martes

Primer Paso del Perdón: Reconoce el miedo








Comenzamos este viaje juntos reconociendo el miedo, la tristeza, el dolor, la herida, la envidia, la ira, los sentimientos de separación. No tratamos de justificar estos sentimientos, ni tampoco los condenamos. Simplemente nos permitimos a nosotros mismos ser conscientes de que están ahí. El proceso siguiente puede ayudarnos a estar con nuestros sentimientos sin alejarnos de ellos (negarlos) ni exteriorizarlos (proyectarlos).


Reconocemos el sentimiento.

No justificamos ni condenamos lo que estamos sintiendo.

Aceptamos el sentimiento y nos damos permiso para experimentarlo.

Permitimos que nos hable.

Honramos el sentimiento y lo consideramos una comunicación interna.

Nos responsabilizarnos del sentimiento, por ejemplo: «Me siento herido, iracundo, triste, etc».

Rechazamos la tendencia a responsabilizar a otra persona de lo que sentimos. Nos quedamos con el sentimiento.

Nos negamos a intelectualizarlo. No es importante saber por qué nos sentimos así.

Mientras estamos con el sentimiento, tomamos conciencia de que en este momento no estamos siendo muy amorosos, ni hacia nosotros mismos ni hacia los demás.

Dejamos que este mensaje cale hondo, y nos quedamos con el sentimiento hasta que empiece a cambiar.

Es importante darse cuenta de que cada sentimiento negativo surge de la percepción de una falta de amor. En último término, ese amor debe venir de dentro. Por eso no queremos mirar fuera de nosotros.
No queremos alejarnos del sentimiento, sino entrar plenamente en él. Queremos afrontar el hecho de que queremos amor, y no nos sentimos amados ni amorosos. Queremos estar con ese vacío, con esa aparente carencia. Estar con ese vacío nos ayuda a situarnos detrás de él. Nos ayuda a entenderlo. Ahí es donde encontramos el amor que pensábamos que nos faltaba.

La fuente del amor no está en la superficie. Está en lo profundo del corazón, tan profundo como nuestro sufrimiento. La Madre Divina se esconde en el pozo negro. Tenemos que entrar en ese pozo para encontrarla. Tenemos que atravesar nuestro miedo, nuestra ira y nuestra vergüenza para sentir su amor incondicional. Este es nuestro descenso. Es la primera mitad de nuestro viaje. No podemos abrazar el amor hasta que aprendamos a estar con nuestro miedo y nuestros sentimientos de separación. Tenemos que hacer las paces con nuestras emociones.

Pretender no estar molestos cuando estamos molestos es un sinsentido. Y sin embargo, lo hacemos todo el tiempo.

«No estoy molesto». (Negación).

«Eres tú quien está molesto». (Proyección).

¿Por qué me resulta tan difícil admitir ante mí mismo o ante ti que estoy molesto, que en este momento el miedo me abruma? ¿Creo que soy el único que tiene esta experiencia?
Parece que eso es lo que pienso. Parece que eso es lo que tú piensas. Parece ser que ambos estamos tratando de impresionarnos mutuamente, cuando lo que en realidad necesitamos es un buen abrazo.

Uno de nosotros tiene que tener las agallas de decir: «Vaya, ahora mismo tengo mucho miedo». Y el otro probablemente dirá: «Yo también».

Pero temo que me diga: «Ya te lo dije, estúpido; todo es culpa tuya», y por eso no expreso lo que siento.
De modo que siempre es difícil liberarse mutuamente de la negación. La ilusión se construye a partir de la negación. Es un cimiento establecido sobre arenas movedizas. Empieza por una simple percepción errónea y acaba con otra percepción más compleja.

En cuanto hay un único ataque, todos los demás le siguen, y cada persona justifica su ataque como una defensa. La torre de Babel está hecha de suposiciones basadas en el miedo.

Así que estamos de acuerdo en sentir el miedo, porque es en la negación de nuestro miedo donde echa raíces cualquier ilusión. Todas las desigualdades del mundo surgen de esta negación en nuestras mentes.
Cuando sentimos nuestro miedo y lo reconocemos es cuando experimentamos la igualdad con todos nuestros hermanos y hermanas. Es un momento en el que todos nosotros somos inocentes, todos somos libres de elegir, todos nos damos apoyo mutuo. Ese momento viene a nosotros continuamente. Entendemos que cada elección es una elección entre el amor y el miedo, pero no podemos empezar a acceder al amor hasta que reconocemos nuestro miedo.

Como verás, a medida que vayas dando los pasos que se proponen en este libro, el equilibrio empezará a cambiar gradualmente del miedo al amor. Y sin embargo, incluso aquí, donde todos debemos comenzar, el amor ya está presente.

En este primer paso retiramos la primera barrera a la presencia del amor. No, esa barrera no es el miedo. Esa barrera es la negación del miedo.

El primer paso del perdón es darnos permiso para tener miedo y para sentir todos nuestros sentimientos. No podemos superar el miedo si tenemos miedo de experimentarlo. Ése es el momento en que tomamos la cruz y empezamos a caminar colina arriba, como hizo nuestro hermano mayor. Sintiendo el miedo, caminamos a través de él mientras el amor nos llama, una amable promesa en los cielos matinales.


💗







No hay comentarios:

Publicar un comentario