocupes por la comida y presta atención a esa pauta interior que dice:
«Necesito protección porque me siento inseguro».
Es asombrosa la forma en que responden nuestras células a estas pautas. Cuando desaparece la necesidad de protección, cuando comenzamos a sentirnos seguros, la grasa se diluye. Lo he observado en mi propia vida: cuando no me siento segura y a salvo, comienzo a engordar. Cuando mi vida transcurre muy acelerada, y trabajo demasiado y me siento desbordada, experimento una necesidad de protección, una necesidad de seguridad. Entonces digo: «De acuerdo, ya es hora de que trabajes para sentirte seguro. Quiero que sepas de verdad que estás a salvo, que todo va bien y que puedes hacer lo que quieras, estar donde quieras y tener todo lo que está sucediendo ahora mismo. Estás a salvo y yo te amo».
El peso es sólo el efecto exterior del miedo que hay dentro. Cuando te mires en el espejo y veas a esa persona gorda que te contempla, recuerda que estás viendo el resultado de tu antigua forma de pensar. Cuando empieces a cambiar de pensamientos, habrás plantado la semilla de lo que se convertirá en realidad para ti. Lo que elijas pensar hoy creará la nueva figura que tendrás mañana. Uno de los mejores libros sobre cómo liberar peso es el de Sondra Ray titulado The Only Diet There Is [La única dieta que hay]. La dieta a la que se refiere este libro es la de abstenerse de pensamientos negativos. La autora enseña cómo hacerlo, paso a paso.
Cuando nos criamos en una familia con problemas o que no funciona bien, aprendemos a hacer lo posible por evitar conflictos, y esto tiene como consecuencia la negación de nuestros sentimientos. Suele sucedemos que no confiamos en que los demás puedan satisfacer nuestras necesidades, de modo que ni siquiera pedimos ayuda. Estamos convencidos de que hemos de ser lo suficientemente fuertes para arreglárnoslas solos. El único problema es que nos desconectamos de nuestros propios sentimientos, que son la base de nuestra relación con nosotros mismos, con los demás y con el mundo que nos rodea; son los indicadores de lo que marcha o no marcha en nuestra vida. Aislarlos y desconectarlos sólo nos lleva a problemas más complicados y a enfermedades físicas. Lo que se puede sentir se puede sanar. Si no te permites sentir lo que pasa en tu interior, no sabrás por dónde comenzar el proceso de curación. Por lo visto muchos de nosotros vamos por la vida sintiéndonos constantemente culpables, envidiosos, asustados o tristes. Nos creamos hábitos que nos mantienen repitiendo sin cesar las mismas experiencias que afirmamos que no queremos tener. Si te pasas la vida enfadado, triste, temeroso o celoso, y no conectas con la causa subyacente en tus sentimientos, continuarás creando más rabia, tristeza, temor, etcétera. Cuando dejamos de sentirnos víctimas, somos capaces de recuperar nuestro poder. Tenemos que estar dispuestos a aprender la lección para que el problema desaparezca. Si confiamos en el proceso de la vida y en nuestra conexión espiritual con el Universo, podremos disolver nuestros enfados y temores tan pronto como aparecen. Ciertamente podemos confiar en la vida y saber que todo sucede dentro del correcto orden divino y en el momento y el lugar perfectos.
Más allá del dolor
Somos muchísimo más que nuestro cuerpo y nuestra personalidad. El espíritu interior es siempre hermoso y digno de amor, por mucho que pueda cambiar nuestra apariencia externa.
El dolor de la muerte
Es fabuloso ser positivo. También es fabuloso reconocer lo que se siente. La Naturaleza nos ha dado sentimientos para pasar por ciertas experiencias; negarlos causa más dolor. La muerte no es un fracaso, recuérdalo. Todos morimos, la muerte forma parte del proceso de la vida.
Cuando muere un ser querido, el proceso de aflicción dura como mínimo un año.
Por lo tanto, tómate ese tiempo. Es muy difícil pasar por todos esos días de fiesta, las diferentes estaciones, las fechas especiales: los cumpleaños, el aniversario de boda, Navidad, etcétera, de modo que sé muy cariñoso contigo mismo y date permiso para afligirte y llorar. No hay ninguna regla para hacerlo, no te impongas ninguna. También es correcto enfadarse y ponerse histérico cuando alguien se muere. No se puede simular que no duele. Es necesario dar salida a los sentimientos. Permítete llorar. Mírate al espejo y gime: «No es justo», o lo que sea que sientas. Déjalo salir, lo repito; de lo contrario, te crearás problemas en tu cuerpo. Cuida de ti mismo lo mejor posible; ya sé que no es fácil, pero hazlo.
Cuando murió mi madre. Pensé que era el final natural de su ciclo de noventa años. Aunque sentí su muerte y lloré, no sentí la rabia y el furor que provocan la injusticia y la importunidad de la muerte de una persona joven. Las guerras y las epidemias producen una enorme frustración por su aparente injusticia. Aunque el desahogo de la aflicción lleva su tiempo, a veces uno se siente como si estuviera en un pozo sin fondo. Si continúas con tu aflicción pasados unos años, eso quiere decir que te estás revolcando en ella. Es necesario que perdones y liberes a la otra persona, así como a ti mismo. Es bueno recordar que no perdemos a nadie cuando muere alguien, puesto que esa persona jamás nos perteneció.
Si te resulta muy difícil superarlo, puedes hacer varias cosas. Antes que nada, te sugiero que medites en la persona que se ha ido. Fuera lo que fuese que esta persona creyera o hiciera cuando estaba viva, en el momento en que deja el planeta, se levanta un velo y ella ve la vida con mucha claridad y nitidez. De modo que las personas que han muerto ya no tienen los temores ni las creencias que tenían cuando estaban aquí. Si estás sufriendo mucho por la muerte de un ser querido, probablemente te dirá que no te preocupes porque todo está bien. En tu meditación pídele que te ayude a pasar este período, y dile que le amas.
No te juzgues por no haber estado con esa persona o no haber hecho lo suficiente por ella cuando estaba viva. Eso sólo aumenta la culpa y la pena. Algunas personas utilizan el tiempo de duelo como excusa para no continuar con su propia vida..., y a veces les gustaría dejar el planeta también. La muerte de alguien a quien conocemos y amamos puede, asimismo, hacer aflorar nuestro propio miedo a la muerte. Emplea el tiempo de duelo en hacer tu trabajo interior para liberar cosas que tienes dentro. La muerte de un ser querido hace aflorar mucha tristeza. Permítete sentirla. Necesitas llegar a un punto en donde te sientas lo suficientemente seguro para dejar aparecer viejos dolores. Si te permites dos o tres días de llanto, desaparecerá parte de tu tristeza y tu sentimiento de culpa. Si lo necesitas, busca un buen terapeuta o un grupo que te ayude a sentirte lo suficientemente a salvo para poder sacar fuera esas emociones.
Otra sugerencia es hacer afirmaciones como: «Te amo y te dejo libre. Tú estás libre y yo estoy libre».
Comprender nuestro dolor
Muchas personas viven cotidianamente con un dolor continuo. Puede tratarse de una parte pequeña y sin trascendencia en su vida, o puede constituir una parte importante e insoportable de ella. Pero, ¿qué es el dolor? Muchos estamos de acuerdo en que es algo de lo que nos gustaría vernos libres. Veamos qué podemos aprender de él. ¿De dónde procede? ¿Qué trata de decirnos?
El diccionario define el dolor como «una sensación desagradable o molesta debida a un daño o trastorno corporal». Otra definición es «sufrimiento o tormento mental o emocional». Ya que el dolor es una manifestación de mal-estar mental y físico, es evidente que tanto la mente como el cuerpo son susceptibles de sufrirlo.
El dolor nos llega de muchas formas: un arañazo, un chichón, una magulladura; malestar, dormir mal, una amenaza, un nudo en el estómago; una sensación de entumecimiento en el brazo o la pierna... A veces duele mucho, a veces sólo un poco, pero lo sentimos, sabemos que está ahí. En la mayoría de los casos el dolor intenta decirnos algo. A veces, el mensaje es evidente, muy claro. La acidez de estómago que se experimenta los días laborables pero no los fines de semana puede ser indicio de que necesitamos cambiar de trabajo. Muchos conocemos muy bien el significado del dolor que se sufre después de una noche en que hemos bebido en exceso.
Sea cual fuere el mensaje, debemos recordar que el cuerpo humano es una maquinaria maravillosamente construida. Cuando hay problemas nos informa de ello, pero sólo si estamos dispuestos a escuchar. Por desgracia, muchas personas no se toman el tiempo necesario para escuchar a su cuerpo. En realidad, el dolor es el último recurso del cuerpo para decirnos que algo va mal en nuestra vida. Nos hemos despistado o perdido en algún lugar. Le hagamos lo que le hagamos, el cuerpo siempre anhela una salud óptima. Pero si lo maltratamos, contribuimos a nuestra enfermedad o malestar.
¿Qué hacemos cuando sentimos la primera sensación de dolor? Generalmente corremos al botiquín o a la farmacia y nos tomamos una píldora o una cápsula. Lo que le decimos así al cuerpo es: «Calla, no deseo escucharte». Entonces él se callará durante un tiempo, y después volverán los dolores, esta vez algo más fuertes. Entonces tal vez vayamos al médico para que nos recete algo: pastillas, inyecciones o cualquier otra cosa. En algún momento tenemos que prestar atención a nuestro cuerpo para ver qué pasa, porque muy bien podría ser que tuviéramos alguna enfermedad ya avanzada. Incluso en este caso, muchas personas prefieren seguir con el papel de víctimas y se resisten a escuchar. Otras abren los ojos a lo que sucede y se muestran dispuestas a hacer cambios. Todo está bien. Cada cual aprende de diferente manera.
Las respuestas pueden ser tan sencillas como procurarse una buena noche de sueño, o no salir siete noches por semana, o no excederse en el trabajo. Permítete escuchar a tu cuerpo porque él sí desea ponerse bien. Tu cuerpo quiere estar sano, y tú puedes colaborar con él.
Cuando siento un dolor o una molestia, me quedo en silencio. Sé que mi Poder Superior me hará saber qué necesito cambiar en mi vida para estar libre de enfermedades. En estos momentos de silencio imagino o visualizo los escenarios naturales más perfectos, con mis flores preferidas, que me rodean en abundancia. Puedo sentir y oler la dulce y tibia brisa que sopla y roza mi cara. Me concentro en relajar todos los músculos de mi cuerpo. Cuando noto que he llegado a un estado de relajación total, sencillamente le pregunto a mi Sabiduría Interior: « ¿De qué forma estoy contribuyendo a este problema? ¿Qué es lo que necesito saber? ¿Qué aspectos de mi vida necesitan un cambio?». Entonces dejo que me lleguen las respuestas. Es posible que no lleguen en este mismo momento, pero sé que pronto se me revelarán. Sé que cualesquiera sean los cambios necesarios, serán los correctos para mí y que estaré completamente a salvo sea lo que sea que se despliegue ante mí.
A veces uno se pregunta cómo va a realizar tales cambios. « ¿Cómo voy a vivir? ¿Qué pasará con mis hijos? ¿Cómo voy a pagar mis deudas?» Lo repito, confía en que tu Poder Superior te va a enseñar los medios para vivir una vida llena de abundancia y libre de dolor.
También te sugiero que efectúes los cambios paso a paso. Lao-Tse dijo: «El viaje más largo comienza con un paso». Un pasito más otro pueden significar progresos importantes. Una vez que comiences a llevar a cabo tus cambios, recuerda por favor que el dolor no desaparece de la noche a la mañana, aunque bien podría ser que sí. Ha llevado su tiempo que aflorara a la superficie, por lo tanto es posible que también lleve su tiempo darse cuenta de que ya no se lo necesita. Sé amable contigo mismo.
No midas tus progresos por los de otra persona. Eres único y tienes tu propia manera de manejar la vida. Deposita tu confianza en tu Yo Superior para librarte de todo dolor físico o emocional.
« ¿Prefieres tener razón o ser feliz?», suelo preguntar a mis clientes. Todos tenemos opiniones sobre quién tiene razón y quién está equivocado, según nuestra propia forma de entender las cosas; y todos podemos encontrar razones que justifiquen nuestra opinión y nuestros sentimientos. Deseamos castigar a otras personas por lo que nos han hecho. Sin embargo, somos nosotros quienes «pasamos la película» una y otra vez en nuestra mente. Es tonto castigarnos ahora por el daño que alguien nos hizo en el pasado.
Para liberar y dejar atrás el pasado es preciso estar dispuestos a perdonar, aun cuando no sepamos cómo hacerlo. Perdonar significa renunciar a nuestros sentimientos dolorosos y sencillamente dejar que lo que los provocó se marche. Un estado de no perdón efectivamente destruye algo dentro de nosotros.
Sea cual fuere la senda espiritual que sigues, lo normal es que descubras que el perdón es un asunto importantísimo en cualquier momento, pero sobre todo cuando hay una enfermedad Cuando estamos enfermos es preciso que observemos lo que nos rodea y veamos qué necesitamos perdonar Generalmente sucede que aquella persona a la que pensamos que jamás vamos a perdonar es precisamente la que más necesitamos perdonar. No perdonar a una persona no le causa el menor daño a ella, pero a nosotros nos provoca estragos. El problema no es de ella. El problema es nuestro. Los rencores y heridas que nos duelen tienen mucho que ver con perdonamos a nosotros mismos, no a otra persona.
Afirma que estás totalmente dispuesto a perdonarte: «Estoy dispuesto a liberarme del pasado. Estoy dispuesto a perdonar a todos aquellos que alguna vez me hicieron daño, y me perdono por haber dañado a otros». Si piensas en alguien que te hizo daño en algún momento de tu vida, bendice a esa persona con amor y libérala. Después, desecha el pensamiento. Yo no estaría aquí ahora si no hubiera perdonado a las personas que me hicieron daño. No deseo castigarme en el presente por lo que ellas me hicieron en el pasado. No quiero decir que lograrlo haya sido fácil. Sólo que ahora puedo mirar hacia atrás y decir: «Ah, sí, eso es algo que su cedió» Pero ya no vivo allí. Y no es lo mismo que justificar o excusar su comportamiento.
Si te sientes estafado o timado por alguien, has de saber que nadie puede quitarte nada que sea tuyo por derecho. Si te pertenece, volverá a ti en el momento oportuno. Si algo no retorna, eso quiere decir que no había de volver. Acéptalo y continúa con tu vida.
Para ser libre es preciso abandonar el resentimiento «que clama justicia» y superar los sentimientos de autocompasión. Cuando sufres un ataque de autocompasión, te conviertes en esa persona desamparada que no tiene ningún poder. Para tener poder es preciso estar con los pies apoyados en el suelo y asumir la responsabilidad.
Tómate un momento, cierra los ojos e imagínate un hermoso riachuelo que pasa junto a ti. Coge la vieja experiencia dolorosa, la herida, la falta de perdón, y lánzalo todo al riachuelo. Observa cómo comienza a disolverse avanzando río abajo hasta que se disipa y desaparece totalmente. Haz esto lo más a menudo que puedas. Ha llegado el momento de la compasión y la curación. Entra en tu interior y comnícate con esa parte tuya que sabe curar. Eres increíblemente— competente. Estás dispuesto a avanzar hacia nuevos plano para descubrir aptitudes de las cuales ni siquiera tenías conciencia, no sólo para curar la enfermedad o mal-estar, sino también para sanarte a ti mismo en todos los aspectos posibles, para hacerte íntegro en el sentido más profunda de la palabra, para aceptar cada parte de ti mismo y cada experiencia que hayas tenido, y para saber que todo esto forma parte de la trama de tu vida en estos momentos.
Me encanta el Libro de Emmanuel. Hay un párrafo que contiene un buen mensaje:
— ¿Cómo se experimentan circunstancias dolorosas sin amargarse por ellas? —le preguntan a Emmanuel.
—Tomándolas como enseñanzas y no como castigos.
—Contesta Emmanuel— Confiad en la vida, amigos míos. Por muy lejos que os parezca que os lleva, ese viaje es necesario. Habéis venido a cruzar un amplio terreno de experiencia con el fin de verificar dónde está la verdad y dónde está vuestra tergiversación de la verdad. Entonces seréis capaces de volver a vuestro hogar, a vuestro yo espiritual, renovados y más sabios.
Ojalá pudiéramos comprender que todos nuestros supuestos problemas son sólo oportunidades para que crezcamos y cambiemos, y que la mayoría de ellos proceden de las vibraciones que hemos estado emitiendo. Lo único que podemos hacer es cambiar nuestra forma de pensar, y estar dispuestos a disolver el rencor y a perdonar. Esto en una filosofía que puedes tomar para…… ¡Vivir con Pasión¡
Extraído:
https://www.concienciadeser.es/oraculo/autoestima/cap.101-200/114.html